Una teor¨ªa de la clase pol¨ªtica espa?ola
Los partidos han generado burbujas compulsivamente
En este art¨ªculo propongo una teor¨ªa de la clase pol¨ªtica espa?ola para argumentar la necesidad imperiosa y urgente de cambiar nuestro sistema electoral para adoptar un sistema mayoritario. La teor¨ªa se refiere al comportamiento de un colectivo y, por tanto, no admite interpretaciones en t¨¦rminos de comportamientos individuales. ?Por qu¨¦ una teor¨ªa? Por dos razones. En primer lugar porque una teor¨ªa, si es buena, permite conectar sucesos aparentemente inconexos y explicar sucesos aparentemente inexplicables. Es decir, dar sentido a cosas que antes no lo ten¨ªan. Y, en segundo lugar, porque de una buena teor¨ªa pueden extraerse predicciones ¨²tiles sobre lo que ocurrir¨¢ en el futuro. Empezando por lo primero, una buena teor¨ªa de la clase pol¨ªtica espa?ola deber¨ªa explicar, por lo menos, los siguientes puntos:
- ?C¨®mo es posible que, tras cinco a?os de iniciada la crisis, ning¨²n partido pol¨ªtico tenga un diagn¨®stico coherente de lo que le est¨¢ pasando a Espa?a?
- ?C¨®mo es posible que ning¨²n partido pol¨ªtico tenga una estrategia o un plan a largo plazo cre¨ªble para sacar a Espa?a de la crisis? ?C¨®mo es posible que la clase pol¨ªtica espa?ola parezca gen¨¦ticamente incapaz de planificar?
- ?C¨®mo es posible que la clase pol¨ªtica espa?ola sea incapaz de ser ejemplar? ?C¨®mo es posible que nadie-salvo el Rey y por motivos propios- haya pedido disculpas?
- ?C¨®mo es posible que la estrategia de futuro m¨¢s obvia para Espa?a -la mejora de la educaci¨®n, el fomento de la innovaci¨®n, el desarrollo y el emprendimiento y el apoyo a la investigaci¨®n- sea no ya ignorada, sino masacrada con recortes por los partidos pol¨ªticos mayoritarios?
En lo que sigue, argumento que la clase pol¨ªtica espa?ola ha desarrollado en las ¨²ltimas d¨¦cadas un inter¨¦s particular, sostenido por un sistema de captura de rentas, que se sit¨²a por encima del inter¨¦s general de la naci¨®n. En este sentido forma una ¨¦lite extractiva, seg¨²n la terminolog¨ªa popularizada por Acemoglu y Robinson. Los pol¨ªticos espa?oles son los principales responsables de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las energ¨ªas renovables y de la burbuja de las infraestructuras innecesarias. Estos procesos han llevado a Espa?a a los rescates europeos, resistidos de forma numantina por nuestra clase pol¨ªtica porque obligan a hacer reformas que erosionan su inter¨¦s particular. Una reforma legal que implantase un sistema electoral mayoritario provocar¨ªa que los cargos electos fuesen responsables ante sus votantes en vez de serlo ante la c¨²pula de su partido, dar¨ªa un vuelco muy positivo a la democracia espa?ola y facilitar¨ªa el proceso de reforma estructural. Empezar¨¦ haciendo una breve historia de nuestra clase pol¨ªtica. A continuaci¨®n la caracterizar¨¦ como una generadora compulsiva de burbujas. En tercer lugar explicitar¨¦ una teor¨ªa de la clase pol¨ªtica espa?ola. En cuarto lugar usar¨¦ esta teor¨ªa para predecir que nuestros pol¨ªticos pueden preferir salir del euro antes que hacer las reformas necesarias para permanecer en ¨¦l. Por ¨²ltimo propondr¨¦ cambiar nuestro sistema electoral proporcional por uno mayoritario, del tipo first-past-the-post, como medio de cambiar nuestra clase pol¨ªtica.
