Causas
No es sencillo encontrarlas nobles o sensatas que no hayan justificado atropellos
Estos d¨ªas, para limpiarme un poco de la poluci¨®n pol¨ªtica, he estado leyendo El espectador (Acantilado) de Kert¨¦sz. Cita con aprobaci¨®n unas l¨ªneas del Doktor Faustus de Thomas Mann: ¡°Basta con llamar ¡°pueblo¡± a la masa si se la quiere inducir a lo retr¨®grado y maligno. ?Cu¨¢ntas cosas han ocurrido ante nuestros ojos... en nombre del ¡°pueblo¡±, cosas que dif¨ªcilmente podr¨ªan haber ocurrido en nombre de Dios, o de la humanidad, o del derecho!¡±. El comienzo es dif¨ªcilmente refutable, sobre todo si se vive en la Espa?a actual. Pero el resto me parece de un catastrofismo... optimista (y tiemblo al discrepar de cumbres como Mann o Kert¨¦sz). Conviene sin duda subrayar el uso crimin¨®geno o al menos estupidizador del recurso al ¡°pueblo¡±: pero lo mismo pasa si se recurre a Dios (a los yihadistas me remito), a la humanidad (ha legitimado formas poco disimuladas de colonialismo) o incluso al derecho (el Lebensraum en lo tr¨¢gico o los indultos a golpistas en la farsa). En general, no es sencillo encontrar causas nobles o sensatas que no hayan justificado atropellos: todas sirven para ¡°cargarse de raz¨®n¡± ¡ªcomo dec¨ªa Ferlosio¡ª y poder dispararse luego hacia donde m¨¢s da?o pueden hacer.
Para descubrir cu¨¢ndo una causa aparentemente irreprochable se ha puesto al servicio de lo inconfesable hay que atender a ciertas se?ales. La primera, el desd¨¦n por la Ley. S¨®lo las leyes protegen al ciudadano contra los falsos profetas... o los profetas aut¨¦nticos, que son no menos peligrosos. Otra se?al es la hipertrofia de la mentira: los pol¨ªticos siempre mienten algo, va en su oficio, todo el que dice ¡°nosotros¡± miente, pero a veces las mentiras se hacen enormes y devoran las peque?as verdades cotidianas. Resumen: como dijo Camus, ¡°en pol¨ªtica son los medios los que justifican el fin¡±.
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