¡®Heauton timorumenos¡¯
Consecuente con sus prejuicios, el Gobierno ha suprimido el estudio de la filosof¨ªa. Ya no es necesaria: estamos condenados y nos parece muy bien, vienen a decir
Quiz¨¢s la primera alarma realmente popular fue la de Oswald Spengler en La decadencia de Occidente, publicada en 1918. El libro fue un fen¨®meno de ventas a pesar de su densidad. En Espa?a lo prolog¨® Ortega y Gasset y fue tambi¨¦n muy popular. En su momento se interpret¨® como el grito angustiado de un alem¨¢n tras la derrota de la I Guerra Mundial. La idea de que la cultura de Occidente hab¨ªa dejado de ser relevante se ampli¨® exponencialmente con la carnicer¨ªa de la II Guerra Mundial. Desde entonces han resonado mil ecos que anunciaban la muerte de la cultura occidental. Heidegger y Wittgenstein le dieron la puntilla. Hoy ya casi nadie duda de que ese final es insalvable y que s¨®lo hay futuro en Oriente.
Sin embargo, los avisos adoloridos, como aquel de Leo Strauss cuando lamentaba que a la filosof¨ªa pol¨ªtica la hubiera sustituido la ideolog¨ªa, se vieron vigorizados gracias a la prof¨¦tica actividad de los ¡°artistas¡±. Y eso sucedi¨® en plena Guerra Fr¨ªa, a partir de los a?os cincuenta, cuando la red oficial del arte abomin¨® de pintura, escultura, cine y cualquier otro medio representativo. Surgieron los artistas de la llamada ¡°posvanguardia¡± (conceptuales, land art, performance y mil m¨¢s) que excusaban su ataque frontal contra la tradici¨®n en el rechazo del mercado. Al principio pareci¨® que era dif¨ªcil vender cosas como la liebre muerta de Beuys. Un error. Ahora sabemos que es casi imposible no sacar dinero (y mucho) de aquello que el mercado del arte llama ¡°arte¡±, sea este lo que sea. De ah¨ª que en la actualidad casi todo lo que se exhibe bajo esa etiqueta sea, en realidad, propaganda ideol¨®gica. Consecuente con sus prejuicios, el Gobierno ha suprimido el estudio de la filosof¨ªa. Ya no es necesaria: estamos condenados y nos parece muy bien, vienen a decir. Es un ¡°viva la muerte¡± progresista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.