Las reverberaciones del 15-M
La acampada en la Puerta del Sol supuso un golpe al consenso social e institucional alcanzado durante la Transici¨®n, forzando eventualmente un relevo generacional en nuestra clase pol¨ªtica
Tahrir, Sintagma, Sol¡ El 2011 fue el a?o de la ocupaci¨®n de las plazas, pero tambi¨¦n de la apropiaci¨®n pol¨ªtica de internet, cuyo potencial emancipador parec¨ªa entonces indiscutible. Con la primavera ¨¢rabe ¡ªen la que Facebook y Twitter fueron esl¨®ganes pol¨ªticos¡ª y seguidamente los movimientos de indignados a ambos lados del Atl¨¢ntico, comenz¨® una hibridaci¨®n de la protesta. Desde entonces, nos hemos acostumbrado a mensajes y hashtags que, a la velocidad de un clic, activan protestas en distintos puntos del globo. Con su lucha contra los programas de austeridad impuestos desde Bruselas tras la Gran Recesi¨®n, los movimientos de indignados asestaron un duro golpe al consenso europeo de posguerra, perdiendo el proyecto de integraci¨®n europea una credibilidad que a¨²n no ha recuperado. En Espa?a, el movimiento del 15-M supuso a su vez un golpe al consenso social e institucional alcanzado durante la Transici¨®n, forzando eventualmente un relevo generacional en nuestra clase pol¨ªtica.
La paulatina incorporaci¨®n a las instituciones de fuerzas como Podemos que surgieron de este movimiento redefini¨® la est¨¦tica pol¨ªtica. La distensi¨®n en la apariencia y las formas de los nuevos representantes de izquierda obligaba y obedec¨ªa a un cambio en la premisa sobre qui¨¦n es apto para hacer pol¨ªtica y qu¨¦ es posible hacer en ella. Fen¨®menos que entonces conmocionaron a buena parte de la clase pol¨ªtica como la desaparici¨®n de la corbata, las coletas masculinas, los piercings, pero sobre todo el uso de modos informales en discursos y espacios institucionales, hoy son normales en nuestra democracia. Es m¨¢s, los pol¨ªticos m¨¢s tradicionales se vieron pronto obligados a emular estas nuevas tendencias, ensayando estilos en apariencia m¨¢s aut¨¦nticos y prodig¨¢ndose en redes y medios.
Otra visi¨®n de Espa?a, la de un pa¨ªs plural, tomaba, asimismo, cuerpo con el empuje de las llamadas confluencias en las comunidades aut¨®nomas con identidades ling¨¹¨ªsticas y culturales propias. Esta visi¨®n, sin ser mayoritaria, sirvi¨® de amortiguador en el enconado conflicto catal¨¢n que irrumpi¨® en el tablero pol¨ªtico espa?ol en 2017, reivindicando que se puede defender la pluralidad de la naci¨®n espa?ola sin ser independentista. Si bien la agenda de los herederos institucionales del 15-M ha evolucionado a lo largo de los a?os, hay asuntos esenciales, como la defensa del sector p¨²blico, que se han mantenido.
Para sus cr¨ªticos, la creatividad, la flexibilidad y audacia, que la nueva izquierda mostr¨® en sus primeros a?os no se han mantenido en el tiempo, dando paso a una estrategia de liderazgo centralizada, muy masculina, y orientada a alcanzar el poder r¨¢pidamente. Su ¨¦xito depende del prisma con que se observe. Diez a?os despu¨¦s del 15-M, los herederos del movimiento est¨¢n en el Gobierno de Espa?a como socio minoritario, mientras su l¨ªder hist¨®rico, que lleg¨® a ambicionar mucho m¨¢s para su formaci¨®n, ha abandonado la pol¨ªtica. Posiblemente, se cierra una etapa y se abre otra en la que toman el relevo liderazgos femeninos, algunos procedentes de las confluencias, con mayor sensibilidad hacia cuestiones que preocupan a las generaciones j¨®venes como la organizaci¨®n de los cuidados y el futuro de nuestro planeta.
Cabe concluir que las reverberaciones del clamor de los indignados llegan hasta nuestros d¨ªas. La elecci¨®n de una recuperaci¨®n postpandemia de impronta keynesiana no es casualidad. Los gobiernos y las instituciones financieras no quieren volver a provocar una imprevisible ola de protestas y conflictividad social como la que tuvo lugar hace una d¨¦cada.
Olivia Mu?oz-Rojas es doctora en Sociolog¨ªa por la London School of Economics e investigadora independiente.
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