El futuro de la UE
Involucrar a la ciudadan¨ªa en las reformas es buena idea. Y peligrosa
La UE ha puesto en marcha este domingo la Conferencia sobre el Futuro de Europa, un ejercicio de reflexi¨®n y deliberaci¨®n sobre la estructura comunitaria sin precedentes por su grado de apertura a la ciudadan¨ªa. Una plataforma digital y multiling¨¹e permitir¨¢ que toda persona que lo desee participe en los debates que se planteen o que organice su propio foro de reflexi¨®n. Las ideas recabadas alimentar¨¢n un Plenario de 376 esca?os en el que, junto a pol¨ªticos profesionales, se sentar¨¢n 80 ciudadanos de a pie, de los que un tercio deben ser de entre 16 y 25 a?os. Bruselas intenta as¨ª abrir sus complejos procesos de reforma interna a una opini¨®n p¨²blica que, a menudo, se ha sentido como mera espectadora del complejo entramado comunitario. En ese sentido, el experimento es bienvenido y encaja con una era de democracia mucho m¨¢s participativa.
Pero los riesgos de la Conferencia son tambi¨¦n evidentes y el peligro de un derrape demag¨®gico o de que los debates acaben en un callej¨®n sin salida no se pueden minimizar. La UE no se puede permitir en estos momentos un ejercicio que acabe alimentando la frustraci¨®n de una ciudadan¨ªa que, una vez invitada a pronunciarse, esperar¨¢ una respuesta tangible a sus demandas. Los propios preparativos de la Conferencia no generan tranquilidad. Las instituciones involucradas en el proyecto (Consejo de la UE, Comisi¨®n Europea y Parlamento Europeo) han tardado meses en dirimir su batalla por el control de la Conferencia. Y la han resuelto con una direcci¨®n tric¨¦fala y con igualdad de poderes que augura una bronca similar cuando a partir de marzo de 2022 llegue el momento de extraer conclusiones.
Uno de los grandes riesgos de la Conferencia estriba precisamente ah¨ª: en que acabe siendo un choque t¨ªpicamente bruselense en el que los ciudadanos se sientan como meras comparsas de una lucha institucional que vean como completamente ajena. Los diputados europeos y nacionales que participen en el Plenario deber¨ªan extremar el tacto para garantizar que la voz ciudadana se sienta realmente escuchada.
Pero con todo, el mayor riesgo parece ser que los 12 meses de debate generen unas expectativas de transformaci¨®n que no puedan ser colmadas pol¨ªticamente por una Uni¨®n donde conviven 27 Estados con intereses y sensibilidades muy diversos. Lo m¨¢s recomendable para evitar la frustraci¨®n ser¨ªa centrarse en reformas concretas que respondan a las demandas de una buena parte de la poblaci¨®n a favor de una Europa m¨¢s social, m¨¢s respetuosa con el medio ambiente y con mayor liderazgo en la escena mundial. Como dijo el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, la pandemia ha demostrado que el modelo europeo de solidaridad y econom¨ªa competitiva es el que mejor resiste una crisis tan grave como la provocada por la covid-19. Pero ese modelo no ha salido indemne y su apuntalamiento deber¨ªa hacerse elevando a rango supranacional algunas de las pol¨ªticas que garantizan el bienestar social, como la sanitaria, parte de la laboral (seguro de desempleo europeo) o la fijaci¨®n de est¨¢ndares m¨ªnimos de cobertura social. Las reformas institucionales que se planteen (como la posible supresi¨®n del derecho de veto nacional en algunas ¨¢reas) deben ir acompa?adas de proyectos concretos a los que podr¨ªan aplicarse para que la Conferencia no acabe siendo otro cambio de la estructura sin aclarar hacia d¨®nde y c¨®mo quiere avanzar Europa.
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