Pulso inaceptable de Boris Johnson
Londres pretende sin argumentos v¨¢lidos renegociar el Protocolo para Irlanda del Norte que firm¨®
El Gobierno brit¨¢nico reclam¨® ayer a la Uni¨®n Europea renegociar el Protocolo para Irlanda del Norte pactado en el marco del Brexit, retract¨¢ndose sin argumentos v¨¢lidos de la palabra dada. Londres amenaza a los Veintisiete con desentenderse de la aplicaci¨®n del acuerdo vigente si Bruselas no acepta la renegociaci¨®n. Correctamente, ...
El Gobierno brit¨¢nico reclam¨® ayer a la Uni¨®n Europea renegociar el Protocolo para Irlanda del Norte pactado en el marco del Brexit, retract¨¢ndose sin argumentos v¨¢lidos de la palabra dada. Londres amenaza a los Veintisiete con desentenderse de la aplicaci¨®n del acuerdo vigente si Bruselas no acepta la renegociaci¨®n. Correctamente, la Comisi¨®n Europea ha reaccionado enseguida neg¨¢ndose a ceder a un chantaje inadmisible, que corona una serie de desaf¨ªos por parte brit¨¢nica que se han registrado en los meses pasados.
La cuesti¨®n irlandesa fue una de las m¨¢s espinosas de todo el proceso de separaci¨®n y reformulaci¨®n de la relaci¨®n entre la UE y Londres. Boris Johnson opt¨® por un modelo de divorcio radical, perfectamente leg¨ªtimo, pero que acarreaba consecuencias. En ese marco de profunda divergencia, la ¨²nica manera para evitar el peligroso renacimiento de una frontera entre las dos Irlandas era mantener apegado el ?lster al mercado com¨²n. Esto requer¨ªa establecer controles comerciales entre Gran Breta?a e Irlanda del Norte, para evitar que el ?lster se convirtiese en un coladero. Este arreglo era la inevitable consecuencia l¨®gica del modelo de Brexit que eligi¨® Johnson, la f¨®rmula necesaria para evitar una nueva inquietante divisi¨®n en la isla y mantener a la vez la integridad del mercado com¨²n. Johnson la acept¨® en aras de culminar un Brexit duro del gusto del nacionalismo ingl¨¦s, firmando un pacto que, en palabras de su antecesora, Theresa May, ning¨²n primer ministro habr¨ªa aceptado jam¨¢s. Desde el principio estuvo claro lo que pasar¨ªa: descontento de los unionistas; frenos al comercio del ?lster con el resto del Reino Unido; est¨ªmulo al comercio con la Rep¨²blica.
Todos sab¨ªan que pasar¨ªa exactamente eso, y cab¨ªa esperar del Gobierno brit¨¢nico que apechugara con las consecuencias de su decisi¨®n ¡ªla UE estaba abierta a otras f¨®rmulas¡ª. En cambio, desgraciadamente, Londres pretende ahora renegociar todo, invocando el art¨ªculo 16 del Protocolo, que permite medidas de salvaguarda si el pacto produce efectos negativos imprevistos. Pero es evidente que no hay ning¨²n elemento imprevisible. Crece en cambio la sensaci¨®n de que Boris Johnson quiso culminar a cualquier precio un acuerdo del que, ahora, quiere quitar las partes que le resultan de gesti¨®n m¨¢s dif¨ªcil. En este marco, no sobra prepararse para posibles virajes en los pactos concernientes a Gibraltar, que tambi¨¦n re¨²nen caracter¨ªsticas inc¨®modas para el Reino Unido. El Brexit impulsado por el nacionalismo ingl¨¦s era una p¨¦sima noticia para la uni¨®n brit¨¢nica. Estaba claro. Aun as¨ª, se persigui¨® en t¨¦rminos duros. Es de esperar que Londres tire de la parte m¨¢s noble de su admirable historia de democracia liberal para estar a la altura de esos valores. Pacta sunt servanda.