Derechistas
Como la convenci¨®n del PP ha coincidido con las elecciones alemanas, parece buena ocasi¨®n para comparar a nuestra derecha con sus cong¨¦neres europeos
El partido primog¨¦nito de la derecha espa?ola ha celebrado su convenci¨®n publicitaria, que no congreso pol¨ªtico, con un viacrucis itinerante en cuyas estaciones se sab¨ªa celosamente vigilado tanto por su benjam¨ªn ultraderechista como por la castiza presidenta retrechera. De su contenido pol¨ªtico, propiamente dicho, no hay mucho que decir, si dejamos al margen la catadura moral de la estrella francesa invitada y la est¨®lida ignorancia demostrada ante la cuesti¨®n poscolonial. ?Vaya nivel intelectual que demuestran nuestros derechistas! Pero como esta convenci¨®n ha coincidido con las elecciones germanas, parece buena ocasi¨®n para comparar a nuestra derecha con sus cong¨¦neres europeos.
Pese a la semejanza de nuestro reciente recorrido hist¨®rico, pues ambas democracias, la alemana y la espa?ola, son herederas de sendos reg¨ªmenes totalitarios, lo cierto es que el partido fundado por Fraga Iribarne no tiene nada que ver con el de Konrad Adenauer. Nuestra derecha deber¨ªa ser hoy como la alemana, pero no lo es. No se ha desfranquizado, como se desnazific¨® aquella. No opone un cord¨®n sanitario contra la extrema derecha de Vox, como hace el centroderecha alem¨¢n contra AfD. No practica una pol¨ªtica consensual de pactos consociativos, como hace la CDU alemana, sino que ejerce la m¨¢s intransigente crispaci¨®n confrontadora, oponiendo patol¨®gicos vetos destructivos de nuestro ordenamiento institucional.
Tampoco se acoge al paternalismo compasivo incluyente como hacen las derechas conservadoras, sino que practica el unilateralismo m¨¢s excluyente, rechazando integrar a las identidades minoritarias y asumiendo como propio el backlash racista, mis¨®gino y hom¨®fobo. En suma, se halla en las ant¨ªpodas de la democracia cristiana que Juan Linz hab¨ªa pronosticado que se convertir¨ªa en el partido dominante de la incipiente democracia espa?ola, pues el nacional-catolicismo de nuestra derecha es m¨¢s ultramontano que posconciliar, de acuerdo a la tradici¨®n integrista de condena a los heterodoxos codificada por Men¨¦ndez Pelayo. De ah¨ª el a?ejo aroma a Inquisici¨®n y Contrarreforma que han tenido los discursos de la convenci¨®n pepera.
Esto hace que la derecha espa?ola no se parezca a la continental europea sino a la polaca, la h¨²ngara o la italiana, todas ellas inspiradas por un militante catolicismo preconciliar. O a la derecha neocon anglosajona que dio lugar al Tea Party, al Brexit y a Trump. Es decir, una actitud pol¨ªtica de elitismo ultranacionalista excluyente que se refugia en el b¨²nker del aislacionismo insular, tipo Massada o Numancia sitiada, para no dejarse contaminar por ninguno de los nuevos vientos de la historia. Pero no hay que recurrir al contagio externo para explicarlo, pues ese ha sido siempre el marco mental que define a la derecha espa?ola, como brazo pol¨ªtico de una casta dominante que siempre se ha negado a compartir el poder con nadie m¨¢s, tal como analiz¨® Jos¨¦ Luis Villaca?as en su certera Historia del Poder Pol¨ªtico en Espa?a.
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