Los c¨®mplices del golpe
China y Rusia pueden terminar con el ba?o de sangre que se est¨¢ registrando en el pa¨ªs asi¨¢tico
Desde el golpe de Estado perpetrado por el ej¨¦rcito de Myanmar el pasado 1 de febrero la situaci¨®n en el pa¨ªs asi¨¢tico se ha ido degradando hasta extremos inaceptables. La muerte de m¨¢s de 80 manifestantes entre el jueves y el viernes pasados a manos de la polic¨ªa y el ej¨¦rcito en una localidad al noreste de Yang¨®n, la capital comercial del pa¨ªs, es apenas el ¨²ltimo episodio de una espiral de violencia abierta contra la poblaci¨®n con la que el r¨¦gimen pretende acabar con las masivas protestas que exigen democracia. Una estrategia violenta est¨¦ril que acerca cada vez m¨¢s al pa¨ªs asi¨¢tico a una guerra civil. Esta nueva matanza se suma a los incesantes asesinatos de manifestantes, las detenciones masivas de opositores, artistas e informadores que se niegan a aceptar la dictadura, el encarcelamiento o arresto del Gobierno democr¨¢ticamente elegido y una brutal represi¨®n en todos los frentes que est¨¢ ejerciendo la Junta militar.
Ni la condena internacional ni las sanciones impuestas por pa¨ªses democr¨¢ticos pueden revertir esta senda. Desde luego son necesarias, pero no conviene caer en la ingenuidad sobre su efectividad real mientras el nuevo r¨¦gimen birmano siga contando con la actitud, por lo menos pasiva, de China y Rusia. En este sentido, es certero el portavoz internacional del autoproclamado Gobierno civil clandestino cuando asegura en una entrevista con EL PA?S que Pek¨ªn y Mosc¨² podr¨ªan cambiar la dram¨¢tica situaci¨®n ¡°con una sola llamada¡±.
China es el principal socio comercial de Myanmar y durante la ¨²ltima d¨¦cada ha sido uno de sus principales suministradores de armamento. Oficialmente el r¨¦gimen de Pek¨ªn ¡ªpr¨¢cticamente el ¨²nico apoyo internacional de la dictadura militar existente desde 1962 hasta la llegada de la democracia en 2011¡ª ha asegurado que no quiere interferir en un asunto interno, lo que equivale aparentemente a renunciar a su tremendo ascendiente sobre la junta militar y, de hecho, respaldar sus pr¨¢cticas. Rusia, por otra parte, aprovecha bochornosamente la situaci¨®n para ganar proyecci¨®n en la regi¨®n y as¨ª lo demuestra con la r¨¢pida visita de su viceministro de Defensa.
El alto representante de la UE, Josep Borrell, denunci¨® ayer la acci¨®n de China y Rusia para impedir que el Consejo de Seguridad de la ONU act¨²e en esta crisis, y se?al¨® que la UE se dispone a imponer nuevas sanciones para golpear a empresas vinculadas a los militares. Estas palabras y acciones van en la direcci¨®n correcta. Pero nada hace pensar que Pek¨ªn y Mosc¨² viren y se empleen para frenar la deriva militar en Myanmar. Aun as¨ª, no hay que desistir y, entre otras cosas, encargarse de que esta actitud pese mucho en su cuenta moral y en la mirada de los birmanos que ven con espanto esta situaci¨®n. Alg¨²n d¨ªa ojal¨¢ le puedan pasar factura a Pek¨ªn y Mosc¨².
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