Cristina Kirchner y un feroz giro a la derecha
Cristina Kirchner est¨¢ ante una gran encrucijada, gane o pierda las elecciones de noviembre. Del relato progre solo est¨¢ quedando el reparto de heladeras. Es la pesadilla de un populismo sin plata
De la derrota que sufri¨® el oficialismo en las primarias legislativas que se celebraron en la Argentina el pasado domingo 12 se puede decir cualquier cosa, menos que no era previsible. Durante meses los sondeos de opini¨®n reportaron que el 70% de los votantes cre¨ªan que este a?o fue peor que el anterior y que el que viene ser¨¢ peor que ¨¦ste. Es dif¨ªcil encontrar en la historia reciente otro momento de semejante pesimismo. Los ¨ªndices de confianza de la ciudadan¨ªa en los que mandan coinciden, en las series estad¨ªsticas, con los de gobiernos derrotados. Lo mismo sucede con la correlaci¨®n, casi infalible, entre el poder adquisitivo del salario y el consenso que consigue la administraci¨®n en las urnas. Seg¨²n comparaciones internacionales, como las que presenta el ranking de Bloomberg, la Argentina fue el peor pa¨ªs en la gesti¨®n sanitaria y econ¨®mica de la pandemia del Covid 19. La combinaci¨®n de todos los indicadores anticipaba que una victoria del presidente Alberto Fern¨¢ndez y de su tutora, la vicepresidenta Cristina Kirchner, habr¨ªa sido un cisne negro.
Que la oposici¨®n de Juntos por el Cambio, la coalici¨®n que gobern¨® durante cuatro a?os con Mauricio Macri y fue derrotada en 2019, haya obtenido m¨¢s votos, fue un terremoto para el Frente de Todos. Las consecuencias se van advirtiendo con el paso de los d¨ªas. La m¨¢s notoria ha sido una reacci¨®n inicial desquiciada por parte de los l¨ªderes.
Cristina Kirchner negoci¨® un cambio de gabinete con el presidente. Como Fern¨¢ndez demor¨® en cumplir con los reemplazos, ella orden¨® a casi todos los funcionarios que le responden que ofrezcan sus renuncias a trav¨¦s de la prensa. Por si no alcanzaba con ese esc¨¢ndalo, escribi¨® una carta abierta explicando que la derrota se hab¨ªa producido por dos motivos principales. La obcecaci¨®n del presidente en no renovar su equipo antes de las elecciones y la resistencia del ministro de Econom¨ªa, Mart¨ªn Guzm¨¢n, a aumentar el d¨¦ficit fiscal a niveles siderales. Los hechos y palabras que siguieron a la derrota han sido, para la vicepresidenta y sus seguidores, m¨¢s da?inos aun que la derrota misma.
El esc¨¢ndalo termin¨® en un cambio de gabinete que expresa, en s¨ª mismo, una reconfiguraci¨®n de todo el oficialismo. La propia Cristina Kirchner revel¨® en esa carta que ella le impuso a Fern¨¢ndez a Juan Manzur como nuevo jefe de Gabinete. Al anterior, Santiago Cafiero, expulsado por incompetente, le asignaron, como premio consuelo, nada menos que el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Manzur se ven¨ªa desempe?ando como gobernador de la provincia de Tucum¨¢n, cargo para el cual solicit¨® licencia. Su presencia en el gabinete nacional introduce, por lo menos, dos novedades. Es un paso hacia el centro de la escena de un peronismo arraigado en el interior del pa¨ªs, que no hab¨ªa sido considerado hasta ahora en la toma de decisiones. Cristina Kirchner manej¨® el poder a trav¨¦s de su pupilo, Fern¨¢ndez, centr¨¢ndose s¨®lo en la denominada ¨¢rea metropolitana del pa¨ªs. Es decir, la Capital Federal y su populoso y empobrecido conurbano, que se extiende sobre la provincia de Buenos Aires.