La historia
Los pol¨ªticos de la Transici¨®n ten¨ªan procedencias muy diversas: unos ven¨ªan del franquismo, otros del exilio y otros estaban en la oposici¨®n ilegal del interior. No ten¨ªan ni esp¨ªritu de gremio ni un inter¨¦s particular como colectivo. Muchos de ellos no se ve¨ªan a s¨ª mismos como pol¨ªticos profesionales y, de hecho, muchos no lo fueron nunca. Estos pol¨ªticos tomaron dos decisiones trascendentales que dieron forma a la clase pol¨ªtica que les sucedi¨®. La primera fue adoptar un sistema electoral proporcional corregido, con listas electorales cerradas y bloqueadas. El objetivo era consolidar el sistema de partidos pol¨ªticos fortaleciendo el poder interno de sus dirigentes, algo que entonces, en el marco de una democracia incipiente y dubitativa, parec¨ªa razonable. La segunda decisi¨®n, cuyo ¨¦xito se condicionaba al de la primera, fue descentralizar fuertemente el Estado, adoptando la versi¨®n caf¨¦ para todos del Estado de las autonom¨ªas. Los peligros de una descentralizaci¨®n excesiva, que eran evidentes, se deb¨ªan conjurar a partir del papel vertebrador que tendr¨ªan los grandes partidos pol¨ªticos nacionales, cohesionados por el fuerte poder de sus c¨²pulas. El plan, por aquel entonces, parec¨ªa sensato.
Pero, tal y como le ocurri¨® al Dr. Frankenstein, lo que cre¨® al monstruo no fue el plan, que no era malo, sino su implementaci¨®n. Por una serie de infortunios, a la criatura de Frankenstein se le acab¨® implantando el cerebro equivocado. Por una serie de imponderables, a la joven democracia espa?ola se le acab¨® implantando una clase pol¨ªtica profesional que r¨¢pidamente devino disfuncional y monstruosa. Matt Taibbi, en su c¨¦lebre art¨ªculo de 2009 en Rolling Stone sobre Goldman Sachs ¡°La gran m¨¢quina americana de hacer burbujas¡± comparaba al banco de inversi¨®n con un gran calamar vampiro abrazado a la cara de la humanidad que va creando una burbuja tras otra para succionar de ellas todo el dinero posible. M¨¢s adelante propondr¨¦ un s¨ªmil parecido para la actual clase pol¨ªtica espa?ola, pero antes conviene analizar cu¨¢les han sido los cuatro imponderables que han acabado generando a nuestro monstruo.
En primer lugar, el sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas, ha creado una clase pol¨ªtica profesional muy distinta de la que protagoniz¨® la Transici¨®n. Desde hace ya tiempo, los cachorros de las juventudes de los diversos partidos pol¨ªticos acceden a las listas electorales y a otras prebendas por el exclusivo m¨¦rito de fidelidad a las c¨²pulas. Este sistema ha terminado por convertir a los partidos en estancias cerradas llenas de gente en las que, a pesar de lo cargado de la atm¨®sfera, nadie se atreve a abrir las ventanas. No pasa el aire, no fluyen las ideas, y casi nadie en la habitaci¨®n tiene un conocimiento personal directo de la sociedad civil o de la econom¨ªa real. La pol¨ªtica y sus aleda?os se han convertido en un modus vivendi que alterna cargos oficiales con enchufes en empresas, fundaciones y organismos p¨²blicos y, tambi¨¦n, con canonj¨ªas en empresas privadas reguladas que dependen del BOE para prosperar.
En segundo lugar, la descentralizaci¨®n del Estado, que comenz¨® a principios de los 80, fue mucho m¨¢s all¨¢ de lo que era imaginable cuando se aprob¨® la Constituci¨®n. Como se?ala Enric Juliana en su reciente libro Modesta Espa?a, el Estado de las autonom¨ªas inicialmente previsto, que presum¨ªa una descentralizaci¨®n controlada de ¡°arriba a abajo¡±, se vio r¨¢pidamente desbordado por un movimiento de ¡°abajo a arriba¡± liderado por ¨¦lites locales que, al grito de ¡°?no vamos a ser menos!¡±, acab¨® imponiendo la versi¨®n de caf¨¦ para todos del Estado auton¨®mico. ?Qui¨¦nes eran y qu¨¦ quer¨ªan estas ¨¦lites locales? A pesar de ser muy lampedusiano, Juliana se limita a se?alar a ¡°un democratismo peque?oburgu¨¦s que surge desde abajo¡±. Eso es, sin duda, verdad. Pero, adicionalmente, es f¨¢cil imaginar que los beneficiarios de los sistemas clientelares y caciquiles implantados en la Espa?a de provincias desde 1833, miraban al nuevo r¨¦gimen democr¨¢tico con preocupaci¨®n e incertidumbre, lo que les pudo llevar, en muchos casos, a apuntarse a ¡°cambiarlo todo para que todo siga igual¡± y a ponerse en cabeza de la manifestaci¨®n descentralizadora. Como resultante de estas fuerzas, se produjo un crecimiento vertiginoso de las Administraciones P¨²blicas: 17 administraciones y gobiernos auton¨®micos, 17 parlamentos y miles -literalmente miles- de nuevas empresas y organismos p¨²blicos territoriales cuyo objetivo ¨²ltimo en muchos casos, era generar n¨®minas y dietas. En ausencia de procedimientos establecidos para seleccionar plantillas, los pol¨ªticos colocaron en las nuevas administraciones y organismos a deudos, familiares, nepotes y camaradas, lo que llev¨® a una estructura clientelar y politizada de las administraciones territoriales que era inimaginable cuando se dise?¨® la Constituci¨®n. A partir de una Administraci¨®n hipertrofiada, la nueva clase pol¨ªtica se hab¨ªa asegurado un sistema de captura de rentas -es decir un sistema que no crea riqueza nueva, sino que se apodera de la ya creada por otros- por cuyas alcantarillas circulaba la financiaci¨®n de los partidos.
