Los deseos de la democracia
Cada generaci¨®n tiene su nueva pol¨ªtica. Los j¨®venes de la pandemia, estigmatizados sin ser escuchados, ya han provocado alguna turbulencia
La democracia es una estructura de deseos. Los cl¨¢sicos liberales lo vieron, y por eso la idea de movilidad es su rasgo dominante. Un sistema que preserva la igualdad de oportunidades moldea inevitablemente nuestros anhelos. Es materia de deseo, producci¨®n imaginaria, que dir¨ªa Tocqueville. Si hay movilidad social, existen un porvenir, metas, ambiciones, un futuro con el que fantasear. Forma parte de sus promesas: aprovecha la educaci¨®n, esfu¨¦rzate, sue?a, vuela, ser¨¢s recompensado. Todo...
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La democracia es una estructura de deseos. Los cl¨¢sicos liberales lo vieron, y por eso la idea de movilidad es su rasgo dominante. Un sistema que preserva la igualdad de oportunidades moldea inevitablemente nuestros anhelos. Es materia de deseo, producci¨®n imaginaria, que dir¨ªa Tocqueville. Si hay movilidad social, existen un porvenir, metas, ambiciones, un futuro con el que fantasear. Forma parte de sus promesas: aprovecha la educaci¨®n, esfu¨¦rzate, sue?a, vuela, ser¨¢s recompensado. Todo est¨¢ a tu alcance: ser periodista, profesora, m¨¦dica, dise?adora¡ ?Pero qu¨¦ ocurre cuando se rompe la promesa, cuando se limita el deseo? El 15-M fue la expresi¨®n generacional de esa frustraci¨®n.
Fue otras muchas cosas, claro, como aquello de ¡°no nos representan¡± y ¡°democracia real ya¡± con el que se identific¨® una imponente mayor¨ªa. Y tambi¨¦n el formidable grito generacional de quienes sufrieron el vendaval funesto de la crisis del 2008. Y s¨ª, buscaron la impugnaci¨®n del statu quo, ¡°m¨¢s democracia¡±, en el sentido de querer participar, ser visibles y representados. Provoc¨® cierto miedo en lo que Cesar Molinas llam¨® ¡°las ¨¦lites extractivas¡± (?recuerdan?) que, como siempre, no lo vieron venir porque aquel lamento se hab¨ªa germinado en el extrarradio. El sistema, perfectamente dise?ado, ten¨ªa su cara visible y su otredad: lo expulsado, y ah¨ª estaba precisamente esa generaci¨®n, sin participar de sus pactos, de su memoria, de sus grandes discusiones y decisiones, y sin ser invitada a ello.
Lo curioso es que a¨²n nos sorprendamos de que Podemos canalizara aquella indignaci¨®n, pero lo cierto es que el 15-M ensanch¨® el per¨ªmetro de la representatividad. Nos molesta el conflicto, la fragmentaci¨®n, la polarizaci¨®n... ?Todo es un desastre! Pero esa ¨¦lite extractiva que envejeci¨® de s¨²bito ante el aullido de la Plaza de Sol raras veces se pregunta por su responsabilidad en todo aquello. Luego vendr¨ªa la ¡°nueva pol¨ªtica¡±, que ya hab¨ªa definido Ortega y Gasset un siglo antes como esa ¡°nueva declaraci¨®n y voluntad de pensamientos que, m¨¢s o menos claros, se encuentran ya viviendo en las conciencias de nuestros ciudadanos¡±. Porque cada generaci¨®n tiene su nueva pol¨ªtica y, a veces, la otredad, lo expulsado, representa mejor las conciencias de nuestros ciudadanos. Intentaron entrar en el pacto y nos sentimos amenazados. Por supuesto, se les instrumentaliz¨®. Con los j¨®venes sucedi¨® y suceder¨¢ as¨ª: el apoyo a Hasel no iba sobre la libertad de expresi¨®n, y el voto a Ayuso tampoco es el del botell¨®n. Recuerdo a aquel estudiante: ¡°Es que no podemos m¨¢s¡±. Hemos o¨ªdo a sindicatos, empresarios, hosteleros, mientras se estigmatizaba a los j¨®venes sin escucharlos, advirti¨¦ndoles de que su irresponsabilidad ?pod¨ªa matar a sus abuelos! Son la generaci¨®n de la pandemia. Ya han provocado alguna turbulencia y quiz¨¢s acaben otra vez mostr¨¢ndonos de nuevo esa ¡°realidad de subsuelo¡±. Ojal¨¢ sea as¨ª.