La apuesta de S¨¢nchez
El instinto de jugador del presidente le anima a ese riesgo extremo que puede dar para salir despedazado pero tambi¨¦n para so?ar con la puerta grande
¡°El p¨®ker es la guerra, aunque la gente finja que es un juego¡±, dec¨ªa Texas Dolly, el legendario jugador que inaugur¨® la n¨®mina del mill¨®n de d¨®lares. Y a la pol¨ªtica le sucede algo semejante. Con los a?os, envejecen los viejos tratados y nada sirve mejor para entender la pol¨ªtica que los libros de p¨®ker. Ah¨ª se aprende que la suerte tiene un valor relativo pero inequ¨ªvoco: ¡°Si la suerte no influyera en el p¨®ker, yo siempre ganar¨ªa¡±, razonaba el gran Phil Hellmuth, ganador de quince brazaletes en las series mundiales. La suerte influye, aunque en cierta medida, como apuntaba otro grande: ¡°Un jugador de p¨®ker tiene que tener suerte, de la misma manera que Warren Buffet tiene suerte jugando en el mercado de valores a?o tras a?o¡±. En cualquier caso, adem¨¢s de talento y suerte, se requiere un instinto depredador. Y Pedro S¨¢nchez tiene talante de jugador con aplomo para apostar fuerte. Tiende a arriesgar. Ahora los indultos lo exponen m¨¢s que llevar a Iglesias a su Gobierno ¨Dde hecho, Iglesias no ha soportado estar ah¨ª¨D pero har¨¢ la apuesta. ¡°Liderazgo valiente¡±, lo denomina Iv¨¢n Redondo. Un modo de llamarlo.
El indulto es una apuesta que para bien o para mal, incluso para peor, tendr¨¢ impacto pol¨ªtico, institucional, legal, moral y c¨ªvico. El instinto de jugador de S¨¢nchez le anima a ese riesgo extremo que puede dar para salir despedazado pero tambi¨¦n para so?ar con la puerta grande. Hay quien lo compara con el di¨¢logo final de Zapatero con ETA mientras la derecha lo llamaba fel¨®n y lo acusaba de traicionar a las v¨ªctimas. Lo hace el propio Zapatero. Y sin embrago, hay una diferencia sustancial: este expon¨ªa mucho en algo que pod¨ªa tener un gran beneficio colectivo, en cambio, S¨¢nchez se beneficia comprando su estabilidad. De ah¨ª que se generalice la idea, sugerida por el propio Tribunal Supremo, del ¡°autoindulto¡±. El oportunismo resulta obvio. El l¨ªder de la oposici¨®n recordaba, en la ¨²ltima sesi¨®n de control, c¨®mo S¨¢nchez defend¨ªa antes el cumplimiento ¨ªntegro de las penas del 1-O y acabar con la medida de gracia. Ahora desde?a la sentencia a riesgo de ejercer de avalista de la tesis indepe de la venganza del Estado.
El esp¨ªritu de la Constituci¨®n no sugiere, en modo alguno, la menor complacencia ante quienes trataron de subvertir el orden constitucional con un movimiento secesionista. Esa apuesta pol¨ªtica va con cartas marcadas, y adem¨¢s a cuenta de todos. Ahora est¨¢ por ver que sirva para cambiar la percepci¨®n entre los dos millones de votantes indepes, donde hay un 70% a favor, como hay un 70% en contra entre los dem¨¢s espa?oles, y por tanto no solo de derechas. El tablero va a ser muy hostil. Y ser¨¢ dif¨ªcil convertir esta apuesta en un triunfo del Estado, y no una derrota, mientras los indepes defienden el mantenimiento de la hoja de ruta procesista con el delito de sedici¨®n, por cierto, ya despejado. Pero S¨¢nchez es un jugador. De alto riesgo.
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