La provocadora, el acelerado y el soso
Los perfiles personales no lo son todo, pero sin ellos tampoco se entienden las din¨¢micas que los van conformando
La provocadora lo es porque, vista de cerca, no lo parece. Porque su verbo dice lo que niega su apariencia, m¨¢s propia de alguien educado en el colegio de las Ursulinas. Su ¨¦xito puede que resida en eso mismo, en las duras y contundentes palabras que declama como si tal cosa, sin inmutarse, sin apenas elevar la voz. Palabras duras y expresi¨®n angelical, casi indiferente, como si estuviera leyendo un guion (bueno, en realidad es lo que hace). Nuestra provocadora ha resultado ser as¨ª un personaje improbable pero real, un constructo producido por las m¨¢s sofisticadas estrategias de comunicaci¨®n. Su programaci¨®n contiene una ¨²nica tarea, enfrentarse ciegamente a un adversario. No hace falta m¨¢s nada, la dimensi¨®n de la pol¨ªtica como administraci¨®n sobra y estorba. Encaja como un guante en la din¨¢mica de la pol¨ªtica polarizadora, la hoy dominante.
El acelerado, por su parte, encarna otro arquetipo de la pol¨ªtica contempor¨¢nea, el perpetuum mobile, la infatigable b¨²squeda del trending topic permanente, la bravata y la sorpresa. O sea, la necesidad patol¨®gica de captar la atenci¨®n. Turbopol¨ªtica y happenings, reinvenci¨®n constante e improvisaci¨®n. La parte mala de tanta mudanza es que uno al final ya no sabe bien d¨®nde se encuentra. El ansia por sobresalir, por introducir una y otra vez alguna versi¨®n de s¨ª mismo, lo condena a un envejecimiento constante. Cada vez dura menos la sorpresa. El shock de su salida del Gobierno ya est¨¢ m¨¢s que amortizado, como pronto lo estar¨¢ su ¡°lucha antifascista¡±. Y vuelta a subir la roca. Esa es la trampa de esta sociedad, que su ritmo acelerado impide captar que esconde una obsolescencia programada, que no se para de correr para permanecer en el mismo sitio.
El autoproclamado ¡°soso¡±, en cambio, quiz¨¢ porque en su condici¨®n de fil¨®sofo conoce la paradoja de Aquiles y la tortuga, apuesta por la pausa y la sobriedad. Donde se encuentra c¨®modo es en la argumentaci¨®n, la b¨²squeda del entendimiento y la reflexividad, no en el enfrentamiento a cara de perro y las proclamas contundentes. Va a los problemas del d¨ªa a d¨ªa, a la pol¨ªtica como gesti¨®n, y eso es lo que revela, no lo esconde. Es decir, que en el panorama de la actual pol¨ªtica es el m¨¢s friki de los tres, una excrecencia del mundo anal¨®gico. Su punto d¨¦bil, que la pol¨ªtica del sentido com¨²n ha devenido en la menos com¨²n de las pol¨ªticas. El viejo pol¨ªtico ilustrado ya ha sido suplido por los de la consigna, pero al menos nos recuerda una parte importante de lo que hemos perdido.
Son tres arquetipos pol¨ªticos que hacen acto de presencia en la campa?a de Madrid. Los otros candidatos no creo que encajen tan bien en alg¨²n molde. Lo importante es tomar conciencia de que, con independencia de la ideolog¨ªa de cada cual, puede optarse por buscar perfiles distintos, diferentes maneras de hacerse presente, de entender eso tan complejo de c¨®mo encajar en esta nueva pol¨ªtica tan enloquecida como fascinante. Porque luego est¨¢n tambi¨¦n las siglas de cada partido y su capacidad de arrastre, los c¨¢lculos a la hora de votar para garantizar la victoria del propio bloque, etc. Los perfiles personales no lo son todo, pero sin ellos tampoco se entienden las din¨¢micas que los van conformando. A veces las caricaturas ayudan a orientarse.
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