La f¨®rmula Ayuso
Lo singular de esta campa?a ha sido la combinaci¨®n de personalizaci¨®n y pol¨ªtica negativa, es decir, la movilizaci¨®n en torno al rechazo que generan los l¨ªderes
Por cuarta vez en lo que va de a?o, un Gobierno auton¨®mico acude a las urnas en mitad de la pandemia y sale como vencedor. Primero ocurri¨® en las elecciones de Galicia y Pa¨ªs Vasco. Luego en Catalu?a. Y el pasado martes se repiti¨® en las elecciones de la Comunidad de Madrid, aunque con una singularidad importante: mientras en los anteriores comicios la participaci¨®n hab¨ªa sido muy baja, en Madrid super¨® todos los registros. Ocurri¨® a pesar de la pandemia y de que se celebraran en un d¨ªa laborable, sin otras elecciones concurrentes y para una legislatura con fecha de caducidad, todas ellas condiciones poco favorables a la participaci¨®n. La polarizaci¨®n pol¨ªtica acab¨® actuando como contrapeso a esas circunstancias y los ciudadanos acudieron masivamente a las urnas en un ejercicio tan revitalizante de la democracia representativa como ilustrativo del grado de confrontaci¨®n en la pol¨ªtica madrile?a. La particularidad de estas elecciones no se acaba ah¨ª, pues su desarrollo ofrece claves sobre la naturaleza de la competici¨®n pol¨ªtica en las democracias avanzadas, y sus resultados abren interrogantes sobre la evoluci¨®n de la pol¨ªtica nacional y el sistema de partidos que surgi¨® en el a?o 2015.
En la campa?a electoral madrile?a se han combinado dos fen¨®menos caracter¨ªsticos de la competici¨®n pol¨ªtica en estos tiempos: la mayor relevancia de los l¨ªderes frente a las marcas de los partidos y la movilizaci¨®n del voto negativo. Sabemos por distintos estudios que los l¨ªderes han ido ganado peso en el dise?o de las campa?as y en su influencia sobre el voto de los ciudadanos. Pero la personalizaci¨®n de la pol¨ªtica no es algo nuevo. Al fin y al cabo, las elecciones no solo representan un mecanismo para que los ciudadanos miren hacia atr¨¢s, valoren la gesti¨®n del Gobierno y lo premien o castigan correspondientemente, sino tambi¨¦n una manera de mirar al futuro y seleccionar a los gobernantes que pensamos que lo har¨¢n mejor. Las campa?as negativas tampoco son una novedad. La movilizaci¨®n del rechazo a los oponentes ha sido un ingrediente com¨²n en las estrategias de los partidos ¡ªrecu¨¦rdese el conocido lema socialista ¡°si t¨² no vas, ellos vuelven¡± de las generales del 2008¡ª y su efectividad se explica en gran parte porque los ciudadanos tendemos a reaccionar m¨¢s cuando nos exponemos ante informaci¨®n negativa que ante informaci¨®n positiva.
Lo singular de esta campa?a es la combinaci¨®n de personalizaci¨®n y pol¨ªtica negativa, es decir, la movilizaci¨®n en torno al rechazo que generan los l¨ªderes. Este rechazo se polariz¨® durante la campa?a madrile?a y se ejemplifica tanto en la animadversi¨®n que para muchos suscitaba la candidatura de Pablo Iglesias como en la impopularidad de Ayuso entre los votantes de izquierda, muy superior a la de Gabilondo en la derecha. El rechazo de los l¨ªderes y su impacto sobre la movilizaci¨®n de los votantes son caracter¨ªsticas compartidas con otras democracias avanzadas, pues algunos estudios indican que cada vez votamos m¨¢s seg¨²n los candidatos que menos nos gustan. Ello puede explicar por qu¨¦ los gobernantes sobreviven incluso cuando los resultados objetivos durante su mandato no han sido buenos. Esta personalizaci¨®n de la movilizaci¨®n negativa va de la mano del fen¨®meno de la polarizaci¨®n afectiva, pues el aumento de este tipo de polarizaci¨®n, que se mide en la distancia entre los sentimientos que nos generan los grupos con los que nos identificamos pol¨ªticamente y los que no, se explica porque cada vez valoramos peor a ¡°los otros¡± y no tanto porque haya aumentado nuestra querencia por ¡°los nuestros¡±.
