Aut¨¦nticos nacionalistas
Los dubitativos que quieren los indultos para pasar p¨¢gina deben disimularlo para no ser tildados de traidores. Saben que ser¨¢ el principio del fin
No dejar¨¢n de ser independentistas, aunque sepan que jam¨¢s ver¨¢n la independencia. No se arrepentir¨¢n, antes al contrario repetir¨¢n tantas veces como haga falta que lo volver¨¢n a hacer si creen que la ocasi¨®n se les presenta de nuevo. No reconocer¨¢n abiertamente que se equivocaron, aunque lo admitan con la boca peque?a y se sientan frustrados y humillados por su propia torpeza.
Son nacionalistas aut¨¦nticos. Sit¨²an su idea de naci¨®n por encima de las leyes, porque consideran que la naci¨®n es anterior a cualquier constituci¨®n y a cualquier ordenamiento jur¨ªdico. Es ilusi¨®n pretender de ellos un compromiso respecto a una regla de juego que no reconocen, porque quieren crear su propia regla de juego.
No son republicanos a pesar de que afirmen lo contrario. Conciben la democracia solo como el camino hacia su victoria. La vida de la naci¨®n est¨¢ por encima de los reg¨ªmenes pol¨ªticos y de los derechos de los ciudadanos. Un nacionalista aut¨¦ntico es alguien que est¨¢ dispuesto a admitirlo todo, incluso una dictadura, a cambio de la emancipaci¨®n nacional de sus ensue?os.
Han sido una minor¨ªa insignificante en dos siglos de nacionalismos, pero la gran recesi¨®n primero y los populismos m¨¢s tarde les dieron la oportunidad so?ada. Creyeron que ser¨ªa la ¨²ltima y que hab¨ªa que apostarlo todo en esta jugada postrera, que calificaron de hist¨®rica: o ahora o nunca, o sumisi¨®n o independencia, o todo o nada.
Ha sido nada. Sus l¨ªderes se dividieron y pelearon, sin freno ni l¨ªmites en sus resentimientos. Unos huyeron y otros fueron encarcelados, unidos todav¨ªa por los intereses y la ret¨®rica. Para conservar el poder que obtuvieron gracias a su cabalgada populista: por eso gobiernen coaligados y peleados. Para sostener la ret¨®rica de su martirologio patri¨®tico, sus presos y sus exiliados, su pueblo un¨¢nime, enfrentados a un Estado cruel y enemigo.
Aprovechar la ley para saltarse la ley no es para ellos contorsi¨®n sino costumbre. V¨¦ase la desenvoltura con que se re¨²nen en las c¨¢rceles que ellos mismos administran y la libertad con la que los presos participan en programas televisivos, m¨ªtines y tomas de posesi¨®n de sus compa?eros de Gobierno.
No quieren los indultos, sino la improbable amnist¨ªa. Estas c¨¢rceles amables les sirven como potente arma unificadora. Y los dubitativos que quieren los indultos para pasar p¨¢gina deben disimularlo para no ser tildados de traidores. Saben que ser¨¢ el principio del fin. Del enga?o, no del ensue?o, que empez¨® a desvanecerse mucho antes.
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