Pedro S¨¢nchez juega su carta
En su evaluaci¨®n de los problemas y lastres de Espa?a, el presidente pasa de largo por los nacionalismos, e ignora al independentismo catal¨¢n, que ah¨ª sigue erre que erre
Lo cl¨¢sico en los ¨²ltimos d¨ªas de julio o primeros de agosto ¡ªen lo m¨¢s t¨®rrido de la can¨ªcula antes de escaparse a hundir los pies descalzos en los guijarros de alguna orilla lejana o en la hierba h¨²meda de alguna monta?a remota¡ª es vaticinar un oto?o caliente. Ese s¨ª que es un deporte nacional, en el que nadie nos disputar¨ªa la medalla, al confluir el prestigio intelectual del pesimismo y la ira del espa?ol sentado, que dec¨ªa Lope. El a?o por venir siempre es objeto de augurios m¨¢s o menos funestos, como si en cada periodista hubiera un ar¨²spice atrabiliario. S¨¢nchez, en cambio, insiste en vender optimismo. Despu¨¦s del balance entusiasta de la semana anterior, se ha dirigido por carta a la militancia para proclamar que Espa?a ¡ªy advierte que ¡°servir a Espa?a¡± es la se?a de identidad del PSOE¡ª ¡°no saldr¨¢ de este t¨²nel oscuro por el mismo lugar por el que entr¨®¡± mostr¨¢ndose confiado en que ¡°esta crisis excepcional nos dar¨¢ la oportunidad de poner en pie un pa¨ªs mejor¡±.
S¨¢nchez identifica, eso s¨ª, un lastre amenazante: la derecha. El presidente arremete con dureza contra ¡°la oposici¨®n m¨¢s furibunda e irresponsable de Europa¡±. Es m¨¢s, S¨¢nchez eleva el grado a partir de las ayudas europeas o la renovaci¨®n de los ¨®rganos constitucionales: ¡°Cont¨¢bamos con el ejercicio virulento e implacable de la oposici¨®n porque parece ser el estilo de la casa de la derecha espa?ola, pero nadie pudo imaginar que se llegar¨ªa tan lejos¡±. Y m¨¢s: ¡°Nada parece ser capaz de detener la ferocidad de la oposici¨®n de derechas y ultraderechas. Ni la Constituci¨®n, ni la recuperaci¨®n de nuestra econom¨ªa, ni la concordia entre espa?oles¡±. Es l¨®gico que S¨¢nchez trate de evidenciar descarnadamente el acoso de la derecha, para presentarse como v¨ªctima y abonar la polarizaci¨®n que moviliza a su electorado. La derecha no deja de darle buenas razones para ese discurso.
Hasta ah¨ª, todo en orden. S¨¢nchez exagera seg¨²n los usos habituales, abusando de la ret¨®rica tremendista, pero en efecto la competici¨®n de las derechas provoca sistem¨¢ticamente excesos de una beligerancia hiperventilada y un bloqueo institucional creciente. Ahora bien, en su evaluaci¨®n de los problemas y lastres de Espa?a, S¨¢nchez pasa de largo por los nacionalismos, y en particular el independentismo catal¨¢n, que llev¨® en 2017 a Espa?a a la mayor crisis constitucional desde 1978 y ah¨ª sigue erre que erre. En ese nacionalismo hay tambi¨¦n una competici¨®n Junts-Esquerra, como en las derechas, que ha llevado sistem¨¢ticamente a la sobrepuja del desaf¨ªo. Y ah¨ª es donde se debilita el mensaje de S¨¢nchez. El mayor problema de Espa?a para ¨¦l no existe como problema, porque no le conviene. Sin embargo, la realidad, parafraseando a Philip K. Dick, es aquello que sigue existiendo aunque t¨² quieras ignorarlo. Y las patolog¨ªas del nacionalismo, que golpean el equilibrio territorial del pa¨ªs, no desaparecen aunque S¨¢nchez escriba en su carta sobre el ¨¦xito de la coalici¨®n y sus pactos con los socios nacionalistas. Claro que S¨¢nchez juega su carta; pero esto convierte el texto en una pr¨¦dica partidista sin un diagn¨®stico convincente de Espa?a.
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