Reforma el¨¦ctrica

La considerable escalada del precio de la electricidad en Espa?a est¨¢ provocando l¨®gico malestar entre los consumidores y un intenso debate acerca de las soluciones. El Gobierno ha impulsado recientemente varias medidas que van en la direcci¨®n correcta, pero resultan insuficientes para paliar la actual subida, que tiene en el incremento del coste del gas y de los derechos de emisiones del CO2 dos factores clave. En busca de soluciones, las miradas se concentran precisamente en el mercado europeo de los derechos de emisiones, y en el mayorista que fija el precio en Espa?a. Es sobre todo en el segundo, en el que hay un margen de maniobra nacional dentro del marco com¨²n europeo, donde hay que espolear un debate para hallar mejoras.

El r¨¦gimen de comercio de derechos de emisi¨®n europeo es un instrumento pionero y eficaz. Estableciendo un precio para el CO2, se busca favorecer que industria y consumidores se decanten progresivamente por tecnolog¨ªas limpias. Los comienzos del sistema europeo no fueron f¨¢ciles. Debido a la sobreasignaci¨®n de derechos y los efectos de la ca¨ªda en la actividad econ¨®mica durante la crisis financiera, durante a?os el precio se situ¨® en niveles muy bajos, insuficientes para enviar una se?al dinamizadora a productores y consumidores. Varias reformas ¡ªjunto con el incremento de la ambici¨®n clim¨¢tica de la UE y algunos factores coyunturales¡ª han incrementado el precio del CO2 hasta los 50 euros por tonelada, pr¨¢cticamente duplicando el valor medio del a?o pasado. Con todo, ese precio se sit¨²a lejos del verdadero coste social del CO2: el FMI estimaba el pasado mes de octubre que deber¨ªa aumentar hasta 150 d¨®lares por tonelada para cumplir con los objetivos clim¨¢ticos.

Precisamente el exitoso desarrollo del mercado europeo del CO2 ha llevado a la Comisi¨®n Europea, apenas hace unos d¨ªas, a proponer su extensi¨®n a la edificaci¨®n y al transporte. Pero un r¨¦gimen tan complejo como este es susceptible de mejora y aparentemente han surgido comportamientos especulativos a los que se puede hacer frente regulatoriamente. Sin embargo, no es l¨®gico intentar descargar en ese mercado europeo las urgencias nacionales derivadas de la escalada de los precios el¨¦ctricos.

El nudo gordiano se encuentra en otro sitio: en la fijaci¨®n de precios mayoristas a trav¨¦s de un mercado marginalista, por el que se acaba pagando a todos los productores el nivel marcado por el actor m¨¢s caro. El sistema, dise?ado en los a?os noventa, ten¨ªa m¨¢s sentido para un sistema el¨¦ctrico muy distinto del actual, en el que se preve¨ªa un protagonismo de tecnolog¨ªas con costes variables altos, sobre todo el gas natural. El sector espa?ol, en cambio, ha evolucionado en direcci¨®n contraria, y m¨¢s de un 70% de la producci¨®n actual procede de tecnolog¨ªas con costes fijos altos, como las renovables o la nuclear. Las directivas europeas dejan un amplio margen a las autoridades nacionales para dise?ar los mercados mayoristas, como demuestran las diferencias entre los mercados europeos. En el franc¨¦s, por ejemplo, predominan los contratos bilaterales a largo plazo, como corresponde a un parque de generaci¨®n de elevados costes fijos, que es justo hacia donde ha evolucionado el sector espa?ol. Es en esta l¨ªnea en la que deber¨ªa actuar el Gobierno para resolver una situaci¨®n, el aumento de precios el¨¦ctricos, que empieza a ser un lastre no solo para consumidores dom¨¦sticos e industriales, sino para la propia transici¨®n energ¨¦tica. Ojal¨¢ fuese posible en Espa?a un debate sosegado y pragm¨¢tico en esta importante materia.