?Estamos en la antesala de la crisis del 73? Todav¨ªa no
En lo que corresponde a la Uni¨®n Europea, y mirando a futuro, no deber¨ªamos sentirnos demasiado c¨®modos dependiendo, como lo estamos haciendo, del gas de Rusia
El Gobierno de Espa?a acaba de presentar su propuesta de Presupuestos Generales del Estado para el a?o 2022, con el objetivo de aprobarlos antes de que termine el presente trimestre y dar cumplimiento de esta manera a su mandado constitucional. En los mismos, se prev¨¦ un cuadro macroecon¨®mico en el que el crecimiento de 2021 se sit¨²a en el 6,2% y en el 7% en 2022, reduciendo de esta manera las distancias que nos separan de la tendencia de crecimiento econ¨®mico previa a la crisis de la pandemia. La recuperaci¨®n con forma de V asim¨¦trica toma de esta forma carta de naturaleza y, seg¨²n las perspectivas, nos espera un a?o de fuerte crecimiento econ¨®mico, a la cabeza de las econom¨ªas europeas. Las cifras, que se han mantenido pese a la negativa sorpresa de la revisi¨®n del PIB del segundo trimestre, aparecen robustas, aunque ciertamente optimistas, dadas las previsiones que vamos conociendo seg¨²n avanza el oto?o, incluyendo las del Fondo Monetario Internacional, que las rebaja para situarlas en el 5,7% en 2021 y el 6,4% en 2022.
Las razones de esta rebaja hay que situarlas en que algo con lo que pocos contaban y que se ha cruzado en el camino de la recuperaci¨®n poscovid, que no es otra cosa sino los cuellos de botella en algunos suministros estrat¨¦gicos, y particularmente, el alza del precio del gas natural, que arrastra a la electricidad y constituye una seria amenaza para el cumplimiento de estas expectativas. En efecto, el precio del gas natural se ha multiplicado por cinco desde los precios de referencia de 2020, presionando de esta manera el coste de la electricidad ¡ªes el segundo combustible m¨¢s consumido en la Uni¨®n Europea, tras el petr¨®leo¡ª y afectando no s¨®lo a los precios minoristas, sino tambi¨¦n a los industriales. La inflaci¨®n se ha disparado hasta m¨¢ximos de hace pr¨¢cticamente una d¨¦cada en el caso de Espa?a ¡ªun 4%¡ª y ha marcado un r¨¦cord en Alemania, con una cifra no vista desde inicios de los a?os noventa, en pleno proceso de reunificaci¨®n alemana. Es cierto que la inflaci¨®n subyacente ¨Daquella que excluye los bienes m¨¢s vol¨¢tiles de su c¨¢lculo¡ª se mantiene, de momento, en niveles moderados, pero si la situaci¨®n se perpet¨²a, tarde o temprano el auge de los precios energ¨¦ticos se trasladar¨¢ al resto de la producci¨®n: primero a la industria, y posteriormente a los servicios.
La situaci¨®n no parece remitir a corto plazo, aunque la negociaci¨®n sobre futuros de gas natural ¡ªla compraventa de derechos de gas en los pr¨®ximos meses¡ª se ha relajado temporalmente con la decisi¨®n del Gobierno ruso de incrementar el tr¨¢fico del combustible hacia Europa. Es una buena noticia: el invierno se acerca y la provisi¨®n de gas es esencial para el mantenimiento de las calefacciones del centro y el norte de Europa: de mantenerse un suministro restringido podr¨ªamos ver nuevas escaladas de precios que afectar¨ªan de nuevo a todo el continente. No obstante, no debemos llevarnos a enga?o. La relajaci¨®n de los precios ha permitido ganar unos d¨ªas, quiz¨¢ unas semanas, pero poco m¨¢s.
La cuesti¨®n que debemos contestar es si el alza de precios persistir¨¢, y si es as¨ª, qu¨¦ impacto tendr¨¢ en la econom¨ªa europea. Si el episodio del alza de precios es transitorio, podemos respirar relativamente tranquilos y confirmar buena parte de las perspectivas de crecimiento econ¨®mico. Pero si el alza se sostiene en los pr¨®ximos meses, no cabe la menor duda de que las expectativas de inflaci¨®n se incrementar¨¢n y ya conocemos que la fijaci¨®n de expectativas en econom¨ªa tiende a ser una profec¨ªa que se autocumple. Si los operadores econ¨®micos suben sus precios con la expectativa de una energ¨ªa cara, podemos desencadenar una espiral inflacionaria que obligue al Banco Central Europeo a actuar modificando su actual pol¨ªtica monetaria ultralaxa, algo que l¨®gicamente conviene poco a los pa¨ªses altamente endeudados como los pa¨ªses del sur del Continente, que volver¨¢n a estar expuestos a primas de riesgo elevadas si no son capaces de ofrecer una senda de consolidaci¨®n fiscal s¨®lida en el medio y largo plazo.
?Estamos en la antesala de una crisis como la de 1973? En aquella ocasi¨®n, la combinaci¨®n fat¨ªdica de una inflaci¨®n desbocada y un alto desempleo lastr¨® el crecimiento econ¨®mico casi durante una d¨¦cada, y trajo consigo notables ajustes por el lado de la oferta. Ese fue el caldo de cultivo de la Reaganomics y del giro neoliberal de las pol¨ªticas de Thatcher, con penosos resultados en sociales en el medio y largo plazo. No estamos, de momento, en esa situaci¨®n, pero todo depender¨¢ de c¨®mo evolucionen los acontecimientos en los pr¨®ximos meses. En lo que corresponde a la Uni¨®n Europea, y mirando a futuro, no deber¨ªamos sentirnos demasiado c¨®modos dependiendo, como lo estamos haciendo, del gas de Rusia. De nuevo vuelve a surgir la necesidad de lograr una autonom¨ªa estrat¨¦gica, tambi¨¦n, en el ¨¢mbito energ¨¦tico. Y esa es una cuesti¨®n que nos va a costar resolver.
Jos¨¦ Mois¨¦s Mart¨ªn es economista y editor de Agenda P¨²blica.
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