?Qu¨¦ ha pasado con el cuarto poder?
Para sobrevivir en un contexto de transformaci¨®n y crisis los medios deber¨ªan centrarse en la informaci¨®n
Que el pr¨ªncipe Guillermo acusara efectivamente a la BBC de conspirar en la muerte de su madre fue una declaraci¨®n sorprendente a muchos niveles. Es dif¨ªcil exagerar las repercusiones que el caso Martin Bashir tendr¨¢ para los medios de comunicaci¨®n de Reino Unido, y no solo para el servicio p¨²blico de radiodifusi¨®n.
En mis 35 a?os como periodista he sido testigo de la ca¨ªda de los baremos tanto en la radiodifusi¨®n como en los ...
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Que el pr¨ªncipe Guillermo acusara efectivamente a la BBC de conspirar en la muerte de su madre fue una declaraci¨®n sorprendente a muchos niveles. Es dif¨ªcil exagerar las repercusiones que el caso Martin Bashir tendr¨¢ para los medios de comunicaci¨®n de Reino Unido, y no solo para el servicio p¨²blico de radiodifusi¨®n.
En mis 35 a?os como periodista he sido testigo de la ca¨ªda de los baremos tanto en la radiodifusi¨®n como en los denominados peri¨®dicos de calidad. Ambos tienen algo m¨¢s en com¨²n: una base econ¨®mica en declive. Lo primero y lo segundo est¨¢n relacionados. De hecho, creo que la mejor manera de contar la historia es desde una perspectiva econ¨®mica.
El servicio p¨²blico de radiodifusi¨®n constituye un monopolio, por ejemplo, en Reino Unido, y un oligopolio en muchos otros pa¨ªses. Los peri¨®dicos sol¨ªan ser un cartel con caracter¨ªsticas de oligopolio. Lo tr¨¢gico es que ambos siguen comport¨¢ndose de la misma manera, aunque su entorno haya cambiado. Antes, los peri¨®dicos vend¨ªan historias a los lectores por un m¨®dico precio o una cuota de suscripci¨®n, y vend¨ªan lectores a los anunciantes. Tanto los lectores como los anunciantes eran audiencias cautivas. No ten¨ªan alternativa a la que acudir. Todos sabemos lo que pas¨® cuando aparecieron Google y Facebook. Hace 20 a?os, hab¨ªa que ver las noticias pol¨ªticas antes de que llegaran los deportes. Hoy en d¨ªa uno mira lo que quiere cuando quiere.
Mi experiencia en los medios de comunicaci¨®n me ha ense?ado que los que prosperan en los carteles oligop¨®licos no son los mismos que triunfan en los mercados competitivos. En los primeros, como los medios de comunicaci¨®n y la industria cinematogr¨¢fica, codearse con los jefes es lo que permite llegar a lo m¨¢s alto. Los medios de comunicaci¨®n reclutan su personal en un peque?o n¨²mero de universidades de ¨¦lite. La mayor¨ªa de las veces, la selecci¨®n y los ascensos no son transparentes. El jefe decide. Los economistas han acu?ado una expresi¨®n para esta pr¨¢ctica: selecci¨®n adversa.
La decadencia de los peri¨®dicos empez¨® antes de la era digital. En Reino Unido y Estados Unidos yo la datar¨ªa en la d¨¦cada de 1970, cuando la ¨¦poca del editor de peri¨®dicos rico y poco dado a involucrarse lleg¨® a su fin. Ese momento qued¨® bien retratado en la obra teatral Ink. La era digital aceler¨® en gran medida el declive, y represent¨® un desaf¨ªo que la mayor¨ªa de editores y directores de peri¨®dicos no comprendieron intelectualmente. Desde entonces, muchas publicaciones locales han desaparecido. Las grandes cabeceras nacionales siguen resistiendo. Tienen menos lectores que antes, les resulta m¨¢s dif¨ªcil hacer trampas con sus cifras de tirada que antes, y pagan sueldos bajos. Hoy en d¨ªa, los j¨®venes periodistas viven en pisos compartidos o en las zonas residenciales de la periferia de Londres. El periodismo tradicional se ha convertido en una profesi¨®n muy deteriorada y empobrecida, por debajo del nivel de las superestrellas de los medios de comunicaci¨®n y de los empresarios del sector.
