Hans K¨¹ng, el te¨®logo rebelde del Concilio
El joven te¨®logo suizo constituy¨® el n¨²cleo m¨¢s abierto y rebelde dentro de los consejeros de los obispos alemanes junto a Ratzinger
Es imposible pensar en el Concilio Vaticano II que fue la revoluci¨®n teol¨®gica de la Iglesia cat¨®lica sin recordar al entonces joven te¨®logo suizo Hans K¨¹ng. Y con ¨¦l al te¨®logo Ratzinger, tambi¨¦n una de las voces entonces m¨¢s progresistas. Ambos fueron consejeros de los obispos alemanes, que constituyeron el n¨²cleo m¨¢s abierto y rebelde.
Conoc¨ª a Hans K¨¹ng durante aquel concilio. Era de una gran cordialidad y nos atend¨ªa con simpat¨ªa a los periodistas que cubr¨ªamos las sesiones. Muchos de los textos m¨¢s abiertos aprobados por el concilio se deben a aquellos dos te¨®logos que ya preanunciaban la teolog¨ªa de la liberaci¨®n.
Ambos te¨®logos despu¨¦s del Concilio acabaron separados ideol¨®gicamente. Ratzinger, que como K¨¹ng era profesor de teolog¨ªa, acab¨® apart¨¢ndose de las tesis m¨¢s progresistas del concilio y hasta lleg¨® a escribir un libro contestando muchas de las tesis progresistas que ¨¦l hab¨ªa ayudado a aprobar. Lleg¨® a ser cardenal y volvi¨® a Roma para dirigir la Congregaci¨®n de la Fe, la antigua Inquisici¨®n.
Fue Ratzinger quien acab¨® condenando a su viejo compa?ero del Concilio del Vaticano por sus tesis abiertas entre las que destacaban su rechazo de la infalibilidad papal. K¨¹ng fue un gran conferenciante, una persona abierta y moderna que nunca abandon¨® la idea de conciliar una Iglesia renovada que abriera un di¨¢logo con el mundo moderno.
Despu¨¦s del concilio encontr¨¦ a K¨¹ng en su casa moderna de Tubinga, llena de libros por todas partes y ya entonces modernizado en los medios tecnol¨®gicos de comunicaci¨®n. Trabajaba con varios ordenadores a la vez. Me acogi¨® para una entrevista para EL PA?S con una gran simpat¨ªa y recordamos los tiempos del concilio cuando era acosado por la prensa extranjera que llegaba de todo el mundo junto con los 3.000 obispos de la Iglesia.
La teolog¨ªa moderna debe mucho a aquel joven sacerdote suizo que fue una de las voces de peso en el asesoramiento de los obispos m¨¢s abiertos. Se debi¨® a K¨¹ng uno de los temas m¨¢s revolucionarios que el Concilio del Vaticano ha llegado a aprobar: que la sexualidad no estaba solo dirigida a la procreaci¨®n, sino que era un ¡°nuevo lenguaje¡± de comunicarse las personas.
K¨¹ng se habr¨ªa entendido con el papa Francisco mejor que con los papas anteriores. De ¨¦l esperaba que acabara con el celibato obligatorio de la Iglesia y diera paso al estudio para que la mujer pudiera entrar en el sacerdocio como lo era en los primordios de la Iglesia. Para el te¨®logo suizo Francisco trajo una ¡°primavera nueva para la Iglesia y signific¨® una ruptura teol¨®gica con Benedicto XVI¡±.
K¨¹ng fue el profeta de una Iglesia que necesitaba revisar sus dogmas para abrirse a un mundo nuevo y tuvo un gran influjo en el clero joven que lo sigui¨® como a un nuevo profeta, creador de una Iglesia abierta al mundo despu¨¦s de haberse despojado del viejo ropaje teol¨®gico de una Iglesia que se hab¨ªa apartado de las nuevas necesidades que exig¨ªan los nuevos tiempos. A K¨¹ng se debe tambi¨¦n una teolog¨ªa que abr¨ªa las puertas a la mujer cuya entrada en la jerarqu¨ªa de la Iglesia siempre defendi¨®.
K¨¹ng tuvo un gran influjo en las nuevas generaciones de sacerdotes j¨®venes que se formaron con ¨¦l en todo el mundo. Aqu¨ª en Brasil, donde escribo estas l¨ªneas, uno de los seguidores fieles de K¨¹ng fue el te¨®logo franciscano, Leonardo Boff, otro de los puntales de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n con su vertiente moderna de la Teolog¨ªa de la Tierra. Boff, como K¨¹ng acab¨® tambi¨¦n condenado por el cardenal Ratzinger que le prohibi¨® ense?ar y escribir.
Recuerdo hoy la ma?ana en que sufri¨® el proceso con Ratzinger que dur¨® varias horas. Al salir me cont¨® varias an¨¦cdotas de aquel duro encuentro. Cuando estaba el cardenal empezando a hacerle las preguntas, Boff, que iba vestido con su h¨¢bito religioso, le dijo: ¡°En mi iglesia de Brasil los cristianos solemos hacer una plegaria a Dios antes de iniciar alguna tarea importante. El cardenal con cara seria se puso de pie y le dijo: ¡°Vamos entonces a recitar el ¡°Ven Esp¨ªritu Santo¡±.
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