Cu?ada
Vaticino conflictos familiares entre un alumnado que conf¨ªa m¨¢s en lo que dice el m¨®vil que en el arcaico y falible conocimiento de pap¨¢ o mam¨¢
Vamos a juntar a Borges con la publicidad. El combinado no es acad¨¦micamente an¨®malo si consideramos las fuentes de la poes¨ªa nov¨ªsima y posnov¨ªsima, y un ensayo del profesor, poeta y exatleta, Jenaro Talens, que reflexiona sobre la publicidad como fuente historiogr¨¢fica y, especialmente, sobre la historiograf¨ªa como fuente publicitaria. Renuncio a someter a Borges a un deep fake ¡ªle habr¨ªa encantado¡ª, en el que detr¨¢s de Lola Flores reconocemos a Lolita vendiendo cerveza; y eso que me gusta la reivindicaci¨®n del acento, no por esa metonimia franquista que convirti¨® toda Espa?a en Andaluc¨ªa tal como se parodia en Bienvenido, Mr. Marshall, sino por mi persistente denuncia de la homogeneizaci¨®n/gentrificaci¨®n de los estilos que, lejos de transformar lo local en universal, conduce a que solo lo universal sea universal, y lo universal es el country y pollos que se llaman, redundantemente, pollo, pollo porque de pollo no tienen nada¡ Pero, volviendo a Borges, ¨¦l escribi¨® un relato, Tl?n, Uqbar, Orbis Tertius, que comienza as¨ª: ¡°Debo a la conjunci¨®n de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar¡±. La enciclopedia en el espejo aboca al descubrimiento y fundaci¨®n de territorio y una civilizaci¨®n. Palabra y reflejo anteceden a la carne o quiz¨¢ la carne siempre tiene algo inmaterial. Yo, con mi f¨®rmula quinta de razonamiento pop, he sumado dos y dos para establecer un v¨ªnculo entre la literatura fant¨¢stica borgeana y un anuncio. Cuando veo anuncios me rejuvenezco porque busco en ellos la verdad ¡ªest¨¢ ah¨ª, detr¨¢s de las luces¡ª y a¨²n me siento como una ni?a que mira con la boca abierta¡ Dejo la academia y bajo al fango: es preciso encontrar un punto intermedio entre estos dos lugares.
En el anuncio un papi, despu¨¦s de consultar a una inteligencia de mesa que se da por aludida cuando le dices por ejemplo ¡°?Chachi, giggle!¡±, aclara a su hijo que la destrucci¨®n de Pompeya se produjo en el 79 despu¨¦s de Cristo. El ni?o, un tocapelotas, sigue interrogando al padre, que claramente no aprob¨® la EGB: ¡°?Y qu¨¦ volc¨¢n la destruy¨®?¡±. El papi repregunta a ?Chachi, giggle! que le da la respuesta: el Vesubio. Ah¨ª se me cruz¨® el cable y record¨¦ la conjunci¨®n del espejo y la enciclopedia que dio lugar a Uqbar. Porque ?qu¨¦ suceder¨ªa si todas las maquinitas contestaran que el volc¨¢n napolitano no es el Vesubio, sino el Etna? Vaticino conflictos familiares entre un alumnado que conf¨ªa m¨¢s en lo que dice el m¨®vil que en el arcaico y falible conocimiento de pap¨¢ o mam¨¢. Y cuando un pap¨¢, que no es el del anuncio sino otro que sabe un poquito de geograf¨ªa e historia, respondiera: ¡°El Vesubio¡±, el hijo, despu¨¦s de consultar su ?Chachi, giggle!, lo mirar¨ªa con l¨¢stima y le dir¨ªa: ¡°Joer, pap¨¢, no me seas cu?ao, ?vas a saber t¨² m¨¢s que el giggle?¡±. Desde ese momento, en N¨¢poles el Vesubio quiz¨¢ se metamorfosee en Etna y el perfil de la costa se altere. No podr¨ªamos sorprendernos: en el seductor borgeano jard¨ªn de los senderos que se bifurcan, el relativismo y la visceralidad que apareja, Matrix, los espejos, las propagand¨ªsticas repeticiones deformantes, los tuits de Trump, la soberbia de un conocimiento virtual muy manipulable, la memoria flaca, el descr¨¦dito de la filosof¨ªa y las risotadas que suscita la l¨®gica formal se localiza el apote¨®sico nacimiento de la posverdad.
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