Terremotos y huracanes en Hait¨ª: de la maldici¨®n pol¨ªtica a la salvaci¨®n social

Fen¨®menos naturales adversos como terremotos y huracanes son cong¨¦nitos a Hait¨ª. De la mitad del siglo XVI al pasado 14 de agosto, la naci¨®n caribe?a ha registrado unos 17 terremotos. Seis de ellos de magnitud de entre 7.0 y 8.1 en la escala de Richter causaron serios da?os. Tal no es s¨®lo la realidad de Hait¨ª sino de todo el Caribe: Cuba, Jamaica, Trinidad y Tobago, y Martinica han sufrido sismos de magnitud de entre 7.3 y 7.7 en los ¨²ltimos 15 a?os. La Rep¨²blica Dominicana tuvo en 1946 un sismo de magnitud 8.1, que fue en promedio 73 veces m¨¢s potente que los dos ¨²ltimos terremotos de Hait¨ª. El terremoto de 2007 de Martinica de magnitud 7.4 caus¨® tan s¨®lo seis muertos. ?Qu¨¦ explica que el terremoto de 2010 y el reci¨¦n ocurrido hayan provocado tantos da?os en Hait¨ª aun siendo de categor¨ªa menor? El terremoto del 2010 de magnitud 7.0 fue el tercero m¨¢s mort¨ªfero en la historia de la humanidad, mientras que sismos de tal categor¨ªa ocurren en el mundo unas 18 veces al a?o, sin que a veces la noticia ni siquiera cruce las fronteras.

Los grandes da?os causados por ciertos fen¨®menos naturales son interpretados por algunos como una maldici¨®n o un castigo sobrenatural. Sin embargo, Hait¨ª no es ni mejor ni peor tratado por la naturaleza que las otras islas caribe?as. Y, si hay un castigo, no viene de alg¨²n dios ni de la naturaleza; viene sencillamente de los ¡°l¨ªderes¡± haitianos. Tal afirmaci¨®n se demuestra al comparar la realidad haitiana con la chilena. La buena noticia es que se vislumbran luces al final del t¨²nel en Hait¨ª.

Si hay un pa¨ªs en el mundo que pudiera ser calificado de ¡°maldito¡± por la naturaleza ser¨ªa Chile (pero, ya sabemos, desde el siglo XVI con Galileo, que ¡°la intenci¨®n del Esp¨ªritu Santo es ense?arnos c¨®mo se va al cielo, y no c¨®mo va el cielo¡±). En efecto, de los 39 terremotos m¨¢s grandes ¨Cde magnitud superior a 8.5 en la escala de Richter¨C registrados en la historia de la humanidad, 11 tuvieron lugar en Chile, casi uno de cada tres. De los ¨²ltimos 500 a?os, le han tocado al pa¨ªs sudamericano por lo menos dos de los mayores terremotos de cada siglo, adem¨¢s de haber sido escenario del m¨¢s grande registrado en la historia de la humanidad, el de 1960. En 2010, registr¨® un sismo de magnitud 8.8, 1054 veces m¨¢s potente que el ocurrido en Hait¨ª el mismo a?o.

?C¨®mo es posible que Chile, el pa¨ªs m¨¢s golpeado desde sus or¨ªgenes por los mayores sismos del mundo, sea la econom¨ªa con mayor PIB per c¨¢pita y de mejor ¨ªndice de desarrollo humano (0.851) en Am¨¦rica Latina y con el sistema de partidos pol¨ªticos hist¨®ricamente considerado como el m¨¢s s¨®lido de la regi¨®n? ?Debe Chile este logro a ser el mayor productor mundial de cobre? Si es as¨ª, ?por qu¨¦ Venezuela, siendo la mayor reserva petrol¨ªfera, una materia prima mucho m¨¢s costosa que el cobre, ha estado pasando por situaciones tan lamentables en vez de obtener los mismos o mejores resultados? Del mismo modo, ?por qu¨¦ Bolivia, pa¨ªs repleto de recursos naturales como gas natural, esta?o, plomo, zinc y plata tampoco ha tomado el camino chileno? Las respuestas a estas preguntas hay que encontrarlas en la historia pol¨ªtica de cada pa¨ªs, en este caso al revisar comparativamente las de Chile y Hait¨ª.

