Proteger a los civiles afganos
La comunidad internacional no puede abandonar a las v¨ªctimas de los talibanes

Los avances de los talibanes en la ¨²ltima semana han desconcertado incluso a los observadores m¨¢s pesimistas de la situaci¨®n en Afganist¨¢n. La milicia islamista ha conquistado casi todas las ciudades importantes del pa¨ªs en apenas unos d¨ªas y ayer alcanzaba Mazar-i-Sharif, una de las tres que quedaban en manos del Gobierno ¡ªlas otras dos son Jalalabad y Kabul, cada vez m¨¢s amenazadas¡ª. Veinte a?os de intervenci¨®n internacional se han esfumado en un tiempo r¨¦cord y ha quedado al descubierto hasta qu¨¦ punto el Estado afgano era una ficci¨®n. El pa¨ªs est¨¢ en manos de se?ores de la guerra dispuestos a pactar con los talibanes, que est¨¢n demostrando ser la ¨²nica fuerza pol¨ªtica y militar con implantaci¨®n en todo el territorio.
La retirada total de Estados Unidos estaba prevista para el 31 de agosto, pero los talibanes no han esperado a que el presidente Joe Biden cumpla su promesa de sacar hasta el ¨²ltimo soldado para avanzar en todos los frentes, incluso en zonas del norte del pa¨ªs que no llegaron a conquistar cuando ocuparon el poder entre 1996 y 2001. Las fuerzas de seguridad afganas cuentan en teor¨ªa con 300.000 efectivos y Estados Unidos invirti¨® en su entrenamiento y equipamiento 83.000 millones de d¨®lares ¡ªaunque resulta imposible saber qu¨¦ porcentaje de esta cantidad se esfum¨® en la corrupci¨®n rampante¡ª. Sin embargo, algunas provincias han ca¨ªdo sin combatir y en otros casos unidades enteras se han rendido por falta de suministros. Desprovistas incluso de agua y comida, entregaron su posici¨®n y armamento a cambio de salvar la vida.
M¨¢s all¨¢ del inevitable da?o a la imagen de EE UU como potencia militar y diplom¨¢tica, esta debacle tiene unas v¨ªctimas claras: los civiles que vuelven a vivir sometidos a un r¨¦gimen de terror en el que imperan los castigos corporales y las ejecuciones p¨²blicas. Esto es especialmente cierto para las afganas, que se arriesgan a perder lo que han ganado en estos a?os. Para los talibanes, las mujeres carecen totalmente de derechos. No es que sean obligadas a vivir encerradas en un burka, sino que no pueden salir de casa sin arriesgarse a ser apaleadas salvo que vayan acompa?adas de un var¨®n. El acceso a la educaci¨®n o a una m¨ªnima sanidad les est¨¢ de facto vetado. Su situaci¨®n en Afganist¨¢n segu¨ªa siendo muy precaria, especialmente en las zonas rurales, aunque se han producido avances significativos: en 2001 hab¨ªa 900.000 menores escolarizados, todos chicos; en 2020 eran 9,5 millones, el 39% de ellos ni?as.
La comunidad internacional ha demostrado ser incapaz de defender a los civiles sobre el terreno. Aunque Biden haya anunciado el env¨ªo de 3.000 soldados a Kabul para proteger a sus diplom¨¢ticos, es evidente que los afganos han sido abandonados a su suerte. Los pa¨ªses que participaron en la misi¨®n militar en Afganist¨¢n, entre ellos Espa?a, han anunciado operaciones para sacar del pa¨ªs a los traductores y funcionarios que trabajaron a su servicio. Dada la rapidez con la que se han desarrollado los acontecimientos, en muchos casos, ser¨¢ lamentablemente demasiado tarde.
La ofensiva ha desatado una oleada de refugiados y desplazados: desde mayo, 250.000 personas se han visto obligadas a dejar sus hogares. M¨¢s all¨¢ de la presi¨®n diplom¨¢tica a trav¨¦s de Pakist¨¢n y Arabia Saud¨ª, los dos principales apoyos de la milicia, para que pueda distribuirse ayuda de emergencia y de tratar de dar un impulso a unas conversaciones de paz totalmente superadas por la situaci¨®n sobre el terreno, la comunidad internacional tiene el deber de acoger a los que huyen de la guerra y del terror talib¨¢n. Canad¨¢ ya se ha mostrado dispuesto a dar el estatuto de refugiados a 20.000 afganos, especialmente mujeres o miembros de la comunidad LGTBI. Estos ¨²ltimos se enfrentan a una muerte segura en caso de ser descubiertos. La UE y EE UU no pueden mirar hacia otro lado ante un desastre en el que tienen una clara responsabilidad. La intervenci¨®n militar ha sido un fracaso. Todav¨ªa hay tiempo para que la respuesta humanitaria no lo sea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.