Fuera maricas de d¨®nde
La calle puede ocuparla un nazi porque no lo vas a meter en una jaula, pero no la pueden ocupar doscientos juntos. Por mera pol¨ªtica sanitaria
El s¨¢bado pasado unos 200 nazis se manifestaron por el centro de Madrid entre gritos de ¡°fuera maricas de nuestros barrios¡± y ¡°fuera sidosos de Madrid¡±. Se trataba de una convocatoria aprobada por la Delegaci¨®n del Gobierno, que reconoci¨® haber sido enga?ada (los organizadores dijeron que la manifestaci¨®n ten¨ªa por objeto protestar contra las agendas 2030-2050) y que en cualquier caso, dijo, no ten¨ªa argumentos legales para prohibirla. El resultado de esta sucesi¨®n de aciertos fue una de las im¨¢genes del a?o: un grupo de cabezas rapadas tomando las calles de Chueca para referirse a ellas como ¡°nuestros barrios¡± y reclamar la desaparici¨®n de homosexuales.
Cuando ocurre algo as¨ª es conveniente escuchar las explicaciones. Las explicaciones bienintencionadas de la delegada del Gobierno, por ejemplo. Tan bienintencionadas como involuntariamente esclarecedoras. Mercedes Gonz¨¢lez habl¨® este martes para decir dos cosas interesantes. La primera es que la polic¨ªa no carg¨® porque si lo hubiera hecho habr¨ªa provocado una batalla campal. Por supuesto: ?y? Pocas batallas campales m¨¢s justificadas que la de impedir que las calles de Madrid sean tomadas por un grupo de nazis con los papeles en regla. En Espa?a se ha cargado por todo y contra todo, a veces sin m¨¢s argumento que el de entrar en calor, y no hubo en esos momentos mucha preocupaci¨®n porque eso acabase en batalla campal. La segunda explicaci¨®n de la delegada del Gobierno es m¨¢s delicada. La manifestaci¨®n, dijo, transcurri¨® ¡°sin incidentes¡±. Bien: no hab¨ªa incidente m¨¢s grave que la propia manifestaci¨®n. ¡°Fuera maricas de nuestros barrios¡± en una manifestaci¨®n autorizada tiene tanto de ¡°sin incidentes¡± como una paliza skin que transcurra con orden y discreci¨®n.
El ¨²ltimo de los errores que un pa¨ªs puede cometer respecto a una manifestaci¨®n as¨ª es su normalizaci¨®n. El restar importancia o decir que, para evitar males mayores, se les dej¨® desfilar a su aire. El mal mayor ya estaba hecho: todo lo que ocurriese despu¨¦s vendr¨ªa a mitigarlo un poco. Al fin y al cabo la asociaci¨®n que organiz¨® la marcha se llama Madrid Seguro porque hay un patr¨®n fascista divertid¨ªsimo seg¨²n el cual siempre velan por la seguridad de los espa?oles sus primeros matones. Conviene ver a c¨¢mara lenta las im¨¢genes de los manifestantes pensando en que son todos ellos figurantes contratados por el Gobierno como dej¨® caer el l¨ªder de Vox, Santiago Abascal, cuando dijo que la concentraci¨®n ¡°apesta a cloaca socialista¡±. Conviene, incluso, atender a la percepci¨®n que tiene Vox de s¨ª mismo cuando, ante una manifestaci¨®n nazi, lo primero en que piensa es que es una maniobra del Gobierno para perjudicarlos. A cuento de qu¨¦ se consideran interpelados lo sabr¨¢n ellos.
Al final de todo esto aparece la conquista m¨¢s sensible: la calle. La calle es intocable. La calle puede ocuparla un nazi porque no lo vas a meter en una jaula, pero no la pueden ocupar doscientos juntos. Ni siquiera por una cuesti¨®n de seguridad p¨²blica, sino por mera pol¨ªtica sanitaria. Las calles acaban siendo de quien las trabaja, y en Espa?a se ha trabajado mucho y no siempre eficazmente para que la escoria sienta que las ha perdido para siempre, que ya no son el lugar en que sentirse due?os de algo. Que esa escoria haya ocupado precisamente las calles del barrio m¨¢s libre y tolerante de Espa?a, aunque fuese por unos minutos, es de un simbolismo siniestro que un Gobierno, por imperativo moral, debi¨® impedir a cualquier precio.
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