La captura del Rey Fernando VII en 1808 exacerb¨® los celos independistas en Am¨¦rica Latina y Chile entr¨® en una lucha por decidir su destino de unos 15 a?os (1811-1826), algo similar a la guerra de independencia haitiana que dur¨® 13 a?os (1791-1804). Si bien es cierto que la chilena no fue una sociedad esclavista como ocurri¨® en Hait¨ª donde el esclavo, por ley, era igual que cualquier mueble, en el pa¨ªs sudamericano hab¨ªa una sociedad de exclusi¨®n donde dominaban los peninsulares (espa?oles nacidos en Espa?a) a expensas de los criollos (espa?oles nacidos en la Colonia) y los mestizos. Los ind¨ªgenas ni siquiera fueron considerados. Chile tuvo que superar esta dicotom¨ªa entre peninsulares y criollos y proveer de cierta legitimidad al Estado que se encontraba en el vac¨ªo cuando la ¨²nica fuente de legitimidad era el Rey de Espa?a. Pese a las tendencias caudillistas, el pa¨ªs sudamericano logr¨® crear un Estado centralizado e integrador en el siglo XIX con el apoyo de pol¨ªticos como Diego Portales. Para esa ¨¦poca, el sistema de partidos pol¨ªticos de Chile empez¨® a emerger, lo que ha jugado un papel crucial en su estabilidad pol¨ªtica.

En Hait¨ª, si bien es cierto que el pago por la independencia y la puesta en cuarentena del pa¨ªs por las potencias extranjeras son factores explicativos de su situaci¨®n actual, el factor m¨¢s determinante ha sido la incapacidad de los l¨ªderes de la ¨¦poca de superar la cultura caudillista y llegar a un Estado centralizado y una sociedad integrada como la chilena. El padre de la patria Dessalines fue asesinado vilmente en el 1806, dos a?os luego de la independencia (el patricio chileno O¡¯Higgins, por su parte, tuvo que exiliarse a Per¨²). Luego de este magnicidio, dos caudillos, Christophe y P¨¦tion, se repartieron el pa¨ªs en dos estados independientes, mientras que otro caudillo llamado Goman luchaba por tener tambi¨¦n su propio Estado.

El enemigo com¨²n que fue Francia y el aislamiento de Hait¨ª no constituyeron, como se pod¨ªa esperar, un cimiento unificador para los l¨ªderes con miras a la construcci¨®n del Estado. Estos acontecimientos, por el contrario, consolidaron un nacionalismo desmesurado en Hait¨ª y el rechazo a la comunidad internacional. N¨®tese que este rechazo tambi¨¦n ha sido alimentado por otros eventos como la ocupaci¨®n estadounidense (1915-1934) y la gesti¨®n escandalosa por la comunidad internacional de la ayuda internacional a Hait¨ª luego del terremoto del 2010. Si el pago de la independencia de Hait¨ª puede constituir el acto m¨¢s inmoral que Francia ha cometido en toda su historia, la ocupaci¨®n de EE UU no tuvo solo resultados negativos, ya que los estadounidenses sentaron las bases de una modernizaci¨®n del Estado, que luego fueron destruidas por los ¡°l¨ªderes¡± haitianos.