En tercer lugar, lleg¨® la gran sorpresa. El poder dentro de los partidos pol¨ªticos se descentraliz¨® a un ritmo todav¨ªa m¨¢s r¨¢pido que las Administraciones P¨²blicas. La idea de que la Espa?a auton¨®mica pod¨ªa ser vertebrada por los dos grandes partidos mayoritarios salt¨® hecha a?icos cuando los llamados barones territoriales adquirieron bases de poder de ¡°abajo a arriba¡± y se convirtieron, en la mejor tradici¨®n del conde de Warwick, en los hacedores de reyes de sus respectivos partidos. En este imprevisto contexto, se aceler¨® la descentralizaci¨®n del control y la supervisi¨®n de las Cajas de Ahorro. Las comunidades aut¨®nomas se apresuraron a aprobar sus propias leyes de Cajas y, una vez asegurado su control, poblaron los consejos de administraci¨®n y cargos directivos con pol¨ªticos, sindicalistas, amigos y compinches. Por si esto fuera poco, las Cajas tuteladas por los gobiernos auton¨®micos hicieron proliferar empresas, organismos y fundaciones filiales, en muchas ocasiones sin objetivos claros aparte del de generar m¨¢s dietas y m¨¢s n¨®minas.
Y en cuarto lugar, aunque la lista podr¨ªa prolongarse, la clase pol¨ªtica espa?ola se ha dedicado a colonizar ¨¢mbitos que no son propios de la pol¨ªtica como, por ejemplo y sin ¨¢nimo de ser exhaustivo, el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Banco de Espa?a, la CNMV, los reguladores sectoriales de energ¨ªa y telecomunicaciones, la Comisi¨®n de la Competencia¡ El sistema democr¨¢tico y el Estado de derecho necesitan que estos organismos, que son los encargados de aplicar la Ley, sean independientes. La politizaci¨®n a la que han sido sometidos ha terminado con su independencia, provocando una profunda deslegitimaci¨®n de estas instituciones y un severo deterioro de nuestro sistema pol¨ªtico. Pero es que hay m¨¢s. Al tiempo que invad¨ªa ¨¢mbitos ajenos, la pol¨ªtica espa?ola abandonaba el ¨¢mbito que le es propio: el Parlamento. El Congreso de los Diputados no es solo el lugar donde se elaboran las leyes; es tambi¨¦n la instituci¨®n que debe exigir la rendici¨®n de cuentas. Esta funci¨®n del Parlamento, esencial en cualquier democracia, ha desaparecido por completo de la vida pol¨ªtica espa?ola desde hace muchos a?os. La quiebra de Bankia, escenificada en la pantomima grotesca de las comparecencias parlamentarias del pasado mes de julio, es s¨®lo el ¨²ltimo de una larga serie de casos que el Congreso de los Diputados ha decidido tratar como si fuesen cat¨¢strofes naturales, como un terremoto, por ejemplo, en el que aunque haya v¨ªctimas no hay responsables. No deber¨ªa sorprender, desde esta perspectiva, que los diputados no frecuenten la Carrera de San Jer¨®nimo: hay all¨ª muy poco que hacer.
