El mal sabor de la Superliga
El proyecto elitista asestar¨ªa un duro golpe a los valores fundacionales del f¨²tbol
Una docena de grandes clubes de f¨²tbol europeos ha anunciado su intenci¨®n de crear una Superliga que representar¨ªa la voladura del sistema vigente y una profund¨ªsima herida al esp¨ªritu propio de este deporte. El proyecto forjar¨ªa un torneo con plaza asegurada permanente para 15 equipos de ¨¦lite del continente ¡ªque ser¨ªan los due?os del formato¡ª y al que cada a?o estar¨ªan invitados tan solo cinco clubes externos, una sustituci¨®n de facto de la actual Champions League, a la que se accede por m¨¦rito sobre la base de los resultados anuales de las ligas nacionales. La raz¨®n de la iniciativa reside en el inter¨¦s financiero de las entidades involucradas ¡ªentre ellas Real Madrid, Barcelona y Atl¨¦tico de Madrid¡ª. Estas contar¨ªan con la garant¨ªa de cobrar todos los a?os los beneficios asociados a pertenecer a esa liga de estrellas y, con toda probabilidad, la perspectiva de que estos sean mucho m¨¢s cuantiosos que en la actualidad, con una Champions League abierta a m¨¢s participantes y controlada por la UEFA.
Los da?os colaterales de este plan ser¨ªan muy graves. En primer lugar, un golpe casi letal a la ¨¦pica de un deporte que, aunque esto suceda cada vez menos, est¨¢ abierto estructuralmente a que equipos David puedan vencer puntualmente a los Goliat, o que con el buen trabajo se pueda paulatinamente pasar de la mediocridad a la excelencia. En segundo lugar, un mazazo a las ligas nacionales, que sufrir¨ªan la sombra de esta Superliga, perdiendo el aliciente de ser propulsoras hacia la Champions League en raz¨®n del m¨¦rito y sufriendo el creciente inter¨¦s de los clubes de ¨¦lite por la otra competici¨®n. No es casual que los l¨ªderes de varias ligas nacionales se hayan expresado duramente en contra, subrayando c¨®mo varios de los clubes involucrados en la operaci¨®n sufren p¨¦simas gestiones que acumulan deudas pese a su fama mundial. La UEFA tambi¨¦n se ha opuesto con fiereza, anunciando una lucha sin cuartel. Est¨¢ por ver que las represalias anunciadas sean legales; pero tambi¨¦n las autoridades de libre competencia tendr¨¢n que echar un buen vistazo a este oligopolio claramente da?ino para los dem¨¢s. Entre los cr¨ªticos del proyecto destacan l¨ªderes pol¨ªticos como Emmanuel Macron y Boris Johnson.
Los sostenedores del nuevo torneo se?alan que ser¨ªa algo muy parecido a la liga profesional de baloncesto de EE UU, un proyecto muy exitoso. Pero no pueden olvidarse los hechos diferenciales que marcar¨ªan su r¨¦plica en el f¨²tbol: una historia centenaria apoyada en el sue?o de poder alg¨²n d¨ªa subir hasta la cumbre ¡ªy el miedo a caer del pedestal¡ª; as¨ª como el negativo impacto deportivo y econ¨®mico en tantas ligas nacionales, sin equivalencia en el caso estadounidense. Son historias distintas.
No caben ingenuidades: esto no es otra cosa que un pulso de poder. Los grandes clubes quieren sacar mejor provecho de su posici¨®n dominante; al otro lado, se halla una instituci¨®n muy desprestigiada como la UEFA. En el medio, un deporte que hace so?ar en todo el mundo a legiones de aficionados, y en cuya base est¨¢ la ¨¦pica de que la v¨ªa est¨¢ abierta siempre y hasta el final para los equipos que lo merecen. Este proyecto destruye ese concepto. Har¨ªan bien sus promotores en reconsiderarlo.
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