Cuando la norma se equivoca
Ning¨²n legislador puede prever toda la casu¨ªstica, las reglas sobre temas cient¨ªficos necesitan procesos de revisi¨®n
Si sales a la calle y preguntas a la gente si las normas deben cumplirse siempre, todo el mundo responder¨¢ que s¨ª, que faltar¨ªa m¨¢s. Este simplismo desp¨®tico tal vez sirva para echar una partida de Monopoly un triste domingo por la tarde, pero en la vida real se estrella enseguida con dilemas concretos que el legislador no pod¨ªa prever. La pandemia nos acaba de regalar un ejemplo bien interesante, el del pat¨®logo veterinario Thijs Kuiken, que fue uno de los evaluadores (reviewers) de un manuscrito crucial enviado a The Lancet en enero de 2020. Esto requiere una peque?a explicaci¨®n.
Las revistas cient¨ªficas profesionales reciben los manuscritos de los investigadores y los env¨ªan a dos o tres reviewers, o cient¨ªficos destacados en el sector del que trate la investigaci¨®n (¡°pares¡± de los autores). Los evaluadores pueden rechazar directamente el trabajo, o exigir experimentos adicionales, a?adir elementos de discusi¨®n o ¡ªm¨¢s raramente¡ª aceptar el art¨ªculo tal como est¨¢. Este sistema de ¡°revisi¨®n por pares¡±, con todas sus limitaciones, es de momento la mayor garant¨ªa de que la ciencia publicada sea correcta. El pat¨®logo Kuiken fue uno de los revisores del manuscrito esencial de unos investigadores de la Universidad de Hong Kong enviado a The Lancet a mediados de enero de 2020. Por entonces el mundo estaba tranquilo creyendo que la covid no se transmit¨ªa de persona a persona, pero el trabajo que Kuiken empez¨® a leer en el tren de vuelta a casa conten¨ªa un bombazo. Una familia de Shenzhen que hab¨ªa viajado a Wuhan se hab¨ªa contagiado pese a no haber visitado el mercado de Wuhan al que se hab¨ªan trazado los casos hasta entonces. Y otro familiar que no hab¨ªa viajado a Wuhan se contagi¨® tras el regreso del resto a Shenzen. Kuiken ten¨ªa en sus manos la demostraci¨®n de que el virus se transmit¨ªa entre personas. El dato fundamental que el mundo necesitaba conocer de inmediato.
Pero hay una norma grabada en oro en el ¨¢mbito de la publicaci¨®n cient¨ªfica. Un revisor tiene estrictamente prohibido compartir un manuscrito o revelar sus datos. Hacerlo puede arruinar su carrera. ?Qu¨¦ deb¨ªa hacer entonces? ?Respetar la norma y hacer perder al mundo un tiempo muy valioso que se puede cifrar en muertes? ?O hacer lo correcto a cambio de arruinar su reputaci¨®n? Lo que ocurri¨® al final fue que Kuiken, con permiso de The Lancet, le pas¨® los datos directamente a la OMS. Como reconoce el pat¨®logo en Science: ¡°Lo he hecho fuera de las normas. Deber¨ªa ser posible dentro de ellas¡±.
Lo que vemos aqu¨ª es, de nuevo, que el legislador no puede prever toda la casu¨ªstica, ni tampoco la forma en que va a evolucionar la materia en cuesti¨®n. En biomedicina es habitual encontrarse con estos dilemas. Proh¨ªbes la clonaci¨®n y no te das cuenta de que eso puede yugular en el futuro una prometedora corriente de investigaci¨®n. Legislas que los embriones humanos deben destruirse a los 14 d¨ªas sin saber que, unos a?os despu¨¦s, ampliar en unos d¨ªas esa l¨ªnea roja va a abrir un nuevo continente de conocimiento embriol¨®gico. Tal vez las normas debieran llevar incorporadas en su propio texto un mecanismo de revisi¨®n permanente.
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