A Voltaire no se le encarcela
Fue De Gaulle y no Sartre el que sali¨® engrandecido de aquel lance entre el Gobierno y el fil¨®sofo que hac¨ªa apolog¨ªa del terrorismo
Dif¨ªcil superar a Jean-Paul Sartre. Y especialmente su prefacio a Los condenados de la tierra, el panfleto del psicoanalista y fil¨®sofo anticolonialista Frantz Fanon, esencial para entender las violentas guerras de liberaci¨®n nacional de los pa¨ªses del Tercer Mundo.
Bastan dos frases de este texto famoso. ¡°Leed a Fanon: sabr¨¦is que en tiempos de impotencia, la locura asesina es el inconsciente colectivo de los colonizados¡±. ¡°Al principio de la revuelta hay que asesinar: abatir a un europeo es matar dos p¨¢jaros de un tiro, suprimir a la vez a un opresor y a un oprimido: quedan un hombre muerto y un hombre libre; el superviviente siente por primera vez bajo sus pies el suelo de la naci¨®n¡±.
Ahora nos revuelven el est¨®mago, pero en 1961, en la ¨¦poca de su publicaci¨®n, en el momento ¨¢lgido de los movimientos de liberaci¨®n nacional en el Tercer Mundo, suscitaban otro tipo de reacciones. El presidente de la Rep¨²blica, Charles de Gaulle, se lo dijo bien a las claras al ministro del Interior, que ten¨ªa ya preparada la orden de detenci¨®n: ¡°No se encarcela a Voltaire¡±.
El anciano general se las sab¨ªa todas. Ten¨ªa perfecta conciencia de la impunidad del gran intelectual, que pod¨ªa exhibir e incluso defender con argumentos crueles y obscenos su colaboraci¨®n con el terrorismo argelino. Pero sab¨ªa que era un s¨ªmbolo internacional de Francia, como Edith Piaf, Brigitte Bardot o el Citro?n dos caballos. Gracias a la protecci¨®n que le otorg¨®, Sartre pudo seguir a?os m¨¢s tarde con sus apolog¨ªas de la violencia en La Cause du Peuple, el ¨®rgano de la mao¨ªsta Gauche Prol¨¦tarienne que le nombro director de la publicaci¨®n.
Las peleas que aqu¨ª nos ocupan en torno a los indultos y a los castigos penales y administrativos por malversaciones y delitos vinculados al proceso independentista nada tienen que ver con la sangrienta historia de la guerra de Argelia y el fundador de la Quinta Rep¨²blica. Pero aqu¨ª tambi¨¦n se juega el prestigio y la imagen internacional del pa¨ªs ¡ªde sus instituciones, la justicia o los organismos de supervisi¨®n contable. Y su capacidad para incluir a todas las posiciones pol¨ªticas pac¨ªficas y civilizadas e incluso enorgullecerse de quienes son sus emblemas acad¨¦micos e intelectuales m¨¢s destacados.
Si nadie fuera de Francia pod¨ªa entender que se encarcelara a Sartre, fuera de Espa?a se hace tambi¨¦n dif¨ªcil de entender que se condene a la ruina a Andreu Mas-Colell, uno de nuestros economistas m¨¢s brillantes. Fue De Gaulle y no Sartre quien sali¨® engrandecido del lance y de la historia entera.
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