Autocracia palestina
La protesta contra Abbas est¨¢ cargada de leg¨ªtimos argumentos
Tras el mayo palestino de emergentes protestas juveniles contra Israel en Jerusal¨¦n y el desaf¨ªo b¨¦lico de Ham¨¢s desde Gaza, el presidente Mahmud Abbas ha guardado silencio en Ramala, sede administrativa de la Autoridad Palestina en Cisjordania, mientras el mundo cambiaba ante sus ojos. La decisi¨®n de posponer indefinidamente las primeras elecciones legislativas convocadas en tres lustros le hab¨ªa enajenado poco antes gran parte del apoyo de la sociedad civil. Los ¨²ltimos sondeos muestran que Al Fatah, el partido nacionalista laico que lidera, se ha convertido en pr¨¢cticamente irrelevante, con un 14% de intenci¨®n de voto, frente al auge de la popularidad de los islamistas, que alcanzan el 56%. Ocho de cada diez ciudadanos consultados creen que el Gobierno est¨¢ instalado en la corrupci¨®n.
La frustraci¨®n y el descontento, que permanec¨ªan contenidos bajo la pandemia, se han desbordado tras la reciente muerte del disidente Nizar Banat despu¨¦s de haber sido detenido por los servicios de seguridad palestinos. Militante de Al Fatah que hab¨ªa roto con el oficialismo, Banat era una de las voces m¨¢s cr¨ªticas contra la pol¨ªtica de la Autoridad Palestina. Sus familiares han asegurado que fue golpeado brutalmente al ser arrestado de madrugada en Hebr¨®n por m¨¢s de dos decenas de agentes. Pocas horas despu¨¦s, responsables palestinos se limitaron a informar de que su salud se hab¨ªa deteriorado repentinamente y depositaron su cad¨¢ver en una morgue. Han prometido una investigaci¨®n a fondo, pero m¨¢s de una semana despu¨¦s todav¨ªa no se han publicado los resultados de la autopsia.
La misma sociedad civil que ha dejado de creer en el modelo autocr¨¢tico de Abbas, de 85 a?os, se ha echado a la calle para exigir justicia. Pero la inusual ola de manifestaciones contra el l¨ªder ya no se limita a reclamarle reformas democr¨¢ticas: exige su salida. La represi¨®n ha sido la ¨²nica respuesta ofrecida por los dirigentes palestinos. Los m¨¦todos represivos, que recuerdan a los utilizados por las dictaduras que se tambaleaban hace una d¨¦cada en T¨²nez y Egipto, han provocado la airada censura de Naciones Unidas y de la Administraci¨®n del presidente de EE UU, Joe Biden, que ha reanudado las relaciones con la Autoridad Palestina que quedaron truncadas bajo el mandato de Donald Trump. Sin embargo, la Uni¨®n Europea, que contribuye a financiar y formar a la polic¨ªa palestina, a¨²n no se ha pronunciado. La prevista visita conjunta en las pr¨®ximas semanas de los jefes de las diplomacias espa?ola e italiana a Palestina puede ser una buena ocasi¨®n para recordar a Abbas que debe escuchar las quejas de su pueblo, y no solo contra la ocupaci¨®n por Israel, sino tambi¨¦n contra su propio Gobierno. Son quejas cargadas de leg¨ªtimos argumentos frente a un desempe?o gubernamental completamente inaceptable.
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