Las prosaicas razones de Casado
El PP no quiere perder la hegemon¨ªa conservadora en el CGPJ en un momento en que se acumulan las resoluciones judiciales sobre la corrupci¨®n del partido; el resto es pura ret¨®rica
Para buscar explicaciones a las apuestas pol¨ªticas, siempre es ¨²til empezar por lo m¨¢s prosaico. El empe?o del PP en incumplir la Constituci¨®n impidiendo la renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial no tiene ninguna sofisticaci¨®n. Casado sabe perfectamente que predominan las posiciones conservadoras en el gobierno de los jueces (el actual Consejo se nombr¨® teniendo el PP la mayor¨ªa parlamentaria) y no quiere perder la hegemon¨ªa en un momento en que se acumulan las resoluciones judiciales sobre la corrupci¨®n del partido. El resto es pura ret¨®rica. Por si hab¨ªa alguna duda, el cord¨®n de protecci¨®n de los ¨®rganos directivos del PP, que el juez Castell¨®n ha creado en el caso Kitchen, dejando a Fern¨¢ndez D¨ªaz y su gente de Interior solos ante el peligro, refuerza la obsesi¨®n de Casado. Con doble objetivo: no le basta con negarse a la renovaci¨®n, sino que quiere un cambio legislativo que garantice las mayor¨ªas conservadoras aun cuando la derecha no est¨¦ en el poder. Su posici¨®n obstruccionista no hace m¨¢s que restar legitimidad al Poder Judicial, porque alimenta las sospechas que le rondan. Sus miembros podr¨ªan evitar el descr¨¦dito forzando la renovaci¨®n con su dimisi¨®n, como ya ocurri¨® en tiempos de Pascual Sala. ?Por qu¨¦ se resisten?
En cumplimiento de la ley (los representantes pol¨ªticos deber¨ªan predicar con el ejemplo) los pasos a dar son muy claros: renovar inmediatamente el Consejo y abrir en el Parlamento un debate sobre los procedimientos de futuro y sobre la reforma del Poder Judicial. Sin duda, la independencia de poderes es determinante de la calidad democr¨¢tica de un pa¨ªs. Pero viene lastrada de origen. El poder ejecutivo y el poder legislativo adquieren su legitimidad en el mandato popular, aunque en la pr¨¢ctica la autonom¨ªa de los diputados deja mucho que desear. El Poder Judicial en cambio es de naturaleza corporativa, ajeno al control democr¨¢tico. Y sus sistemas de selecci¨®n y promoci¨®n son muy cerrados y tutelados, en un cuerpo de tradici¨®n bastante conservadora. Los mecanismos de promoci¨®n, como las oposiciones, generan complicidades y dependencias que se transmiten de una generaci¨®n a otra. Es urgente un debate sobre la elecci¨®n de sus ¨®rganos de direcci¨®n, alentado adem¨¢s por las reservas que plantea Europa.
Y aqu¨ª la interpelaci¨®n alcanza al Gobierno. Normalicen la renovaci¨®n del Poder Judicial y afronten despu¨¦s la reforma del procedimiento, con el objetivo de colocar a cada poder en su sitio, en un pa¨ªs en que la transici¨®n de la dictadura a la democracia se hizo sin rupturas en el poder judicial y se nota todav¨ªa. Acotar las interdependencias podr¨ªa ser el criterio. Dejando que cada cual ejerza su funci¨®n, sin que los dirigentes pol¨ªticos intenten atraer al poder judicial en beneficio propio. La democracia nunca debe dejar de perfeccionarse. Y menos cuando arrastra innegables lastres de origen. Hay que perder el miedo al cambio. Y m¨¢s en un Gobierno que ha hecho del reformismo bandera.
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