Cisnes
En cuesti¨®n de huevos falsos, no son los peores aquellos que no guardan cr¨ªas en su interior sino los que albergan monstruos imprevistos
En la plaza Guip¨²zcoa donostiarra, lugar sagrado de mi infancia, vi pasar los cisnes un¨¢nimes de Rub¨¦n Dar¨ªo y aprend¨ª que un adjetivo ins¨®lito puede parecer extravagante y ser el m¨¢s exacto. Ahora, a la hembra de esos cisnes el Ayuntamiento le ha cambiado subrepticiamente los huevos que empezaba a incubar y los ha sustituido por imitaciones de yeso. El prop¨®sito de este fraude es evitar una segunda puesta que multiplicar¨ªa en exceso la poblaci¨®n de las aves. La madre estafada, que no usa calendario, lleva ya mucho m¨¢s tiempo del debido empollando esos huevos bald¨ªos y esperando las cr¨ªas que nunca vendr¨¢n. Est¨¢ adelgazando y da signos de agotamiento, por lo que han protestado asociaciones ecologistas. Pero su destino no es tan distinto del nuestro, que tambi¨¦n solemos dar nuestro calor (qu¨¦ pa¨ªs este donde a las esperanzas hay que ¡°abrigarlas¡±, dec¨ªa Ortega) a promesas institucionales que parecen fecundas y sin embargo son simples simulacros est¨¦riles. Suelo ya ponerme melanc¨®lico al pasar por la placita de mi ni?ez pero ahora al estanque ni me atrevo a acercarme...
En cuesti¨®n de huevos falsos, no son los peores aquellos que no guardan cr¨ªas de cisne en su interior sino los que albergan monstruos imprevistos. Los ciudadanos empollan indultos y di¨¢logo para obtener concordia y s¨®lo les aguarda una estruendosa nidada de enfrentamiento civil; dan c¨¢lido cobijo a supuestos derechos nacientes que aumentar¨¢n las libertades y obtienen chillonas estupideces que contradicen la biolog¨ªa y el humanismo; velan con paciencia porque nazca una educaci¨®n sin obligaci¨®n ni sanci¨®n y obtienen un remedo que de poco sirve a quienes la necesitan para promoverse socialmente... La sociedad obtiene castigo por lo err¨®neo de su maternal desvelo. Los huevos de yeso son frustrantes, pero los de dinamita ser¨¢n aniquiladores.
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