Johnson lanza un ¨®rdago a la UE para reescribir el acuerdo del Brexit
Londres presenta un plan alternativo con cambios sustanciales en el Protocolo de Irlanda del Norte, a pesar de que lo firm¨® en 2019
Boris Johnson ha lanzado este mi¨¦rcoles un ¨®rdago a la Uni¨®n Europea que amenaza con reventar el d¨¦bil armisticio temporal sobre el Brexit. El Gobierno ha presentado en el Parlamento brit¨¢nico un plan alternativo para reformular el denominado Protocolo de Irlanda del Norte. Y, aunque se ha cuidado de no detonar, de momento, la amenaza de acciones unilaterales, reconoce que se dan ya las circunstancias para activar los mecanismos que permitir¨ªan suspender parte del acuerdo de divorcio sellado in extremis la pasada Nochebuena.
El Reino Unido llevaba tiempo advirtiendo de que lo pactado para evitar los controles en el linde terrestre con la Rep¨²blica de Irlanda (territorio comunitario) es insostenible para las empresas brit¨¢nicas, pero tras incontables horas de negociaci¨®n para hallar la cuadratura del c¨ªrculo, ha decidido pasar la pelota al tejado de Bruselas con un planteamiento que pretende reescribir lo firmado en diciembre de 2019, o lo que es lo mismo, desafiando directamente el rechazo de las autoridades comunitarias a enmendar la soluci¨®n de compromiso que reubica en el mar de Irlanda la frontera de facto entre el Reino Unido y la UE.
Su idea no es radicalmente nueva y pretende proteger la separaci¨®n invisible, sin infraestructura f¨ªsica, entre Irlanda del Norte (perteneciente al Reino Unido) con la Rep¨²blica de Irlanda, una cuesti¨®n anatema para ambas partes, ansiosas por preservar la paz sellada en 1998 con el Acuerdo de Viernes Santo, tras d¨¦cadas de conflicto paramilitar. Si el problema es que los controles generan un Reino Unido de dos velocidades y menoscaban su soberan¨ªa post Brexit, al poner a Irlanda del Norte a la par con la UE, Londres propone eliminarlos mediante f¨®rmulas basadas en la confianza y el reconocimiento mutuo de sus respectivas normativas.
Lo primero ser¨ªa factible, siempre seg¨²n la Administraci¨®n de Boris Johnson, con garant¨ªas formales de que los productos que pasen de la isla de Gran Breta?a (Inglaterra, Escocia y Gales) a Irlanda del Norte permanecer¨¢n ah¨ª, sorteando as¨ª los recelos comunitarios ante el riesgo de convertir a la regi¨®n brit¨¢nica en una puerta de atr¨¢s que d¨¦ acceso descontrolado al mercado ¨²nico. La cuesti¨®n regulatoria es m¨¢s prosaica y retoma la manida ambici¨®n brit¨¢nica de establecer un sistema dual que permita que, aunque los est¨¢ndares regulatorios del Reino Unido no equivalgan a los de la UE, sus bienes puedan ser vendidos igualmente en suelo norirland¨¦s.
Pero si las sugerencias no fueran suficientes para irritar a una c¨²pula comunitaria que las hab¨ªa rechazado reiteradamente en el pasado, el Ejecutivo brit¨¢nico ha a?adido la demanda de retirar del Tribunal de Justicia de la UE el rol de ¨¢rbitro ante cualquier desencuentro que afecte al protocolo. Por todo, inevitablemente, la apuesta brit¨¢nica est¨¢ condenada a una colisi¨®n frontal contra el muro de la Comisi¨®n Europea, pero el Ejecutivo de Johnson est¨¢ resuelto a desplegar la misma obstinaci¨®n, con la esperanza de que, a fuerza de repetir los problemas causados ya sobre el intercambio comercial, debido al incremento de papeleo, declaraciones aduaneras y, crucialmente, controles f¨ªsicos, sus ex socios acaben claudicando con lo que hasta ahora consideraban una l¨ªnea roja.
Ha sido el propio negociador brit¨¢nico para el Brexit, David Frost, el encargado de confirmar en la C¨¢mara de los Lores los peores temores de Bruselas: que en lugar de asegurar el cumplimiento del protocolo, Londres aspira a reformularlo de ra¨ªz. Frost es consciente del envite, puesto que fue su esfuerzo el que hab¨ªa logrado definir la letra peque?a del acuerdo que sentaba las bases para la nueva relaci¨®n con el bloque, el mismo que hab¨ªa encallado una y otra vez en la necesidad pol¨ªtica, hist¨®rica y social, asumida por las dos partes, de evitar una frontera dura entre las dos Irlandas.
¡°No negamos que lo que planteamos son cambios significativos¡±, ha admitido en su comparecencia, pero los justific¨® en base a que ¡°son necesarios¡± para trasladar ¡°certidumbre y estabilidad¡± a los negocios brit¨¢nicos afincados en el Reino Unido, muchos de los cuales han dejado de operar hacia Irlanda del Norte, para ahorrarse la carga administrativa que ha supuesto la puesta en marcha del protocolo. ¡°Hemos visto reducciones en productos en supermercados, hemos visto m¨¢s de 200 proveedores que no quieren vender ya a Irlanda del Norte y hemos visto dificultades, ya no solo en la famosa carne refrigerada, sino en medicinas, o en el movimiento de animales y plantas¡±, ha denunciado, como argumento para demandar una ampliaci¨®n del per¨ªodo de gracia acordado antes de que el protocolo se aplique en su integridad en octubre.
Son justamente estas consecuencias econ¨®micas las que, seg¨²n Reino Unido, dar¨ªan ya soporte a la activaci¨®n del art¨ªculo 16 del acuerdo de Brexit, el bot¨®n nuclear que permite anular unilateralmente parte del mismo si se detectan da?os econ¨®micos o sociales. Por ahora, el Ejecutivo de Johnson prefiere agotar la v¨ªa diplom¨¢tica y, pese a que Frost ha considerado ¡°evidentemente claro¡± que se dan las circunstancias para detonar la bomba, Londres necesita m¨¢s que nunca de la connivencia de Bruselas, por lo que ha concluido que ¡°este no es el momento adecuado¡±.
Tampoco ser¨ªa la primera vez, puesto que la Comisi¨®n Europea hab¨ªa invocado ya el mecanismo en enero, en plena guerra de vacunas contra el coronavirus, pero las repercusiones en esta ocasi¨®n, en la que lo que est¨¢ en juego para la UE es la protecci¨®n del sacrosanto mercado com¨²n, podr¨ªan resquebrajar estructuralmente la relaci¨®n diplom¨¢tica entre dos ex socios condenados a entenderse, sobre todo en un contexto en el que el tiempo se acaba. A final de septiembre, entrar¨¢ en vigor el protocolo en su integridad, lo que acarrear¨¢ una monumental carga de papeleo adicional para las compa?¨ªas radicadas en Gran Breta?a que quieran vender a Irlanda del Norte, fundamentalmente para los productos alimentarios, que necesitar¨¢n certificados sanitarios de exportaci¨®n in¨¦ditos hasta ahora.
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