Brasil: el peor pa¨ªs del mundo para las mujeres negras embarazadas
Las mujeres negras embarazadas y pu¨¦rperas tienen un riesgo de muerte por covid-19 casi dos veces mayor que el de las mujeres blancas
Lidiane estaba embarazada de su segundo hijo. Trabajaba en una funeraria heredada de su padre, un negocio familiar. Todos los d¨ªas envolv¨ªa y embellec¨ªa los cuerpos de los muertos para el ¨²ltimo adi¨®s. Nunca hab¨ªa trabajado tanto como durante la pandemia del covid-19 en R¨ªo de Janeiro. Ya embarazada, fue ella quien prepar¨® a su padre para las ceremonias f¨²nebres. Era la segunda hija de tres hermanas y la ¨²nica que combinaba el oficio de cuidar a los muertos con el arte de vestirlos, maquillarlos y arreglar sus manos y ojos. No se permit¨ªa enfermarse por razones ¨ªntimas y altruistas, dicen sus hermanas, Erika y Monika: sus ingresos depend¨ªan de la funeraria, y la labor de cuidado de los muertos nunca fue tan necesaria como durante la pandemia. Pero Lidiane trabajaba con miedo.
Trabaj¨® hasta las 40 semanas de embarazo, cuando empez¨® a sentir unos picos de presi¨®n. Lleg¨® al hospital de maternidad y le diagnosticaron ansiedad. Una ces¨¢rea de urgencia era lo contrario del parto humanizado que hab¨ªa so?ado. Tras el parto, comenz¨® a tener sibilancias y a quejarse de falta de aire. Sin haber sido sometida a la prueba del covid-19, fue dada de alta con una prescripci¨®n psiqui¨¢trica para el per¨ªodo de posparto: sufr¨ªa de trastorno de p¨¢nico y ansiedad, seg¨²n dijeron los m¨¦dicos en su historial. Se qued¨® en casa durante dos d¨ªas y, aunque su malestar aument¨®, intent¨® volver a la funeraria a trabajar. Lidiane se dispon¨ªa a atender a una familia que solicitaba cuidados para un pariente que hab¨ªa fallecido de covid-19 cuando una de sus hermanas la oblig¨® a volver al hospital. En la puerta del hospital, la fila de pacientes se mezclaba con los coches f¨²nebres; ¡±era una escena de guerra¡±, dijo su hermana.
Todo esto sucedi¨® en abril de 2020, durante la primera ola de la pandemia en Brasil. Ahora vivimos la tercera. Poco se dijo entonces sobre el riesgo que el virus representaba para las mujeres embarazadas. En los primeros pa¨ªses en los que circul¨® el virus, los estudios a¨²n no indicaban que las mujeres embarazadas tuviesen riesgos m¨¢s elevados. As¨ª fue en China, Jap¨®n, Corea del Sur, Singapur, Espa?a o Italia, pa¨ªses con bajas tasas de natalidad y pocas mujeres embarazadas. Hasta que el virus lleg¨® a Brasil, donde un estudio de julio de 2020 mostr¨® que la tasa de letalidad hasta ese momento hab¨ªa sido del 12.7% entre mujeres embarazadas y pu¨¦rperas. El estudio tambi¨¦n revelaba una relaci¨®n entre estas muertes y el fracaso del sistema de salud: el 15% de esas mujeres no recibieron asistencia respiratoria, el 28% no tuvieron acceso a la UCI, el 36% no fueron intubadas ni recibieron ventilaci¨®n mec¨¢nica. Otro estudio publicado en julio de 2020 mostr¨® c¨®mo el racismo estructural aumentaba los riesgos de Lidiane de sufrir un desenlace tr¨¢gico: las mujeres negras embarazadas y pu¨¦rperas ten¨ªan un riesgo de muerte por covid-19 casi dos veces mayor que el de las mujeres blancas.
Lidiane debi¨® ser uno de los n¨²meros de estos estudios: fue intubada y pas¨® 16 d¨ªas en la UCI. Muri¨® sola, el 15 de mayo de 2020, de un paro card¨ªaco, habiendo recibido previamente el tratamiento experimental con hidroxicloroquina que, todav¨ªa hoy, defienden el presidente Bolsonaro y el Consejo Federal de Medicina de Brasil, a pesar de la ineficacia demostrada por la ciencia. En la UCI le realizaron la prueba de covid-19, pero la familia nunca conoci¨® el resultado. El cuerpo de Lidiane le fue entregado a la familia en una bolsa negra sellada con cintas policiales de investigaci¨®n penal. No hubo ning¨²n rito ni cuidado del cuerpo. Seis personas la velaron durante 15 minutos en una sala donde no era siquiera posible aproximarse al f¨¦retro. Las hermanas guardaron una fotograf¨ªa del momento: un ata¨²d de madera con adornos dorados. No hab¨ªa flores ni mensajes de condolencias. En el suelo, una cinta policial negra y amarilla delimitaba la distancia entre los dolientes y el ata¨²d sellado. Las hermanas todav¨ªa investigan, como pueden, la verdad sobre la muerte de Lidiane: muestran copias de los historiales m¨¦dicos, escuchan a los testigos que la atendieron en la UCI, intentan seguir el caso en el Comit¨¦ de Muerte Materna de R¨ªo de Janeiro. Para las hermanas, no hay duda: Lidiane muri¨® por ser una mujer negra embarazada, dependiente de un sistema de salud arraigado en el racismo estructural de la sociedad brasile?a.
Llevo dos meses escuchando historias de madres, hermanas, maridos y cu?adas de mujeres con covid-19 que murieron en el embarazo, el parto o el puerperio. As¨ª fue como conoc¨ª la historia de Lidiane y habl¨¦ con sus hermanas, Erika y Monika, y con Amanda, una sobrina, que la acompa?¨® en los cuidados prenatales y con quien tuvo la ¨²ltima conversaci¨®n antes de morir en la UCI. He escuchado decenas de historias, en un universo nublado por las cifras que estiman m¨¢s de 500 mujeres muertas. El n¨²mero de mujeres embarazadas muertas por covid-19 hab¨ªa comenzado a descender en septiembre de 2020, pero volvi¨® a aumentar en 2021: 17 mujeres s¨®lo en enero. Seg¨²n un informe de la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud (OPS), cinco de cada cien mujeres embarazadas e infectadas por el covid-19 no sobrevivieron: eso significa una tasa de letalidad nueve veces superior a la media de las Am¨¦ricas. Brasil es el epicentro de la muerte materna por covid-19 en el mundo: si somos el peor pa¨ªs del mundo para vivir la pandemia del covid-19, somos tambi¨¦n el peor pa¨ªs del mundo para que una mujer embarazada espere el parto en este momento. En particular, para las mujeres negras y pobres embarazadas, Brasil es el peor pa¨ªs del mundo para sobrevivir a la pandemia.
Debora Diniz es antrop¨®loga brasile?a e investigadora de la Universidad de Brown
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