Pablo callado
Casado no puede reclamar condenas desmesuradas para delitos contra la democracia espa?ola mientras se muestra comprensivo con comportamientos igual de da?inos para las instituciones del Estado
Cuando Pablo Casado anunci¨® que no volver¨ªa a hablar de la corrupci¨®n en su partido son¨® a broma. Sin embargo, insiste en ello. Su ¨²ltima estrategia para lograrlo fue convocar una rueda de prensa en plena calle y as¨ª lograr que los ac¨®litos increparan a los periodistas que le planteaban preguntas sobre la imputaci¨®n de Mar¨ªa Dolores de Cospedal y su marido en la trama de espionaje policial para destruir pruebas en poder de B¨¢rcenas que perjudicaran al partido. Considera Casado que no tiene por qu¨¦ dar explicaciones de los continuados casos de corrupci¨®n que salpican a su formaci¨®n pues se produjeron en un pasado en el que no ¨¦l no ocupaba los cargos de responsabilidad. Silencio que no le impide se?alar las faltas de los dem¨¢s. As¨ª que suena un poco como esos entrenadores que se muestran comprensivos con los errores de los ¨¢rbitros, pero solo cuando les favorecen.
La excusa de Casado para eludir su responsabilidad es de categor¨ªa metaf¨ªsica. Seg¨²n su teor¨ªa, un partido no es su pasado sino solo su presente. La solidez de ese razonamiento es nula. Basta comprobar que ahora vivimos un episodio en torno a la posibilidad de indultar a los presos del proc¨¦s que ya llevan m¨¢s de tres a?os encarcelados. El partido se ha echado a la calle para reunir firmas en contra. Es una estrategia que ya utiliz¨® durante la aprobaci¨®n del Estatut y cuya ¨²nica motivaci¨®n era destrozar las posibilidades electorales del presidente Zapatero. Desde la perspectiva del tiempo, incluso los dirigentes m¨¢s inteligentes de su partido conceden que fue un error de bulto que trajo consecuencias penosas a nuestro pa¨ªs. Cometer un mismo error de nuevo ser¨ªa una torpeza por parte de un l¨ªder con futuro, pero claro, si considera que el pasado es una entelequia inexistente, entonces todo le est¨¢ permitido.
Si se confirman los procesos en curso, el PP ser¨ªa responsable subsidiario de una red corrupta que extra¨ªa fondos p¨²blicos para pagar sus actos de campa?a, sobresueldos y hasta las obras de la sede. Se sospecha incluso del montaje de una red parapolicial que utilizaba a funcionarios p¨²blicos para espiar y destruir pruebas incriminatorias, lo cual traer¨ªa consecuencias penales graves. Nadie deber¨ªa olvidar que el preso Jordi Cuixart cumple condena de una d¨¦cada de c¨¢rcel por entorpecer un registro judicial en la sede de la Consejer¨ªa de Econom¨ªa catalana. No se sabe qu¨¦ condena habr¨ªa recibido si hubiera destruido los discos duros donde se guardaba informaci¨®n comprometedora o hubiera dispuesto de fuerzas policiales para lograr entorpecer la acci¨®n judicial.
Lo que Pablo Casado deber¨ªa emprender es el camino opuesto a su silencio. No puede reclamar condenas desmesuradas para delitos contra la democracia espa?ola mientras se muestra comprensivo con comportamientos igual de da?inos para las instituciones del Estado. El silencio, que es una bell¨ªsima opci¨®n vital, carece de credibilidad en el concierto de rebuznos, agitaci¨®n y oportunismo al que nos tienen acostumbrados nuestros pol¨ªticos. Lo que pretende Pablo Casado cuando se finge callado es acariciar ese estado ideal de ausencia del que habla el poema de Neruda. Pero en su caso la ausencia es una deserci¨®n en toda regla de la obligaci¨®n de colaborar con la justicia. El camino que lleva de la sensatez a la insensatez es corto, c¨®modo y ventajoso, pero el viaje de regreso es sencillamente imposible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.