El fin de la repetici¨®n de curso
Reducir los altos niveles de fracaso es imperativo, pero hay que acompa?arlo de medidas para ayudar a reforzar a los rezagados
En 2011, el Gobierno del Reino Unido cre¨® la Education Endowment Foundation, una instituci¨®n dedicada a la investigaci¨®n educativa cuyos resultados puedan trasladarse a las decisiones de pol¨ªtica p¨²blica y a la pr¨¢ctica diaria de los centros educativos. Uno de sus m¨¢s conocidos servicios es la Caja de Herramientas, que ordena intervenciones educativas por su eficacia y coste a partir de centenares de estudios. De las 35 intervenciones analizadas, la menos eficaz, con efectos muy negativos sobre el aprendizaje y el abandono temprano, es la repetici¨®n de curso.
En Espa?a, repite curso cada a?o un 2% del alumnado de primaria y m¨¢s de un 8% del de la ESO. Esta decisi¨®n nos supone aproximadamente un gasto p¨²blico de 1.500 millones de euros. Al final de secundaria, en Espa?a ha repetido casi un 30% de los alumnos, cuando la media de los pa¨ªses de la UE es del 11%. Esto significa que repiten curso muchos alumnos que, con los mismos conocimientos, estar¨ªan promocionando de haber nacido en Francia, Grecia o Italia. Adem¨¢s, se da la especial crudeza de que la repetici¨®n afecta como en ning¨²n otro pa¨ªs al alumnado m¨¢s vulnerable. Hablamos por tanto de una medida ineficaz, cara e inequitativa.
Ante esto, cabe preguntarse c¨®mo es posible que un sistema educativo como el espa?ol, donde los alumnos tienen conocimientos semejantes a los de la UE, tenga una tasa de repetici¨®n semejante a la del L¨ªbano o Costa Rica. Hay dos motivos: el primero es la herencia cultural, que procede de nuestros vecinos franceses, fruto de m¨¢s de dos siglos de una visi¨®n selectiva de la educaci¨®n superior, que hoy se mantiene viva con escolares de 12 a?os. El segundo es normativo: nuestra regulaci¨®n ha facilitado que esa cultura de la repetici¨®n y el suspenso se mantenga a lo largo del tiempo, algo que otros pa¨ªses de nuestro entorno han ido abordando con acierto en la ¨²ltima d¨¦cada.
El Gobierno va a aprobar una medida en el contexto de la nueva ley (Lomloe) para acelerar la reducci¨®n de la repetici¨®n. Desde 1990, la normativa para decidir si un alumno debe repetir?refer¨ªa simult¨¢neamente a dos criterios: contar el n¨²mero de suspensos de las asignaturas de cada docente y considerar la evaluaci¨®n de todas las asignaturas de forma global mediante una decisi¨®n colectiva del equipo docente. Habitualmente, el primer criterio se acababa imponiendo sobre el segundo; la nueva medida lo elimina y?otorga todo el poder al equipo docente. Es una medida acertada: contar aprobados y suspensos para decidir sobre la repetici¨®n es la excepci¨®n, y no la norma, en los pa¨ªses de nuestro entorno.
Las reacciones en contra han sido especialmente fuertes. El argumento m¨¢s beligerante se resume en el tuit de un conocido periodista: ¡°Con la nueva ley de educaci¨®n Espa?a puede pasar a octavos de final con dos empates y una derrota.¡± As¨ª pues, la educaci¨®n obligatoria vendr¨ªa a ser comparable al evento competitivo y eliminatorio del momento: quien no es capaz de dar la talla se queda fuera y, en este caso, repite curso. Esta visi¨®n confunde la naturaleza inclusiva de la educaci¨®n obligatoria con la meritocr¨¢tica y selectiva de la educaci¨®n superior o del acceso al empleo p¨²blico; con la gran diferencia de que el Estado y los centros educativos son responsables ¨²ltimos de que los alumnos progresen hasta el final de la ESO, por lo que una medida como la repetici¨®n, que acelera su salida del sistema, no parece la mejor idea.
Hay otro argumento m¨¢s relevante que ha pasado m¨¢s desapercibido. Muchos docentes ven con buenos ojos la decisi¨®n, pero se sienten desamparados ante la falta de herramientas y recursos para mejorar los niveles de aprendizaje de ese 25% del alumnado rezagado que no tiene los aprendizajes m¨ªnimos. Si la repetici¨®n no es la soluci¨®n, argumentan, ser¨¢ necesario poner encima de la mesa medidas decididas para mejorar los resultados de esos alumnos que hasta ahora repet¨ªan y ahora van a promocionar curso.
Para ello, el Gobierno y las comunidades aut¨®nomas deben presentar un plan cre¨ªble: reducir la repetici¨®n es un buen primer paso porque ayuda a no empeorar la situaci¨®n de estos alumnos, pero es insuficiente si lo que importa es que mejoren. Podr¨ªa pues recurrirse a la Caja de Herramientas: entre las medidas m¨¢s eficaces, se encuentran las tutor¨ªas de refuerzo individualizadas o en peque?os grupos para el alumnado rezagado. Tras la covid-19, varios pa¨ªses vecinos est¨¢n lanzando grandes inversiones para financiar estos programas de tutor¨ªas para el alumnado m¨¢s castigado por las consecuencias de la pandemia. En Espa?a, estamos muy lejos de las cifras de estos pa¨ªses, y no digamos ya de los 1.500 millones que invertimos en repetici¨®n de curso cada a?o. Empezar por reducir la repetici¨®n es imperativo para no agravar las cosas; acompa?ar esa decisi¨®n de las medidas que mejor funcionan y los docentes reclaman, permitir¨ªa pasar p¨¢gina de un debate est¨¦ril y contribuir a la mejora del alumnado que m¨¢s lo necesita.
Lucas Gortazar es coordinador de Educaci¨®n en EsadeEcPol. @lucas_gortazar
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.