Las burbujas
Los cuatro procesos descritos en los p¨¢rrafos anteriores han conformado un sistema pol¨ªtico en el que las instituciones est¨¢n, en el mal sentido de la palabra, excesivamente politizadas y en el que nadie acaba siendo responsable de sus actos porque nunca se exige en serio rendici¨®n de cuentas. Nadie dentro del sistema pone en cuesti¨®n los mecanismos de capturas de rentas que constituyen el inter¨¦s particular de la clase pol¨ªtica espa?ola. Este es el contexto en el que se desarrollaron no s¨®lo la burbuja inmobiliaria y el saqueo y quiebra de la gran mayor¨ªa de las Cajas de Ahorro, sino tambi¨¦n otras ¡°cat¨¢strofes naturales¡±, otros ¡°actos de Dios¡±, a cuya generaci¨®n tan adictos son nuestros pol¨ªticos. Porque, como el gran calamar de Taibbi, la clase pol¨ªtica espa?ola genera burbujas de manera compulsiva. Y lo hace no tanto por ignorancia o por incompetencia como porque en todas ellas captura rentas. Hagamos, sin pretensi¨®n alguna de exhaustividad, un brev¨ªsimo repaso de las principales tropel¨ªas impunes de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas: la burbuja inmobiliaria, las Cajas de Ahorro, las energ¨ªas renovables y las nuevas autopistas de peaje.
La burbuja inmobiliaria espa?ola fue, en t¨¦rminos relativos, la mayor de las tres que estuvieron en el origen de la actual crisis global, siendo las otras dos la estadounidense y la irlandesa. No hay duda de que, como las dem¨¢s, estuvo alimentada por los bajos tipos de inter¨¦s y por los desequilibrios macroecon¨®micos a escala mundial. Pero, dicho esto, al contrario de lo que sucede en EE UU, las decisiones sobre qu¨¦ se construye y d¨®nde se construye en Espa?a se toman en el ¨¢mbito pol¨ªtico. Aqu¨ª no se puede hablar de pecados por omisi¨®n, de olvido del principio de que los gestores p¨²blicos deben gestionar como diligentes padres de familia. No. En Espa?a la clase pol¨ªtica ha inflado la burbuja inmobiliaria por acci¨®n directa, no por omisi¨®n ni por olvido. Los planes urban¨ªsticos se fraguan en complejas y opacas negociaciones de las que, adem¨¢s de nuevas construcciones, surgen la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos y numerosas fortunas personales, tanto entre los recalificados como entre los recalificadores. Por si el poder de los pol¨ªticos ¨Cdecidir el qu¨¦ y el d¨®nde- no fuese suficiente, la transmisi¨®n del control de las Cajas de Ahorro a las comunidades aut¨®nomas a?adi¨® a los dos anteriores el poder de decisi¨®n sobre el qui¨¦n, es decir, el poder de decisi¨®n sobre qui¨¦n ten¨ªa financiaci¨®n de la Caja de turno para ponerse a construir. Esto supuso un salto cualitativo en la capacidad de captura de rentas de la clase pol¨ªtica espa?ola, acerc¨¢ndola todav¨ªa m¨¢s a la estrategia del calamar vampiro de Taibbi. Primero se infla la burbuja, a continuaci¨®n se capturan todas las rentas posibles y, por ¨²ltimo, a la que la burbuja pincha¡ ?ah¨ª queda eso! El panorama, cinco a?os despu¨¦s del pinchazo de la burbuja, no puede ser m¨¢s desolador. La econom¨ªa espa?ola no crecer¨¢ durante muchos a?os m¨¢s. Y las Cajas de Ahorro han desaparecido, la gran mayor¨ªa por insolvencia o quiebra t¨¦cnica. ?Ah¨ª queda eso!