Al estudiar la relaci¨®n de Francia con ?frica luego de la ola independista de los a?os 60, se puede concluir que la devoluci¨®n a Hait¨ª de la llamada indemnizaci¨®n, estimada en casi 30 billones de d¨®lares, es una quimera. Pero si Hait¨ª hubiera recibido tal suma de dinero en las condiciones actuales del Estado, habr¨ªa sido a¨²n m¨¢s descuartizado y atomizado con m¨¢s inseguridad, m¨¢s corrupci¨®n, m¨¢s violaciones de derechos humanos, por la lucha de intereses inconfesables y ausencia de liderazgo. El despilfarro del apoyo de Venezuela a trav¨¦s del programa de Petrocaribe, que se estima en unos 4 billones de d¨®lares, confirma mi aserci¨®n. En cuanto a la gesti¨®n desastrosa del desastre del 2010 por la comunidad internacional, ya se sabe, como escribe David Rieff en su libro Una cama por una noche. El humanitarismo en crisis (2002), ¡°no hay soluciones humanitarias para los problemas humanitarios¡±.

Si Chile ha estado construyendo su Estado al punto tal que su sistema de partidos pol¨ªticos, a diferencia de la tendencia en la regi¨®n, ha sido comparado en varias ocasiones con sistemas europeos, Hait¨ª es todo lo contrario. Toda la historia de Hait¨ª ha sido ca¨®tica con golpes de Estados, gobernantes incompetentes y oscurantistas, exceptuando muy pocos. Es por eso que el orgullo haitiano se basa ¨²nicamente en la victoria de la independencia, con la salvedad de que se reconoce al presidente Dumarsais Estim¨¦ (1946-1950) por unas obras infraestructurales.

Desde el punto de vista del an¨¢lisis hist¨®rico, sobre todo de construcci¨®n nacional, el cap¨ªtulo m¨¢s importante de la historia de Hait¨ª, aparte de la guerra independentista, es la dictadura treinta?era duvalierista, que permite ver a¨²n mejor que la causa del caos haitiano son de ausencia de l¨ªderes y no se le puede achacar a la naturaleza. Duvalier, por su lealtad a Estados Unidos en la lucha anticomunista, recib¨ªa mucho apoyo de ese pa¨ªs, una ayuda que pudo ser utilizada para sentar las bases del desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs, como fue el caso de la vecina Rep¨²blica Dominicana con el dictador Trujillo. Sin embargo, Duvalier no aprovech¨® sus buenas relaciones con EE UU para sentar las bases de la econom¨ªa sino que estableci¨® una estructura cleptocr¨¢tica sin inversiones importantes en educaci¨®n, salud e infraestructuras. Para tener una idea, s¨®lo en el r¨¦gimen de Baby Doc (1971-1986), la suma robada fue estimada entre 300 millones y 900 millones de d¨®lares. Aun as¨ª, las grandes obras de Hait¨ª fueron construidas durante la dictadura duvalierista o durante la ocupaci¨®n estadounidense. A diferencia de Duvalier, Pinochet reform¨® la econom¨ªa de Chile y sent¨® las bases del desarrollo.

La superaci¨®n de las contradicciones iniciales en Chile luego de la independencia pasando por la construcci¨®n de un Estado centralizado a mediados del siglo XIX hasta las reformas econ¨®micas de Pinochet hicieron posible la emergencia de la democracia electoral en Chile. Se pueden ver los beneficios de la integraci¨®n de Chile desde los trabajos de Diego Portales con el hecho de que, hasta despu¨¦s de la dictadura, los partidos extremistas no tuvieron peso en la pol¨ªtica. En cuanto a la econom¨ªa, el sentido de Estado hac¨ªa que todos los gobiernos de centroizquierda de Chile, desde 1990 hasta 2010, dejaran las pol¨ªticas de mercado exitosas implementadas por Pinochet; lo que hizo posible el llamado ¡°milagro econ¨®mico chileno¡±. Sin embargo, en el caso haitiano, la inexistencia del sentido de Estado hace imposible la continuidad en cualquier pol¨ªtica por excelente que sea. Cada nuevo Gobierno elimina las iniciativas del anterior.

