Tras el ¡®shock¡¯, el fracaso
No es sencillo entender el plan urdido como respuesta tras el atentado terrorista a las Torres Gemelas. Veinte a?os despu¨¦s comenzamos a colocar cada pieza y el resultado es escalofriante
Como una nota a pie de p¨¢gina, las necrol¨®gicas a la muerte del actor Ed Asner, protagonista de aquella serie llamada Lou Grant, recog¨ªan que la producci¨®n fue cancelada por motivos ideol¨®gicos. No solo el contenido de la serie pod¨ªa cifrarse como una visi¨®n progresista del periodismo en democracia, sino que adem¨¢s el protagonista hab¨ªa osado criticar, desde su posici¨®n de representante sindical de los actores, las actividades del Gobierno estadounidense para derribar gobiernos democr¨¢ticos e imponer dictaduras afines en Am¨¦rica Latina. Un pecado que lo convert¨ªa en antipatriota. Esas peque?as cosas en una vida nos invitan a desentumecer un poco el m¨²sculo de la memoria. Tendemos a quedarnos con una visi¨®n del pasado tan reducida a un clich¨¦, tan contenida en un relato simpl¨®n y asequible, que nos perdemos uno de los grandes placeres de la vida, que no es otro que el enfrentarse a la complejidad sin ansias por resolverla, sino por festejarla. Ahora que vivimos un tiempo de hoguera y beater¨ªa, la aceptaci¨®n de esa complejidad reclama memoria y gusto por nutrir las versiones oficiales de esas peque?as discordancias. Nada fue nunca sencillo ni en el futuro lo ser¨¢.
La salida de las tropas aliadas de Afganist¨¢n quiz¨¢ merezca una mirada m¨¢s ambiciosa sobre la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos y sus aliados. La colosal desbandada y un ataque con dron que mat¨® a una familia inocente pusieron el colof¨®n a una variante equivocada del intervencionismo. Y aunque la misi¨®n no ha sido cumplida, al menos muchos afganos han catado durante alg¨²n tiempo experiencias ¨²nicas como estudiar, expresarse, informarse y adquirir ambiciones vitales en cierta libertad. La dejadez estrat¨¦gica ha permitido que durante d¨¦cadas la ense?anza haya quedado en manos de los ultra religiosos. Cuando no se quiere entender que en la formaci¨®n est¨¢ la semilla de casi todo, nos topamos con la impotencia. Porque la salida de Kabul ha sido, en suma, un espect¨¢culo de impotencia y frustraci¨®n. La asociaci¨®n de este triste final con los atentados del 11-S apuntan a una gesti¨®n nefasta del shock emocional. En un documental reciente titulado Coup 53, el exiliado Taghi Amirani analiza junto al montador Walter Murch las intrigas en torno al golpe de Estado que derrib¨® un Gobierno democr¨¢tico en Ir¨¢n para despejar el camino a la cleptodictadura del Sha y finalmente a la reacci¨®n integrista revolucionaria. Tan lejos como en 1953, los servicios secretos brit¨¢nicos y estadounidenses perge?aron una penosa intriga para hacer caer al primer ministro Mohammed Mosaddeq, elegido democr¨¢ticamente pero que hab¨ªa osado emprender la nacionalizaci¨®n del petr¨®leo iran¨ª.
No es sencillo entender el plan urdido como respuesta tras el atentado terrorista a las Torres Gemelas. Veinte a?os despu¨¦s comenzamos a colocar cada pieza y el resultado es escalofriante. La cantidad de dinero derivado hacia empresas y particulares roza lo pornogr¨¢fico. Hay sagas familiares relacionadas con la guerra que vivir¨¢n durante generaciones de ese expolio. Una de las razones que explica el avance inmediato de los talibanes antes de la retirada militar estadounidense respond¨ªa a la corrupci¨®n intr¨ªnseca de los gobiernos t¨ªtere. Una de las derrotas morales m¨¢s grandes de las democracias implicadas ha sido ese cruce de intereses monetarios y una supuesta geoestrategia oportunista. La historia oficial tendr¨¢ que contarse como un fracaso notable.
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