Las otras dos burbujas que mencionar¨¦ son resultado de la peculiar simbiosis de nuestra clase pol¨ªtica con el ¡°capitalismo castizo¡±, es decir, con el capitalismo espa?ol que vive del favor del Bolet¨ªn Oficial del Estado. En una reuni¨®n reciente, un conocido inversor extranjero lo llam¨® ¡°relaci¨®n incestuosa¡±; otro, nacional, habl¨® de ¡°colusi¨®n contra consumidores y contribuyentes¡±. Sea lo que sea, recordemos en primer lugar la burbuja de las energ¨ªas renovables. Espa?a representa un 2% del PIB mundial y est¨¢ pagando el 15% del total global de las primas a las energ¨ªas renovables. Este dislate, presentado en su d¨ªa como una apuesta por situarse en la vanguardia de la lucha contra el cambio clim¨¢tico, es un sinsentido que Espa?a no se puede permitir. Pero estas primas generan muchas rentas y prebendas capturadas por la clase pol¨ªtica y, tambi¨¦n hay que decirlo, mucho fraude y mucha corrupci¨®n a todos los niveles de la pol¨ªtica y de la Administraci¨®n. Para financiar las primas, las empresas y familias espa?olas pagan la electricidad m¨¢s cara de Europa, lo que supone una grave merma de competitividad para nuestra econom¨ªa. A pesar de esos precios exagerados, y de que la generaci¨®n el¨¦ctrica tiene un exceso de capacidad de m¨¢s del 30%, el sistema el¨¦ctrico espa?ol ostenta un d¨¦ficit tarifario de varios miles de millones de euros al a?o y m¨¢s de 24.000 millones de deuda acumulada que nadie sabe c¨®mo pagar. La burbuja de las renovables ha pinchado y¡ ?ah¨ª queda eso!
La ¨²ltima burbuja que traer¨¦ a colaci¨®n, aunque la lista es m¨¢s larga (f¨²tbol, televisiones¡), es la formada por las innumerables infraestructuras innecesarias construidas en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas a costes astron¨®micos para beneficio de constructores y perjuicio de contribuyentes. Uno de los casos m¨¢s chirriantes es el de las autopistas radiales de Madrid, pero hay much¨ªsimos m¨¢s. Las radiales, que pretend¨ªan descongestionar los accesos a Madrid, se dise?aron y construyeron haciendo dejaci¨®n de principios muy importantes de prudencia y buena administraci¨®n. Para empezar, se hicieron unas previsiones temerarias del tr¨¢fico que dichas autopistas iban a tener. En la actualidad el tr¨¢fico no supera el 30% de lo previsto. Y no es por la crisis: en los a?os del boom tampoco hab¨ªa tr¨¢fico. A continuaci¨®n ?incomprensiblemente? el Gobierno permiti¨® que los constructores y los concesionarios fuesen, esencialmente, los mismos. Esto es un disparate, porque al disfrazarse los constructores de concesionarios mediante unas sociedades con muy poco capital y mucha deuda, se facilitaba que pasara lo que acab¨® pasando: los constructores cobraron de las concesionarias por construir las autopistas y, al constatarse que no hab¨ªa tr¨¢fico, amenazaron con dejarlas quebrar. Los principales acreedores eran ?oh sorpresa! las Cajas de Ahorro. Los m¨¢s de 3.000 millones de deuda nadie sabe c¨®mo pagarlos y acabar¨¢n recayendo sobre el contribuyente pero, en cualquier caso, ?ah¨ª queda eso!
La teor¨ªa
Termino aqu¨ª la parte descriptiva de este art¨ªculo en la que he resumido unos pocos ¡°hechos estilizados¡± que considero representativos del comportamiento colectivo, no necesariamente individual, y esto es importante recordarlo, de los pol¨ªticos espa?oles. Paso ahora a formular una teor¨ªa de la clase pol¨ªtica espa?ola como grupo de inter¨¦s.
El enunciado de la teor¨ªa es muy simple. La clase pol¨ªtica espa?ola no s¨®lo se ha constituido en un grupo de inter¨¦s particular, como los controladores a¨¦reos, por poner un ejemplo, sino que ha dado un paso m¨¢s, consolid¨¢ndose como una ¨¦lite extractiva, en el sentido que dan a este t¨¦rmino Acemoglu y Robinson en su reciente y ya c¨¦lebre libro Por qu¨¦ fracasan las naciones. Una ¨¦lite extractiva se caracteriza por:
"Tener un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza nueva, detraer rentas de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n en beneficio propio".
"Tener el poder suficiente para impedir un sistema institucional inclusivo, es decir, un sistema que distribuya el poder pol¨ªtico y econ¨®mico de manera amplia, que respete el Estado de derecho y las reglas del mercado libre. Dicho de otro modo, tener el poder suficiente para condicionar el funcionamiento de una sociedad abierta -en el sentido de Popper- u optimista -en el sentido de Deutsch".