En los viejos tiempos, las cadenas determinaban la agenda. Cuando era un joven periodista en Londres, sol¨ªa seguir casi religiosamente la programaci¨®n de noticias de la BBC, que por lo general consist¨ªa en el telediario de las nueve y las emisiones Newsnight, Panorama y Question Time. No estoy seguro de si han cambiado los programas, he cambiado yo, o hemos cambiado los dos, pero ahora casi todos me parecen infumables. Y lo mismo se puede decir de los peri¨®dicos. No conozco a muchos j¨®venes que sigan ley¨¦ndolos, pero incluso para los adictos a la informaci¨®n como yo, no tienen la importancia que ten¨ªan antes.
Lo que ocurre es que los antiguos medios de comunicaci¨®n siguen cultivando el mismo modelo de venta de historias, cuando lo que deber¨ªan hacer ser¨ªa ofrecer informaci¨®n, es decir, contenidos de inter¨¦s para el p¨²blico que, de otro modo, nadie contar¨ªa. La mayor¨ªa de las primicias no entran en esta categor¨ªa. Son filtraciones. O peor a¨²n, son globos sonda. ?Por qu¨¦ pagar dinero por falsas primicias o por noticias para entretenerse si las hay gratis en abundancia? La gente todav¨ªa est¨¢ dispuesta a pagar por informaci¨®n pol¨ªtica o financiera de calidad, o por an¨¢lisis que pongan en entredicho las opiniones convencionales en contraposici¨®n a los editoriales an¨®nimos redactados por comit¨¦s.
Esto es lo que yo aconsejar¨ªa hacer a los directores y editores de peri¨®dicos:
1. Dejar de recompensar las primicias. Recompensar la informaci¨®n.
2. Dejar de aceptar premios de periodismo. Establecen los incentivos equivocados.
3. Dejar de mezclarse con los ricos y famosos en sitios como Davos.
4. Hacer su trabajo.
Este ser¨ªa solo el principio de una largu¨ªsima lista de tareas. Unos pocos lo pondr¨¢n en pr¨¢ctica. La mayor¨ªa, no. La vieja guardia sigue empecin¨¢ndose. Hay m¨¢s premios period¨ªsticos que nunca. La cultura de las falsas primicias perdura. Se aferran a un mundo que hace tiempo que pas¨®. En vez de buscar nuevas fuentes de ingresos, el sector de la prensa suplica a Facebook y a Google que compartan parte de los suyos. El camino que separa la arrogancia oligopolista de la autocompasi¨®n y la nostalgia es incre¨ªblemente corto.
Hay un famoso dicho de la era digital atribuido a Bill Gates, seg¨²n el cual solemos sobreestimar la velocidad a la que cambian las cosas, pero en ¨²ltima instancia subestimamos sus repercusiones globales. La observaci¨®n es un poco demasiado simplona para mi gusto, pero encaja con el cambio en el sector de los medios de comunicaci¨®n. Gran parte de los servicios de radiodifusi¨®n p¨²blicos y de los peri¨®dicos seguir¨¢n haciendo lo que hac¨ªan antes, pero con menos dinero y menos audiencias y lectores. Poco a poco ir¨¢n difumin¨¢ndose en nuestra conciencia colectiva.
Un d¨ªa, todav¨ªa lejano, desaparecer¨¢n, y nadie se dar¨¢ cuenta de nada.
Wolfgang M¨¹nchau es director de eurointelligence.com
Traducci¨®n de News Clips.