Las reformas econ¨®micas de Pinochet fueron llevadas a cabo por los llamados ¡°Chicago Boys¡±, un grupo de economistas chilenos formados en la Universidad de Chicago. Algo parecido se hizo en los albores del siglo XX en M¨¦xico con las pol¨ªticas implementadas por los llamados ¡°cient¨ªficos¡± en los gobiernos de Porfirio D¨ªaz. Las reformas en ambos pa¨ªses fueron pensadas e implementadas por cient¨ªficos. Sin embargo, pensar que pol¨ªticos haitianos se rodeen de cient¨ªficos o que el pa¨ªs sea dirigido por cient¨ªficos es algo poco probable, con la salvedad del intelectual Leslie Manigat que en sus cuatro meses de Gobierno en el 1988 se hizo acompa?ar por personas altamente cultas. La excusa que se suele escuchar en muchos c¨ªrculos haitianos es que Hait¨ª es un pa¨ªs especial donde no son replicables las experiencias exitosas de otras latitudes. Adem¨¢s, el pensamiento haitiano tiende a ser comunista o, por lo menos, socialista, y eso se explica sobre todo por la gran desigualdad del pa¨ªs, uno de los cinco m¨¢s desiguales del mundo.

Sin embargo, si Hait¨ª parece no tener a¨²n las condiciones m¨ªnimas para la democracia liberal por ausencia de liderazgo, partidos pol¨ªticos, opini¨®n p¨²blica orientada, ciudadanos con niveles de educaci¨®n m¨ªnima y sobre todo una clase media siquiera incipiente, la econom¨ªa de mercado, por lo contrario, habr¨ªa de incentivarse. Por la creaci¨®n de riquezas y generaci¨®n de empleos, el mercado mejora las condiciones de vida de la ciudadan¨ªa y le da al Estado recursos necesarios para implementaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas susceptibles de reducir la desigualdad, ofreciendo m¨¢s oportunidades a los de abajo. Adem¨¢s, la econom¨ªa de mercado le proporciona naturalmente cierta cultura institucional a la sociedad, cuya ausencia me parece el peor mal de Hait¨ª.

Se puede preguntar por d¨®nde o c¨®mo Hait¨ª empezar¨ªa a encarrilarse en esta nueva direcci¨®n. He visto algunas luces. Primero, a diferencia de hace algunas d¨¦cadas, todos los grupos sociales hoy en d¨ªa son conscientes de que Hait¨ª no puede seguir as¨ª porque es econ¨®micamente desventajoso y socialmente inh¨®spito para todos. Segundo, conozco a grupos de la sociedad civil, asociaciones patronales y hasta ciertos l¨ªderes pol¨ªticos que trabajan con esmero por el cambio en Hait¨ª; pero les faltan ciertos elementos para concretar el ¡°milagro haitiano¡± como darle un mayor espacio a la reflexi¨®n cient¨ªfica y desarrollar relaciones estrat¨¦gicas con la comunidad internacional. Para ello, antes que todo hay que aunar las fuerzas y eso siempre ha sido la lecci¨®n que Hait¨ª nunca ha podido pasar, exceptuando la guerra independista. Sin embargo, creo que esta uni¨®n est¨¢ por alcanzarse otra vez.

El excepcionalismo o el milagro chileno viene de una conjunci¨®n de factores tales como la integraci¨®n social en el siglo XIX, la formaci¨®n de partidos pol¨ªticos funcionales y la adopci¨®n de la econom¨ªa de mercado, con la tarea pendiente de reducir la desigualdad. Esto es lo que explica que Chile sea una luz para Am¨¦rica Latina, una tierra donde las construcciones resisten a los sismos y que se ha convertido en un polo de atracci¨®n para tantos haitianos en busca de mejores condiciones de vida. Hait¨ª tiene mucho que aprender de Chile para su desarrollo y evitar que los sismos maten a la poblaci¨®n por ausencia de Estado.

Joseph Harold Pierre es un economista y polit¨®logo haitiano, experto en Am¨¦rica Latina y el Caribe. Ha ejercido como consultor de gobiernos y organizaciones internacionales y actualmente es estudiante doctoral de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad Nottingham Trent de Inglaterra.

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