"Abominar la 'destrucci¨®n creativa', que caracteriza al capitalismo m¨¢s din¨¢mico. En palabras de Schumpeter "la destrucci¨®n creativa es la revoluci¨®n incesante de la estructura econ¨®mica desde dentro, continuamente destruyendo lo antiguo y creando lo nuevo".? Este proceso de destrucci¨®n creativa es el rasgo esencial del capitalismo.¡±Una ¨¦lite extractiva abomina, adem¨¢s, cualquier proceso innovador lo suficientemente amplio como para acabar creando nuevos n¨²cleos de poder econ¨®mico, social o pol¨ªtico".
Con la navaja de Occam en la mano, si esta sencilla teor¨ªa tiene poder explicativo, ser¨¢ imbatible. ?Qu¨¦ tiene que decir sobre las cuatro preguntas que se le han planteado al principio del art¨ªculo? Veamos:
- La clase pol¨ªtica espa?ola, como ¨¦lite extractiva, no puede tener un diagn¨®stico razonable de la crisis. Han sido sus mecanismos de captura de rentas los que la han provocado y eso, claro est¨¢, no lo pueden decir. Cierto, hay una crisis econ¨®mica y financiera global, pero eso no explica seis millones de parados, un sistema financiero parcialmente quebrado y un sector p¨²blico que no puede hacer frente a sus compromisos de pago. La clase pol¨ªtica espa?ola tiene que defender, como est¨¢ haciendo de manera un¨¢nime, que la crisis es un acto de Dios, algo que viene de fuera, imprevisible por naturaleza y ante lo cual s¨®lo cabe la resignaci¨®n.
- La clase pol¨ªtica espa?ola, como ¨¦lite extractiva, no puede tener otra estrategia de salida de la crisis distinta a la de esperar que escampe la tormenta. Cualquier plan a largo plazo, para ser cre¨ªble, tiene que incluir el desmantelamiento, por lo menos en parte, de los mecanismos de captura de rentas de los que se beneficia. Y eso, por supuesto, no se plantea.
- ?Pidieron perd¨®n los controladores a¨¦reos por sus desmanes? No, porque consideran que defend¨ªan su inter¨¦s particular. ?Alguien ha o¨ªdo alguna disculpa de alg¨²n pol¨ªtico por la situaci¨®n en la que est¨¢ Espa?a? No, ni la oir¨¢, por la misma raz¨®n que los controladores. ?C¨®mo es que, como medida ejemplarizante, no se ha planteado en serio la abolici¨®n del Senado, de las diputaciones, la reducci¨®n del n¨²mero de ayuntamientos¡? Pues porque, ca¨ªdas las Cajas de Ahorro -y ante las dificultades presentes para generar nuevas burbujas- la defensa de las rentas capturadas restantes se lleva a ultranza.
- Tal y como establece la teor¨ªa de las ¨¦lites extractivas, los partidos pol¨ªticos espa?oles comparten un gran desprecio por la educaci¨®n, una fuerte animadversi¨®n por la innovaci¨®n y el emprendimiento y una hostilidad total hacia la ciencia y la investigaci¨®n. De la educaci¨®n s¨®lo parece interesarles el adoctrinamiento: las estridentes peleas sobre la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa contrastan con el silencio espeso que envuelve las cuestiones verdaderamente relevantes como, por ejemplo, el elevad¨ªsimo fracaso escolar o los lamentables resultados en los informes PISA. La innovaci¨®n y el emprendimiento languidecen en el marco de regulaciones disuasorias y fiscalidades punitivas sin que ning¨²n partido se tome en serio la necesidad de cambiarlas. Y el gasto en investigaci¨®n cient¨ªfica, concebido como suntuario de manera casi un¨¢nime, se ha recortado con especial sa?a sin que ni un solo pol¨ªtico relevante haya protestado por un disparate que compromete m¨¢s que ning¨²n otro el futuro de los espa?oles.
La teor¨ªa de las ¨¦lites extractivas, por lo visto hasta aqu¨ª, parece dar sentido a bastantes rasgos llamativos del comportamiento de la clase pol¨ªtica espa?ola. Veamos qu¨¦ nos dice sobre el futuro.
