Mujer de negro, ¨®leo sobre lienzo
Las juezas son mayor¨ªa, pero son pocas las que llegan a los puestos m¨¢s elevados
Carmen se levanta todas las ma?anas para ir a trabajar, consciente de las dificultades que tiene para desempe?ar su funci¨®n pero satisfecha con ella. Se considera una profesional vocacional pese a que lleva 20 a?os trabajando en lo mismo y cuenta con escasa proyecci¨®n futura. Ronda la cincuentena, ha nacido en Andaluc¨ªa, Madrid, la Comunidad Valenciana o Castilla y Le¨®n, habla ingl¨¦s y es licenciada en Derecho.
Aunque nunca se ha sentido discriminada, no se explica por qu¨¦ hay tan pocas mujeres que lleguen a los puestos m¨¢s elevados de su profesi¨®n, algo que entienden peor a¨²n los compa?eros que se han incorporado en los ¨²ltimos a?os, en una aplastante mayor¨ªa de ingreso de mujeres (64,78 %). Es curioso: sus colegas francesas, griegas, inglesas y rumanas no sufren tan acusadamente este problema, solo les pasa a las espa?olas, a las checas y a las maltesas.
Carmen trabaja sola con un equipo auxiliar, no tiene jefes y no le rinde cuentas a ning¨²n superior. Si se equivoca en su trabajo, otros compa?eros lo revisan y cambian sus decisiones, aunque esto sucede en pocas ocasiones.
Los padres de Carmen no se imaginaron que fuera alg¨²n d¨ªa a trabajar en esto, ya que nadie de la familia ten¨ªa ni idea de Derecho hasta que Carmen decidi¨® estudiarlo en la Universidad. Personas trabajadoras, de clase media que, con cierto esfuerzo, consiguieron que Carmen alcanzara su objetivo.
Empez¨® su andadura profesional con 29 a?os, despu¨¦s de pasar cuatro y pico estudiando una oposici¨®n al acabar la carrera. Aunque ella nunca hab¨ªa trabajado antes, uno de cada tres compa?eros de Carmen s¨ª hab¨ªa probado la experiencia de trabajar en otra cosa. No echa de menos otra dedicaci¨®n profesional porque la sensaci¨®n de hacer algo por la sociedad y formar parte del engranaje de la democracia le motiva sobre cualquier otro incentivo.
Carmen es jueza.
Este es el retrato de la carrera judicial en Espa?a, dibujado con los datos demosc¨®picos publicados en la web del Consejo General del Poder Judicial obtenidos de las ¨²ltimas veintid¨®s promociones de jueces de Espa?a. Con una mayor¨ªa de mujeres (un 54,3%), la edad media est¨¢ en los 51,1 a?os de edad, es decir, en los nacidos en 1970. La jueza media espa?ola, por tanto, ten¨ªa ocho a?os cuando se aprob¨® la Constituci¨®n y acab¨® la carrera cuando gobernaba por cuarta vez Felipe Gonz¨¢lez. A lo largo de su vida profesional, ha aplicado ¨²nicamente el C¨®digo Penal de 1995, donde las Cortes Generales eliminaron el tipo penal de violaci¨®n por considerar que deb¨ªa protegerse la libertad sexual, abandonando cualquier referencia retr¨®grada a la honestidad.
La jueza media espa?ola ha vivido inmersa en la pluralidad ling¨¹¨ªstica y cultural de nuestro pa¨ªs, ha celebrado matrimonios homosexuales en el juzgado cuando solo llevaba ocho a?os en la carrera, y ha participado en juntas electorales de zona o provinciales o ha sido la depositaria de los votos de ocho elecciones generales, adem¨¢s de otras tantas municipales, auton¨®micas y europeas. La jueza media espa?ola vota tanto a derecha como a izquierda, lo que no impide que se sienta independiente en el ejercicio de su funci¨®n y ajena a presiones pol¨ªticas, si bien considera que existe un inter¨¦s creciente de todos los partidos pol¨ªticos en controlar la justicia. La jueza media espa?ola no se siente representada por el Consejo General del Poder Judicial ya que desear¨ªa elegir a doce de los veinte vocales que lo conforman y culpa a su ¨®rgano de gobierno de la imagen de politizaci¨®n de la Justicia, es miembro de una de las cuatro asociaciones judiciales existentes, desempe?a su trabajo en un ¨®rgano unipersonal y se dedica a la instrucci¨®n penal o al derecho civil, si bien siente que asume m¨¢s trabajo del que debiera.
No existen datos cualitativos ni se han medido otros par¨¢metros que los analizados. La falta de m¨¢s referencias impide rebatir algunas de las afirmaciones que a diario se realizan respecto de la composici¨®n de la carrera judicial, aunque, siendo honestos, tampoco se basan en datos objetivos, sino en meras presunciones y prejuicios.
Es evidente que se produce una selecci¨®n econ¨®mica en el acceso a la judicatura, como en cualquier profesi¨®n cualificada en la que es imprescindible dedicar unos diez a?os de media al estudio ¡ªalgo que se comparte con m¨¦dicos, arquitectos, ingenieros y cualquier cuerpo de la administraci¨®n de grupo A¡ª, lo cual, en mi opini¨®n, deber¨ªa paliarse con ayudas p¨²blicas al estudio que impidan que determinadas personas no se presenten a las pruebas de acceso por falta de oportunidades sociales. Pero de ah¨ª a afirmar que los jueces son una ¨¦lite socioecon¨®mica, media una simplificaci¨®n reduccionista.
Los miembros de la carrera judicial somos una muestra de la sociedad a la que servimos. Hay jueces agn¨®sticos, homosexuales, cofrades, poetas, hinchas del Bar?a, vegetarianos y taurinos, en proporci¨®n semejante a la muestra que existe en la sociedad, afortunadamente: un juez angelical al margen del mundo jam¨¢s comprender¨ªa la envergadura de los asuntos que debe resolver.
Natalia Velilla Antol¨ªn es magistrada. Autora de As¨ª funciona la Justicia: verdades y mentiras en la Justicia espa?ola (Arpa).
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