Lecciones del #sofagate
La pol¨ªtica exterior europea tiene graves defectos, pero es una senda irrenunciable
El incidente diplom¨¢tico ocurrido la semana pasada en Ankara ¡ªcuando ante la visita de los dirigentes europeos Charles Michel y Ursula von der Leyen las autoridades turcas solo prepararon para el primero un sill¨®n al nivel de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, relegando a la segunda a un sof¨¢¡ª tiene m¨²ltiples niveles de lectura. El primero requiere la obvia ...
El incidente diplom¨¢tico ocurrido la semana pasada en Ankara ¡ªcuando ante la visita de los dirigentes europeos Charles Michel y Ursula von der Leyen las autoridades turcas solo prepararon para el primero un sill¨®n al nivel de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, relegando a la segunda a un sof¨¢¡ª tiene m¨²ltiples niveles de lectura. El primero requiere la obvia condena del gesto turco que, bajo d¨¦biles excusas protocolarias, desprende un inaceptable aroma machista. No puede sorprender mucho, procediendo de un r¨¦gimen autoritario oscurantista y represor. Mucho m¨¢s, y este es el segundo nivel, cab¨ªa esperar del presidente del Consejo Europeo, Michel, que se sent¨® en el sill¨®n que se le asign¨® sin m¨¢s. Sus posteriores explicaciones no borran la desafortunada imagen, que le acompa?ar¨¢. Har¨¢ bien la Euroc¨¢mara en preguntarle por lo ocurrido.
En un tercer y m¨¢s importante nivel se sit¨²a la ponderaci¨®n que este episodio propicia sobre la pol¨ªtica exterior europea. M¨¢xime cuando el esc¨¢ndalo del sof¨¢ se produce poco despu¨¦s de la tambi¨¦n problem¨¢tica visita del alto representante, Josep Borrell, a Mosc¨². Se trata de una pol¨ªtica que se asemeja a una desgarbada e ineficaz criatura mitol¨®gica tric¨¦fala, con los presidentes del Consejo y Comisi¨®n y el alto representante buscando maniobrar ¡ªa veces de forma descoordinada, otras incluso en competencia¡ª un cuerpo con 27 cerebros que transmiten impulsos nerviosos a veces discrepantes, otras incluso contradictorios. Esta es la realidad que todos conocen y que facilita fiascos como los de Ankara y Mosc¨².
Esta constataci¨®n reclama otras dos: ni hay soluci¨®n clara a la vista ni alternativa. No puede esperarse que la compleja plasmaci¨®n de una pol¨ªtica exterior com¨²n eficaz se logre con rapidez; ni puede creerse que exista otro camino mejor para los pa¨ªses europeos. Sin ella, estos est¨¢n condenados a una creciente irrelevancia en un mundo de gigantes que resisten (Estados Unidos) o se despiertan (China, India). El camino, pues, debe andarse, porque es mucho mejor diluir alg¨²n inter¨¦s espec¨ªfico dentro de uno colectivo que proporciona amparo e influencia, que agarrarse a cuestiones espec¨ªficas y permanecer en una flotilla de peque?os barcos separados e incapacitados a afrontar los oc¨¦anos del siglo XXI.
Ahora, si bien no caben complacencias, tampoco los catastrofismos. N¨®tese como, en un asunto de m¨¢xima importancia y con rasgos de gesti¨®n de relaciones exteriores como todo el proceso del Brexit, la UE ha logrado una unidad f¨¦rrea y considerable eficacia. Por supuesto hab¨ªa intereses discrepantes detr¨¢s, pero se superaron. Pero la lecci¨®n fundamental procede de otras ¨¢reas. La dificultad para una pol¨ªtica exterior com¨²n deriva de la l¨®gica reticencia a ceder competencias en un ¨¢rea tan sensible. Esto, sin embargo, es la condici¨®n existencial de la UE, y otras ¨¢reas han demostrado que objetivos inimaginables pueden convertirse en realidad. Piensen en la pol¨ªtica monetaria, todav¨ªa imperfecta, pero ya adulta.
Es preciso, pues, criticar tropiezos y desviaciones para enderezar el rumbo. Pero es necesario no perder de vista el contexto: los intereses de la ciudadan¨ªa de los pa¨ªses europeos se sirven mejor juntos. Y se puede.