La predicci¨®n
La crisis ha acentuado el conflicto entre el inter¨¦s particular de la clase pol¨ªtica espa?ola y el inter¨¦s general de Espa?a. Las reformas necesarias para permanecer en el euro chocan frontalmente con los mecanismos de captura de rentas que sostienen dicho inter¨¦s particular. Por una parte, la estabilidad presupuestaria va a requerir una reducci¨®n estructural del gasto de las Administraciones p¨²blicas superior a los 50 millardos de euros, un 5% del PIB. Esto no puede conseguirse con m¨¢s recortes coyunturales: hacen falta reformas en profundidad que, de momento, est¨¢n in¨¦ditas. Se tiene que reducir dr¨¢sticamente el sector p¨²blico empresarial, esa zona gris entre la Administraci¨®n y el sector privado, que, con sus muchos miles de empresas, organismos y fundaciones, constituye una de las principales fuentes de rentas capturadas por la clase pol¨ªtica. Por otra parte, para volver a crecer, la econom¨ªa espa?ola tiene que ganar competitividad. Para eso hacen falta muchas m¨¢s reformas para abrir m¨¢s sectores a la competencia, especialmente en el mencionado sector p¨²blico empresarial y en sectores regulados. Esto deber¨ªa hacer m¨¢s dif¨ªcil seguir creando burbujas en la econom¨ªa espa?ola.
La infinita desgana con la que nuestra clase pol¨ªtica est¨¢ abordando el proceso reformista ilustra bien que, colectivamente al menos, barrunta las consecuencias que las reformas pueden tener sobre su inter¨¦s particular. La ¨²nica reforma llevada a t¨¦rmino por iniciativa propia, la del mercado de trabajo, no afecta directamente a los mecanismos de captura de rentas. Las que s¨ª lo hacen, exigidas por la UE como, por ejemplo, la consolidaci¨®n fiscal, no se han aplicado. Deliberadamente, el Gobierno confunde reformas con recortes y subidas de impuestos y ofrece los segundos en vez de las primeras, con la esperanza de que la tempestad amaine por s¨ª misma y, al final, no haya que cambiar nada esencial. Como eso no va a ocurrir, en alg¨²n momento la clase pol¨ªtica espa?ola se tendr¨¢ que plantear el dilema de aplicar las reformas en serio o abandonar el euro. Y esto, creo yo, ocurrir¨¢ m¨¢s pronto que tarde.
La teor¨ªa de las ¨¦lites extractivas predice que el inter¨¦s particular tender¨¢ a prevalecer sobre el inter¨¦s general. Yo veo probable que en los dos partidos mayoritarios espa?oles crezca muy deprisa el sentimiento ¡°pro peseta¡±. De hecho, ya hay en ambos partidos cabezas de fila visibles de esta corriente. La confusi¨®n inducida entre recortes y reformas tiene la consecuencia perversa de que la poblaci¨®n no percibe las ventajas a largo plazo de las reformas y s¨ª experimenta el dolor a corto plazo de los recortes que, invariablemente, se presentan como una imposici¨®n extranjera. De este modo se crea el caldo de cultivo necesario para, cuando las circunstancias sean propicias, presentar una salida del euro como una defensa de la soberan¨ªa nacional ante la agresi¨®n exterior que impone recortes insufribles al Estado de bienestar. Tambi¨¦n, por poner un ejemplo, los controladores a¨¦reos presentaban la defensa de su inter¨¦s particular como una defensa de la seguridad del tr¨¢fico a¨¦reo. La situaci¨®n actual recuerda mucho a lo ocurrido hace casi dos siglos cuando, en 1814, Fernando VII ¨C El Deseado- aplast¨® la posibilidad de modernizaci¨®n de Espa?a surgida de la Constituci¨®n de 1812 mientras el pueblo espa?ol le jaleaba al grito de ?vivan las ¡°caenas¡±! Por supuesto que al Deseado actual ¨Cll¨¢mese Mariano, Alfredo u otra cosa- habr¨ªa que jalearle incorporando la vigente sensibilidad auton¨®mica, utilizando gritos del tipo ?viva G¨¹rtel! ?vivan los ERE de Andaluc¨ªa! ?visca el Palau de la M¨²sica Catalana! Pero, en cualquier caso, las diferencias ser¨ªan m¨¢s de forma que de fondo.
