Los cuerpos no
Los problemas con el comer y su versi¨®n m¨¢s visible, la anorexia, son un s¨ªntoma del malestar profundo que no pueden nombrar demasiadas mujeres y ni?as

?Para qu¨¦ un cuerpo? ?Para qu¨¦ si nadie te toca, nadie te huele, nadie est¨¢ tan cerca como para escuchar el latido de tu coraz¨®n o ver los cambios de tu piel cuando le da la brisa? ?Para qu¨¦ si durante tantos meses no hubo brisa ni sol y todo se estanc¨® en un tiempo eterno fuera del tiempo? ?Qu¨¦ m¨¢s da comer o no comer cuando hacerlo ya no es compartir ni rituales ni placeres ni animadas conversaciones alrededor de la mesa? ?Qu¨¦ significado emocional com¨²n van a tener los alimentos si la familia se ha reducido a su m¨ªnima expresi¨®n y encima sus miembros est¨¢n desbordados de trabajo, estr¨¦s y preocupaciones? Con las clases virtuales se acabaron los bocadillos en el recreo, los almuerzos en grupo. ?Para qu¨¦ tener una apariencia f¨ªsica relevante si ya no es posible mirarnos a los ojos, si todas las sonrisas cubiertas por tantos filtros parecen de plastilina, si las carcajadas no son m¨¢s que cacofon¨ªas que resuenan en el silencio de tu habitaci¨®n? Y al apagarse la luz de la pantalla no hay nadie cerca y lo real es la soledad y el aislamiento y los emoticonos de repente parecen muecas grotescas, suced¨¢neo indigerible. Lo falso no transmite nada y ahonda m¨¢s a¨²n en esta nueva c¨¢rcel hipermoderna, hiperconectada, terriblemente hueca.
Llevo todo el verano observando a ni?as y adolescentes, demasiadas, que han renunciado al cuerpo. Despu¨¦s del aislamiento feroz que les sobrevino con la pandemia, incubado antes con la paulatina virtualizaci¨®n de todas las relaciones, de todos los v¨ªnculos afectivos, no es de extra?ar que se hayan ahogado, encerradas definitivamente en pantallas que les devuelven un reflejo en el que se perciben deformes, imperfectas, modificables mediante restricciones feroces hasta acabar con el hambre, hasta anhelar acabar con el cuerpo mismo porque han interiorizado la secularizaci¨®n del antiguo dualismo religioso.
Opino que los problemas con el comer y su versi¨®n m¨¢s visible, la anorexia, son un s¨ªntoma del malestar profundo que no pueden nombrar demasiadas mujeres y ni?as, un malestar que hace ya d¨¦cadas que empez¨® a extenderse, tan enquistado que parece haber pasado a formar parte de la cultura. Es una aut¨¦ntica epidemia. El sufrimiento que genera no es tolerable para una sociedad civilizada y tendr¨ªamos que estar atendi¨¦ndolo ya como un problema de salud p¨²blica. Que tantas ni?as y mujeres se empe?en en desaparecer es un esc¨¢ndalo.
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