Transfuguismo o pluralidad

En noviembre de 2020, tras m¨¢s de una d¨¦cada sin reunirse, el Pacto Antitransfuguismo firmado en 1998 fue por fin convocado para incorporar a los nuevos partidos y plantear dos novedades importantes. La primera, la ampliaci¨®n del acuerdo de ¨¢mbito local al auton¨®mico y estatal, puro sentido com¨²n. La segunda, por el contrario, est¨¢ siendo objeto de pol¨¦mica, ya que supone un cambio en el propio concepto de tr¨¢nsfuga que pervierte su sentido. Mientras que hasta el momento se consideraba tr¨¢nsfugas a quienes, apart¨¢ndose del voto marcado por su formaci¨®n, ¡°pactan con otras fuerzas para cambiar o mantener la mayor¨ªa gobernante (...), o bien dificultan o hacen imposible a dicha mayor¨ªa el gobierno de la entidad¡±, en la ¨²ltima adenda se elimina la condici¨®n de que apartarse del criterio establecido por el partido conlleve un cambio en las mayor¨ªas de gobierno.

Es conocido que elegimos listas cerradas y bloqueadas, es decir, listas confeccionadas por los partidos, y por lo tanto votamos a formaciones con un programa pol¨ªtico, pero tambi¨¦n lo es que en Espa?a no existe el mandato imperativo que exige atenerse a lo estrictamente previsto en el momento de optar al cargo aunque cambien las condiciones, el criterio del partido, o aparezcan asuntos sobrevenidos. Emerge as¨ª un debate crucial: ?qu¨¦ ocurre cuando un representante debe pronunciarse sobre algo no previsto en el programa electoral, o la posici¨®n marcada por el partido supone un cambio de posici¨®n respecto a lo comprometido? O lo que es lo mismo, ?d¨®nde acaba el pluralismo y empieza el transfuguismo? Si los partidos fueran m¨¢quinas democr¨¢ticas perfectas el debate interno estar¨ªa garantizado a la hora de tomar tales decisiones, pero sabemos que eso no es exactamente as¨ª.

Seg¨²n la teor¨ªa de la representaci¨®n, no puede haber representaci¨®n sin debate libre y abierto entre representantes, y sin que estos sean independientes. Como recuerda el profesor Villoria, ¡°la democracia de consigna no es democracia representativa. Asunto distinto es que el representante venda su voto al mejor postor y decida con ello mayor¨ªas de gobierno. En ese caso no hay ni debate, ni independencia, sino pura corrupci¨®n¡±.

El colmo del esperpento se ha dado cuando, tras retorcer el concepto hasta llevarlo al absurdo, el Pacto Antitransfuguismo salta por los aires en Murcia. Por el camino, los partidos cr¨ªticos con esta ¨²ltima reforma han dejado de ser convocados a las reuniones del Pacto, perdiendo este su condici¨®n de foro de consenso entre todas las formaciones, y la incorporaci¨®n de estos principios a los parlamentos auton¨®micos est¨¢ generando enormes dudas jur¨ªdicas como sucede en Andaluc¨ªa.

Tal y como est¨¢ planteado, el Pacto Antitransfuguismo puede servir para expulsar a quien resulte molesto con la direcci¨®n del partido, como ha ocurrido con Teresa Rodr¨ªguez en Andaluc¨ªa. Pero puede quedarse en papel mojado ante un caso, el de Murcia, que no presenta dudas. En ambas situaciones, la democracia sale perdiendo.