Una salida del euro, tanto si es por iniciativa propia como si es porque los pa¨ªses del norte se hartan de convivir con los del sur, ser¨ªa desastrosa para Espa?a. Implicar¨ªa, como acertadamente se?alaron Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde, Luis Garicano y Tano Santos en EL PA?S el pasado mes de junio, no s¨®lo una vuelta a la Espa?a de los 50 en lo econ¨®mico, sino un retorno al caciquismo y a la corrupci¨®n en lo pol¨ªtico y en lo social que llevar¨ªa a fechas muy anteriores y que superar¨ªa con mucho a la situaci¨®n actual, que ya es muy mala. El calamar vampiro, reducido a chipir¨®n, ser¨ªa cabeza de rat¨®n en vez de cola de le¨®n, pero eso nuestra clase pol¨ªtica lo ve como un mal menor frente a la alternativa del harakiri que suponen las reformas. Los liberales, como en 1814, ser¨ªan masacrados ¨Cde hecho, en los dos partidos mayoritarios, ya se observan movimientos en esa direcci¨®n.
El peligro de que todo esto acabe ocurriendo en un plazo relativamente corto es, en mi opini¨®n, muy significativo. ?Se puede hacer algo por evitarlo? Lamentablemente, no mucho, aparte de seguir publicando art¨ªculos como ¨¦ste. Como muestran todos los sondeos, el desprestigio de la clase pol¨ªtica espa?ola es inmenso, pero no tiene alternativa a corto plazo. A m¨¢s largo plazo, como explico a continuaci¨®n, s¨ª la tiene.
Cambiar el sistema electoral
La clase pol¨ªtica espa?ola, como hemos visto en este art¨ªculo, es producto de varios factores entre los que destaca el sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas confeccionadas por las c¨²pulas de los partidos pol¨ªticos. Este sistema da un poder inmenso a los dirigentes de los partidos y ha acabado produciendo una clase pol¨ªtica disfuncional. No existe un sistema electoral perfecto -todos tienen ventajas e inconvenientes- pero, por todo lo expuesto hasta aqu¨ª, en Espa?a se tendr¨ªa que cambiar de sistema con el objetivo de conseguir una clase pol¨ªtica m¨¢s funcional. Los sistemas mayoritarios producen cargos electos que responden ante sus electores, en vez de hacerlo de manera exclusiva ante sus dirigentes partidarios. Como consecuencia, las c¨²pulas de los partidos tienen menos poder que las que surgen de un sistema proporcional y la representatividad que dan de las urnas est¨¢ menos mediatizada. Hasta aqu¨ª todo son ventajas. Tambi¨¦n hay inconvenientes. Un sistema proporcional acaba dando esca?os a partidos minoritarios que podr¨ªan no obtener ninguno con un sistema mayoritario. Esto perjudicar¨ªa a partidos minoritarios de base estatal, pero beneficiar¨ªa a partidos minoritarios de base regional. En cualquier caso, el rasgo relevante de un sistema mayoritario es que el electorado tiene poder de decisi¨®n no solo sobre los partidos sino tambi¨¦n sobre las personas que salen elegidas y eso, en Espa?a, es ahora una necesidad perentoria que compensa con creces los inconvenientes que el sistema pueda tener.
Un sistema mayoritario no es b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s que cure al instante cualquier herida. Pero es muy probable que generase una clase pol¨ªtica diferente, m¨¢s adecuada a las necesidades de Espa?a. En Italia es inminente una propuesta de ley para cambiar el actual sistema proporcional por uno mayoritario corregido: dos tercios de los esca?os se votar¨ªan en colegios uninominales y el tercio restante en listas cerradas en las que los esca?os se distribuir¨ªan proporcionalmente a los votos obtenidos. Parece ser que el Gobierno ¡°t¨¦cnico¡± de Monti ha llegado a conclusiones similares a las que defiendo yo aqu¨ª: sin cambiar a una clase pol¨ªtica disfuncional no puede abordarse un programa reformista ambicioso. Y es que, como le o¨ª decir una vez a Carlos Solchaga, un ¡°t¨¦cnico¡± es un pol¨ªtico que, adem¨¢s, sabe de algo. ?Para cu¨¢ndo una reforma electoral en Espa?a? ?Habr¨¢ que esperar a que lleguen los ¡°t¨¦cnicos¡±?
C¨¦sar Molinas publicar¨¢ en 2013 un libro titulado ¡°?Qu¨¦ hacer con Espa?a?¡±. Este art¨ªculo corresponde a uno de sus cap¨ªtulos.
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