El dilema naranja
En una coalici¨®n preelectoral uno m¨¢s uno nunca es dos. La fusi¨®n entre Cs y PP solo ser¨ªa rentable si suman m¨¢s que el PSOE en provincias peque?as y dejan que el sistema electoral haga el resto
El ciclo multipartidista que arrancamos en el a?o 2014 nos deja una valiosa lecci¨®n: es m¨¢s f¨¢cil fundar un partido que hacerlo durar. Despu¨¦s de todo, ning¨²n viento de cola es eterno y nada hace pensar que nuestro sistema pol¨ªtico se vaya a estabilizar con su actual oferta pol¨ªtica.
Hoy el gran dilema es la viabilidad de Ciudadanos. Esta formaci¨®n ha sufrido un dur¨ªsimo castigo en Catalu?a, territorio del que surge, y desde noviembre ha tenido que afrontar el reemplazo del l¨ªder fundador encadenando perdidas electorales. Es cierto que Ciudadanos cogobierna en autonom¨ªas clave, pero eso hace que los barones territoriales tengan m¨¢s poder efectivo que la direcci¨®n nacional del partido, que apenas controla un grupo de 10 diputados en el Congreso y cuyo margen para marcar un rumbo un¨ªvoco es limitado.
La supervivencia de una formaci¨®n pol¨ªtica necesita dos componentes. De un lado, que haya identidad de partido, votantes que simpatizan con las siglas al margen de contexto o candidatos. Del otro, una organizaci¨®n que permita reclutar cuadros, pautar procedimientos y tener capilaridad en el territorio. Ambas patas necesitan de un tiempo y recursos de los que Ciudadanos ahora mismo carece. Un hecho al que se suma lo dif¨ªcil que es en el contexto espa?ol, por nuestro legado hist¨®rico, la autonom¨ªa de una oferta pol¨ªtica que sea liberal tanto en lo econ¨®mico como en lo social; la tradicional ruptura entre izquierda y derecha es muy absorbente, tambi¨¦n en temas culturales. La polarizaci¨®n y la pol¨ªtica de bloques, apuesta tambi¨¦n de la direcci¨®n anterior, termina de complicar la tarea de In¨¦s Arrimadas.
La idea de la fusi¨®n con el Partido Popular cada d¨ªa sobrevuela con m¨¢s fuerza. Incluso con su situaci¨®n de debilidad, el PP tiene un suelo electoral y un m¨²sculo organizativo que no tardar¨ªa en suponer la absorci¨®n efectiva de los naranjas. Sin embargo, su traducci¨®n electoral es m¨¢s incierta. En este caso no se habla de la uni¨®n entre Ciudadanos y la extinta UPyD, que en t¨¦rminos de programa eran congruentes. Durante a?os Cs ha marcado su propio tono liberal-social (por ejemplo, en la eutanasia, el feminismo o la gesti¨®n subrogada) y anticorrupci¨®n, atrayendo a un votante que dif¨ªcilmente le votar¨ªa si concurre con los conservadores. De hecho, los sondeos muestran unos rechazos cruzados de entre el 10 y 15% entre los votantes de uno y otro partido.
Es cosa sabida que en una coalici¨®n preelectoral uno m¨¢s uno nunca es dos. As¨ª, la fusi¨®n entre Ciudadanos y PP solo ser¨ªa rentable si, pese a esas p¨¦rdidas, suman m¨¢s que el PSOE en provincias peque?as y dejan que el sistema electoral haga el resto. De lo contrario, habr¨¢n sacrificado al partido a cambio de rentas para unos pocos cuadros. Un dilema endiablado.
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