Por otro lado, estas elecciones en Madrid plantean una inc¨®gnita sobre los efectos de sus resultados en la pol¨ªtica nacional. La pregunta que muchos se hacen es: ?c¨®mo de transferible es la victoria del PP madrile?o a otros ¨¢mbitos? El eje principal de la campa?a de Ayuso, la ¡°nacionalizaci¨®n¡± de las elecciones a partir de la confrontaci¨®n con Pedro S¨¢nchez y sus aliados, tanto en el Ejecutivo como en el Congreso, podr¨ªa ¡°viajar¡± a otras contiendas electorales auton¨®micas. Pero el gancho sobre el que se cuelga la confrontaci¨®n intergubernamental ¡ªla gesti¨®n de la pandemia¡ª se agotar¨¢ en un tiempo. Y con ello tambi¨¦n lo har¨¢ esa forma de oposici¨®n al Gobierno central a menos que los l¨ªderes populares quieran o puedan encontrar otro tema ¡ªya sea la pr¨®xima negociaci¨®n de la financiaci¨®n auton¨®mica o los fondos europeos¡ª sobre el que conformar su singularidad. Una cuesti¨®n diferente es si esos temas son tan sensibles para la opini¨®n p¨²blica como lo ha sido el de la gesti¨®n de la covid-19 en un contexto de fatiga pand¨¦mica.
En todo caso, si la cr¨ªtica a S¨¢nchez y a sus aliados tambi¨¦n ha sido el motor de la oposici¨®n de Casado y no parece haberle reportado beneficios, ?qu¨¦ le ha faltado? El ingrediente que aporta Ayuso, y del que Casado carece, es el factor regional. La presidenta ha renovado el relato sobre el que se sustenta la vieja simbiosis entre el PP y la Comunidad de Madrid, alimentando una identificaci¨®n con lo madrile?o que no es identitaria ¡ªde lengua o cultura¡ª sino ideol¨®gica (basada en la idea de libertad negativa). Adem¨¢s, los votantes populares de Madrid son m¨¢s liberales y centralistas que en otras regiones y ello ha permitido contener el ascenso de Vox. No est¨¢ claro que esa f¨®rmula pueda ser igual de atractiva para el electorado conservador en el resto de territorios. Quiz¨¢s Andaluc¨ªa se convierta en el siguiente laboratorio.
Posiblemente la implicaci¨®n m¨¢s relevante de los resultados de las elecciones en el largo plazo es haber acelerado la transformaci¨®n de los partidos que en el 2015 pusieron fin al bipartidismo en Espa?a: Podemos y Ciudadanos. En el caso de Podemos, el abandono de la pol¨ªtica anunciado por Pablo Iglesias tras las elecciones sit¨²a al partido frente al principal desaf¨ªo de toda organizaci¨®n joven: la primera transici¨®n de l¨ªder, especialmente significativa en un partido que naci¨® y creci¨® fuertemente vinculado a la figura de Iglesias. A este reto se le suma el de afianzar territorialmente el aparato tras la p¨¦rdida de representaci¨®n en algunos territorios y la ruptura en varias de sus alianzas. El tiempo juega en su contra, pues mientras traten de apuntalar el aparato se consolidan opciones regionalistas y de izquierda en los territorios, como muestra el caso de M¨¢s Madrid o de En Marea.
A diferencia de Podemos, cuya desigual implantaci¨®n territorial podr¨ªa acabar en una mayor fragmentaci¨®n de la izquierda, la evoluci¨®n de Ciudadanos predice una mayor concentraci¨®n de voto en la derecha. Si el PSOE no consigue pescar apoyos ante el descalabro de ese partido, los votos que se transfieran al Partido Popular tendr¨¢n efectos multiplicadores en las circunscripciones medianas y peque?as, donde el comportamiento estrat¨¦gico de los votantes es m¨¢s probable y en las que la concentraci¨®n de votos supone un mayor premio en esca?os. Si Ciudadanos acaba desapareciendo no habr¨¢ opci¨®n bisagra entre bloques ideol¨®gicos porque, parad¨®jicamente, cuando quiso ejercer ese papel ya era tarde. En su debilitamiento progresivo se vislumbra un futuro equilibrio pol¨ªtico, con Vox estabilizado como el segundo partido en la derecha conteniendo los intentos de moderaci¨®n del PP y la prevalencia del cord¨®n sanitario m¨¢s resistente hasta ahora: el que divide a los bloques ideol¨®gicos.
Sandra Le¨®n es profesora en la Universidad Carlos III de Madrid y analista en EsadeEcPol.
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