Manzur significa, adem¨¢s, un violento giro hacia la derecha. Un presidente como Fern¨¢ndez, que se ufanaba de su agenda progresista, por ejemplo, por el impulso a la legalizaci¨®n del aborto, tiene ahora como ¡°interventor¡± a un cristiano maronita ortodoxo, acusado en su provincia de proteger a quienes impidieron el aborto de una ni?a de 11 a?os violada por su abuelo. O de amparar a jueces reticentes a condenar casos flagrantes de femicidios. El kirchnerismo, que sigui¨® una pol¨ªtica exterior amigable con la liga bolivariana de Am¨¦rica Latina, es decir, con el castrismo cubano, los chavistas de Venezuela, la Bolivia de Evo Morales o el Ecuador de Rafael Correa, debe resignarse a un jefe operativo como Manzur, muy pr¨®ximo a Luis Almagro, el secretario general de la OEA, que va en la direcci¨®n contraria, mucho m¨¢s familiar a las posiciones del Partido Republicano de los Estados Unidos. Las cr¨ªticas de Cristina Kirchner y sus seguidores hacia Macri por sus buenas relaciones con el empresariado, quedan ahora invalidadas frente a un jefe de Gabinete que ha funcionado como el socio pol¨ªtico de una liga de empresarios que hacen negocios con el Estado, y que van desde la industria farmac¨¦utica a la banca de las provincias, pasando por las compa?¨ªas de seguros. Manzur mismo, que proviene de una familia humilde y no ha hecho en su vida casi nada m¨¢s que ejercer la funci¨®n p¨²blica, es el titular de una fortuna tan incalculable como inexplicable.
El cambio de rumbo en el gobierno nacional se reproduce en el principal distrito kirchnerista: la provincia de Buenos Aires. All¨ª gobierna uno de los ap¨®stoles preferidos de la vicepresidenta, Axel Kicillof, un economista Estado-c¨¦ntrico, cuya heterodoxia linda con el marxismo. ?l tambi¨¦n fue intervenido. Cristina Kirchner le impuso como jefe de Gabinete provincial al alcalde de Lomas de Zamora, una localidad del paup¨¦rrimo conurbano bonaerense. Es Mart¨ªn Insaurralde, caudillejo peronista que hizo su carrera vinculado al negocio de los juegos de azar.
Manzur e Insaurralde tienen, en la naci¨®n y en la principal provincia del pa¨ªs, una sola misi¨®n: revertir los resultados de las primarias en las elecciones generales del 14 de noviembre. Como sea. ?Tambi¨¦n con fraude? Es lo que teme la oposici¨®n, que hace seis a?os denunci¨® a Manzur por haber ganado la gobernaci¨®n de Tucum¨¢n manipulando el recuento de votos.
El kirchnerismo relanz¨® su campa?a con esta nueva direcci¨®n. El proselitismo tiene dos ejes. Uno es identificar a quienes han recibido alguna ayuda social y no fueron a votar, para que la pr¨®xima vez no se ausenten. El otro es distribuir beneficios materiales. La Argentina asiste hoy a un festival de gasto p¨²blico. El gobierno regala bicicletas, heladeras, cocinas, comida o, con mayor practicidad, entrega dinero en efectivo, como sucede en la provincia de Manzur. Adem¨¢s, se disponen medidas que mejoren los ingresos: aumentos de subsidios, jubilaciones, salarios del sector p¨²blico o rebaja en los m¨ªnimos a partir de los cuales se pagan los impuestos.
Es dif¨ªcil saber si con estas iniciativas Cristina Kirchner lograr¨¢ dar vuelta su derrota. Lo que s¨ª est¨¢ asegurado es que su estrategia de campa?a agravar¨¢ un desequilibrio fiscal que ya presenta magnitudes inquietantes y que se financia en gran medida con emisi¨®n monetaria. Son deformaciones que se ver¨¢n con mayor nitidez despu¨¦s de los comicios, cuando el Gobierno deba negociar un programa con el Fondo Monetario Internacional. Todo lo que le acerca al peronismo a recuperar votos, le aleja de ese acuerdo con el Fondo. Dicho de otro modo: los niveles de expansi¨®n fiscal y monetaria a los que conduce el proselitismo est¨¢n en proporci¨®n directa con el ajuste que deber¨ªa realizarse para pactar con ese organismo multilateral. Para entender el dramatismo de la situaci¨®n hay que recordar que el pa¨ªs se endeud¨® con el Fondo en 57.000 millones de d¨®lares: el mayor pr¨¦stamo que otorg¨® esa instituci¨®n en toda su historia. La Argentina no est¨¢ en condiciones de saldar ese compromiso sin una renegociaci¨®n de los vencimientos. Y es imposible renegociar esos vencimientos sin un programa de ajuste.
Cristina Kirchner est¨¢ ante una gran encrucijada, gane o pierda las elecciones de noviembre. Ya modific¨® el rumbo de su pol¨ªtica forzando al Gobierno de Fern¨¢ndez a someterse a un gerente de derecha. Despu¨¦s deber¨¢ decidir si completa esa maniobra aceptando dolorosas restricciones econ¨®micas. Del relato progre y distribucionista s¨®lo est¨¢ quedando el reparto de heladeras. Es la pesadilla de un populismo sin plata.
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