El fango y las azucenas
Tras el hallazgo de los cuerpos de 215 ni?os en un orfanato de la Iglesia, Canad¨¢ est¨¢ desenterrando un horror indescriptible
En el viejo internado de Kamloops, en la provincia canadiense de la Columbia Brit¨¢nica, se descubrieron a finales del pasado mes de mayo los restos sin identificar de 215 menores ind¨ªgenas. Desde entonces han aparecido m¨¢s cuerpos en otros dos internados, elevando as¨ª la cifra a 1.112. Todo apunta a que el horror y la conmoci¨®n que sacuden al pa¨ªs no han hecho m¨¢s que comenzar, ya que quedan 136 escuelas m¨¢s por investigar.
Esta red de internados, llamados escuelas residenciales, fue creada en 1883 por el primer ministro John A. Macdonald con el objetivo de ¡°civilizar¡± a la poblaci¨®n ind¨ªgena erradicando su cultura. Todos los ni?os y ni?as de las tres comunidades abor¨ªgenes canadienses (First Nations, Inuit y M¨¦tis) eran arrancados a la fuerza y separados de sus familias para ser trasladados a estos internados financiados por el Gobierno y gestionados por diversas iglesias cristianas, siendo la Iglesia cat¨®lica responsable de aproximadamente un 60% de estos centros. Todo esto podr¨ªa parecer una historia lejana en el tiempo, como tantos otros atropellos colonialistas del siglo XIX, si no fuera porque el ¨²ltimo de estos internados cerr¨® sus puertas en 1996. Es decir, hace tan solo 25 a?os.
Las condiciones de vida de los menores en estas escuelas eran vejatorias, inhumanas y en muchos casos constitutivas de delito: el maltrato psicol¨®gico y f¨ªsico y los abusos sexuales eran frecuentes, as¨ª como los suicidios de los alumnos. Se han llegado a documentar casos de ni?as a quienes, tras quedar embarazadas como consecuencia de los abusos de los responsables de las escuelas, se les arrebataba a sus beb¨¦s, que eran posteriormente arrojados a hornos para deshacerse de las pruebas.
El Gobierno de Canad¨¢ cre¨® en 2008 la Comisi¨®n por la Verdad y la Reconciliaci¨®n con el objetivo de investigar lo sucedido en estos centros, crear un espacio seguro para las v¨ªctimas y promover la reconciliaci¨®n entre las comunidades ind¨ªgenas y no ind¨ªgenas. Tras siete a?os de indagar en archivos y reunirse con supervivientes, la Comisi¨®n, a cargo del senador y juez ind¨ªgena Murray Sinclair, emiti¨® un informe en el que calificaba los hechos como genocidio cultural acometido por el Gobierno canadiense. El actual Centro Nacional por la Verdad y la Reconciliaci¨®n, que se define como ¡°un entorno de di¨¢logo y aprendizaje para honrar y mantener viva la historia de los supervivientes de las escuelas residenciales, as¨ª como de sus familias y comunidades¡±, est¨¢ colaborando en varias de las excavaciones que se est¨¢n llevando a cabo.
En las ¨²ltimas semanas, a ra¨ªz de los descubrimientos de los cuerpos, varias iglesias canadienses han sido vandalizadas y, en algunos casos, incendiadas. Algunas estatuas de personajes hist¨®ricos, desde el propio Macdonald a la reina Isabel II (actual monarca de Canad¨¢), han sido derribadas. De modo similar a lo que sucedi¨® el a?o pasado tras el asesinato de George Floyd en Minnesota, la furia por la injusticia racial ha saltado a las calles. Aunque parece a¨²n pronto para augurar una catarsis colectiva con una repercusi¨®n global similar, todo parece apuntar que s¨ª suceder¨¢. Tras la aparici¨®n de los primeros cuerpos en Kamloops, el senador Sinclair ha avisado de que Canad¨¢ debe prepararse porque lo m¨¢s duro est¨¢ por llegar. En 2015, la Comisi¨®n pensaba, en base a los archivos a los que hab¨ªa podido acceder, que el n¨²mero de cuerpos sin identificar ser¨ªa cercano a 4.000 en las 139 escuelas. Por el momento han aparecido 1.112 cad¨¢veres en tan solo tres centros.
Tanto el primer ministro, Justin Trudeau, como su antecesor Stephen Harper han pedido disculpas a la comunidad ind¨ªgena por el trato sufrido en estos internados. Lo mismo han hecho responsables de algunas iglesias anglicanas, y el Papa Francisco recibir¨¢ en el Vaticano a l¨ªderes ind¨ªgenas canadienses en diciembre. Por supuesto, las disculpas son imprescindibles, pero deben ir acompa?adas de acciones concretas para paliar el dolor de las v¨ªctimas, compensarlas por el da?o causado y asegurar que desaparezca la violencia sist¨¦mica que contin¨²a sufriendo la poblaci¨®n ind¨ªgena.
?Es posible que Canad¨¢, aun con los impedimentos legales por parte del Gobierno y las diferentes administraciones, est¨¦ mostrando el camino de lo que deber¨ªa hacerse en otros pa¨ªses? En junio de 1936, Federico Garc¨ªa Lorca afirmaba en una entrevista al diario El Sol: ¡°Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas¡±. Al cumplirse este verano 85 a?os de su muerte, y a pesar de las excavaciones realizadas hasta el momento, a¨²n se desconoce el paradero del cuerpo del poeta, como el de miles de ni?os ind¨ªgenas en Canad¨¢, solo que en el caso de estos menores ni siquiera constaba que hab¨ªan muerto. El horror que se est¨¢ desenterrando en Canad¨¢ es indescriptible, pero dolorosamente necesario. Como dijo el primer ministro Trudeau hace unos d¨ªas, con motivo del d¨ªa nacional de Canad¨¢ ¡°debemos ser honestos con nosotros mismos y nuestra historia, porque para poder trazar un nuevo y mejor camino hacia adelante tenemos que admitir los terribles errores de nuestro pasado¡±.
Ernesto Filardi es poeta, dramaturgo y director teatral.
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