Vuelve el bipartidismo... o no
M¨¢s all¨¢ del ¡®marketing¡¯ de la operaci¨®n, el pacto PSOE-PP es un brindis a la nostalgia de los grandes consensos de Estado, pero enojoso para los actores secundarios del multipartidismo
Tras desatascar algunas instituciones bloqueadas durante a?os, es l¨®gico que algunos titulares incurran, sin llegar a los clarines, en un cierto tachintach¨¢n. El voceado pacto Gobierno-PP es un pacto PSOE-PP, excitante para la melancol¨ªa del bipartidismo. El PSOE, eso s¨ª, se ha parapetado en la marca Gobierno para no irritar a su socio ¡ªtoda una paradoja, trat¨¢ndose de un pacto de naturaleza parlamentaria¡ª y la propia Ione Belarra ha corrido a reclamar la maternidad compartida antes de quedar en un offside inc¨®modo. M¨¢s all¨¢ del marketing de la operaci¨®n, este pacto es un brindis a la nostalgia de los grandes consensos de Estado pero enojoso para los actores secundarios del multipartidismo. ?Se reparten el Estado!, clama Edmundo Bal poniendo el grito en el cielo con el argumento del intercambio de cromos. Tambi¨¦n Vox reaccionaba al acuerdo Casado-S¨¢nchez: ¡°Revela lo que llevamos tiempo diciendo: el PP comparte la agenda progre y est¨¢ m¨¢s cerca del PSOE que de sus propios votantes¡±. Este es, parafraseando aquella historia de la Guerra Civil, un pacto que no va a gustar a nadie... salvo a algunos millones de espa?oles no tanto hastiados de que no se renovaran esas instituciones como de la ausencia de consensos.
El bibloquismo ha derivado en una versi¨®n degradada del bipartidismo. No ha generado un pactismo l¨ªquido, sino una tensi¨®n polarizada. La asimetr¨ªa constructiva solo dur¨® lo que la hip¨®tesis de Ciudadanos como bisagra liberal. Al cabo, el bibloquismo se impuso hacia los extremos populistas iliberales, con escasa iniciativa regeneradora. El pacto de PSOE-UP es solo el anticipo de PP-Vox bajo la mec¨¢nica de la alternancia. Y aunque a algunos les resultan reconfortantes las comparaciones sobre qu¨¦ es peor, eso solo pretende blanquear una de las opciones a las que absurdamente se denomina CEDA y Frente Popular por la inclinaci¨®n casi enfermiza a la hermen¨¦utica a?os treinta. Tal vez en la izquierda haya una v¨ªa diluyendo Podemos en el proyecto de Yolanda D¨ªaz ¡ªcon el entusiasmo inquietante de Iv¨¢n Redondo, aunque quiz¨¢ solo sea una solicitud de trabajo¡ª, pero a sus portavoces les cuesta desistir, y tanto m¨¢s a Pablo Iglesias, que parece haber intuido un nicho de mercado en Catalu?a y ya ensaya relecturas y boutades en torno a 1713 hasta el nombre del actual Rey.
Claro que confiar en que este pacto de PSOE y PP anticipe el fin del ciclo noesno¨ªsta, formulado por S¨¢nchez en 2016 pero cuajado a fuego lento desde el aznarismo, requiere un candor imposible. A Casado, con viento demosc¨®pico de cola, le conven¨ªa un gesto conciliador porque, como advert¨ªa el polit¨®logo turin¨¦s Gianfranco Pasquino en La oposici¨®n, esta no puede limitarse a la intransigencia y la barricada cr¨ªtica. Y adem¨¢s a Casado le interesaba renovar a magistrados del TC poco casadistas como Rivas y Ollero. Para el PSOE, en v¨ªspera de su congreso, tambi¨¦n era un modo de salir del escenario de bloqueo desde la foto fija con ERC y Bildu. El acuerdo, en fin, no da para creer ni remotamente en una grossen koalition a la alemana, pero quiz¨¢ tenga alg¨²n efecto bals¨¢mico en quienes a?oran el bipartidismo desde el hartazgo del bibloquismo polarizado.
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