El Tribunal Constitucional, a C¨¢diz
La ciudad donde naci¨® el constitucionalismo y el concepto de la naci¨®n espa?ola es el mejor destino para acoger el alto tribunal en un proceso de descentralizaci¨®n necesario para reforzar la cohesi¨®n de Espa?a
El Parlamento portugu¨¦s acaba de dar el pistoletazo de salida para el traslado del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y el Tribunal Supremo Administrativo a la ciudad de Coimbra. La propuesta, presentada por la oposici¨®n de centroderecha en una Asamblea de la Rep¨²blica de mayor¨ªa de izquierdas, parece haber sido acogida con agrado por los diferentes partidos y por actores pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales de un pa¨ªs, Portugal, caracterizado por su anquilosado y radical centralismo en Lisboa. Comenzar a desconcentrar la macrocef¨¢lica capital lusa se ve como un primer paso para vertebrar mejor la naci¨®n, aquejada de fuertes disparidades regionales y demogr¨¢ficas.
Tambi¨¦n desde hace tiempo en Espa?a se viene hablando de la necesidad de trasladar instituciones y administraciones de Madrid a la periferia, aunque tales proposiciones nunca terminan de materializarse. Contar con una gran capital es un valor para nuestro pa¨ªs, pero resulta anacr¨®nico seguir manteniendo el modelo de Villa y Corte creado bajo el Antiguo R¨¦gimen absolutista, que precisaba de la concentraci¨®n de todo el poder alrededor de la residencia del monarca, cuando hoy las nuevas comunicaciones y tecnolog¨ªas permiten la ejecuci¨®n inmediata de los mandatos de un Estado cada vez m¨¢s complejo y con presencia efectiva en todo el territorio. Debemos cambiar de paradigma. Que la sede de Salvamento Mar¨ªtimo est¨¦ en Madrid, por poner un ejemplo tan surrealista como real, carece de sentido.
Si se quiere cohesionar mejor Espa?a e integrar las distintas perspectivas de sus regiones, integrando tambi¨¦n de manera simb¨®lica las diversas periferias geogr¨¢ficas y econ¨®micas, se hace del todo punto pertinente la desconcentraci¨®n de muchas de las instituciones centrales del Estado y su reparto por la vieja piel de toro. Por ello, creemos que debemos seguir la referencia de nuestros vecinos portugueses y sacar al Tribunal Constitucional (TC) de la capital como inicio y acicate de una m¨¢s profunda descentralizaci¨®n que afecte a otras instituciones y ¨®rganos del Estado central. El planteamiento, al margen del ejemplo luso, tampoco es novedoso: el famoso Tribunal Constitucional Federal alem¨¢n no est¨¢ en Berl¨ªn, sino en la peque?a ciudad de Karlsruhe, con lo que al mismo tiempo se manda el mensaje de que los jueces constitucionales deben estar lejos de los centros de poder pol¨ªtico y de sus potenciales influencias de ¡°mesa y mantel¡±. En nuestro caso, para evitar una batalla de campanario por ver qui¨¦n acoge la nueva sede del Constitucional, proponemos la ciudad de C¨¢diz bas¨¢ndonos en dos conjuntos de argumentos objetivos e hist¨®ricos.
Primero, si hay un lugar en Espa?a vinculado al constitucionalismo y a la historia constitucional espa?ola, ese es, sin duda, la llamada tacita de plata. Fue en sus palacios e iglesias donde se debati¨® y aprob¨® la primera Constituci¨®n patria, la de 1812, en la que por vez primera tambi¨¦n aparece la propia naci¨®n espa?ola como comunidad pol¨ªtica de copertenencia. Fue en sus calles y plazas donde, en el Trienio Liberal, se intent¨® hasta el ¨²ltimo momento defender el r¨¦gimen constitucional frente a las tropas restauracionistas de Angulema y la traici¨®n del rey Fernando VII. Fue, por ¨²ltimo, en C¨¢diz, donde el sexenio democr¨¢tico comenz¨® mediante el pronunciamiento del almirante Topete, que inaugurar¨ªa un periodo de la historia nacional especialmente relevante en lo que a las conquistas constitucionales se refiere. Una ciudad ligada al patriotismo y al liberalismo espa?ol, tan denostado como desconocido a veces, y que ha aportado algunos de los momentos m¨¢s brillantes y apasionantes de nuestra historia pol¨ªtica.
Segundo, el traslado del TC a una ciudad tan lejana del centro, costera y del sur, incrementar¨ªa la capacidad de integraci¨®n de nuestro sistema constitucional, al verse reflejada una clara periferia geogr¨¢fica y econ¨®mica en la conducci¨®n misma de la nave del Estado. La provincia y ciudad de C¨¢diz adolecen de una de las tasas de desempleo m¨¢s altas de Europa, con niveles de precariedad y abandono inimaginables en otras latitudes del continente. Est¨¢, como la mayor parte de las capitales provinciales de Espa?a, alejada de los centros reales de poder pol¨ªtico, econ¨®mico y medi¨¢tico, por lo que la presencia en ella del alto tribunal, con sus magistrados y funcionarios, con sus continuas y a veces pol¨¦micas decisiones, contribuir¨ªa a atenuar su posici¨®n subalterna respecto a las grandes ciudades del pa¨ªs.
En C¨¢diz surgi¨® la concepci¨®n pol¨ªtica de la naci¨®n espa?ola y en C¨¢diz escucharon por primera vez nuestros antepasados palabras de soberan¨ªa, libertad e igualdad. Es hora de que le devolvamos una parte, peque?a pero de un alto valor simb¨®lico, de todo aquello que la Numancia constitucional nos ha legado. Si ha de comenzar un cambio en la concepci¨®n territorial de una Espa?a que no s¨®lo habla desde Madrid, que ese cambio se inicie en la periferia. Una vez m¨¢s, Portugal nos marca el camino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.