?Existe Siria todav¨ªa?
El pa¨ªs es un caso extremo de los territorios vagos surgidos de las nuevas guerras, donde no hay Estado ni derecho, apenas seguridad y las mafias se reparten los despojos
Su poblaci¨®n ha sido diezmada. Seg¨²n ACNUR, casi seis millones de sirios han huido al extranjero. Han muerto m¨¢s de 400.000 en los combates y bombardeos. Dentro de su territorio, 13 millones se hallan desprotegidos y casi tres aislados en lugares de dif¨ªcil acceso o asediados. Bachar el Asad solo controla un 70% del pa¨ªs. El resto est¨¢ en manos de las facciones en guerra.
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Su poblaci¨®n ha sido diezmada. Seg¨²n ACNUR, casi seis millones de sirios han huido al extranjero. Han muerto m¨¢s de 400.000 en los combates y bombardeos. Dentro de su territorio, 13 millones se hallan desprotegidos y casi tres aislados en lugares de dif¨ªcil acceso o asediados. Bachar el Asad solo controla un 70% del pa¨ªs. El resto est¨¢ en manos de las facciones en guerra.
Durante esta d¨¦cada, un horror indecible se ha cernido sobre el pa¨ªs. Su Gobierno ha atacado a la poblaci¨®n civil indefensa, primero con artiller¨ªa, luego con la aviaci¨®n mediante barriles explosivos e incluso armas qu¨ªmicas. La protesta civil inicial vir¨® en guerrilla islamista, parasitada primero por Al Qaeda y luego por el Estado Isl¨¢mico. Por primera vez, quedaron borradas las viejas fronteras de la descolonizaci¨®n bajo la amenaza del califato terrorista surgido de Irak.
Una carrera siniestra de torturas y ejecuciones ha acompa?ado todo este tiempo a una contienda civil siempre con m¨¢s de dos bandos, todos contra todos, y cada uno protegido por alguna potencia regional, Arabia Saud¨ª, Turqu¨ªa e Ir¨¢n, o incluso mundial, Rusia y Estados Unidos. El ef¨ªmero Estado Isl¨¢mico alcanz¨® la cumbre del espanto con el espect¨¢culo de sus decapitaciones, pero nadie tiene tanta responsabilidad por los cr¨ªmenes de guerra y el genocidio como Bachar el Asad, el protegido de Rusia e Ir¨¢n que se ha erigido en vencedor.
Hace diez a?os, era el centro de gravedad del mundo ¨¢rabe, seg¨²n la visi¨®n de la familia El Asad, el clan alau¨ª que lleva 50 a?os en el poder. Entonces, el actual dictador se declar¨® inmune al terremoto de las revueltas ¨¢rabes. Era una amenaza, no un an¨¢lisis: iba a desencadenar las fuerzas del infierno sobre su pa¨ªs y la regi¨®n entera en cuanto estallaran las protestas.
Siria es un caso extremo de los territorios vagos surgidos de las nuevas guerras, donde no hay Estado ni derecho, apenas seguridad y las mafias se reparten los despojos. Su poblaci¨®n se ha vaciado sobre los pa¨ªses vecinos, y de estos sobre Europa, donde se ha multiplicado como crisis de fronteras. La extrema derecha ha dado con la f¨®rmula infame para su progreso electoral sumando refugiados con terrorismo.
Estados Unidos y la Uni¨®n Europea ya no cuentan. Agotaron su credibilidad cuando incumplieron sus amenazas ante el uso de armas qu¨ªmicas contra la poblaci¨®n civil. Trump culmin¨® la inhibici¨®n cuando dej¨® al pie de los caballos turcos a los combatientes kurdos que hab¨ªan liquidado al Estado Isl¨¢mico.
Mosc¨², Ankara y Teher¨¢n son los que negocian ahora algo que parezca la paz a espaldas de los occidentales. El veto doble de Rusia y China, novedosa variante de una nueva hegemon¨ªa, paraliza cualquier propuesta razonable de Naciones Unidas. Diez a?os despu¨¦s, el entero paisaje geopol¨ªtico de Oriente Pr¨®ximo es irreconocible. Es dudoso que Siria exista todav¨ªa.