Injusticia programada
Se desperdician muchos recursos, tambi¨¦n digitales, haciendo que la gente acredite que es lo suficientemente pobre para recibir ayuda
De los Papeles de Pandora se pueden sacar muchas conclusiones. Una es que se supervisa mucho m¨¢s a los ciudadanos pobres que a los que evaden y eluden impuestos. Parece que hay un derecho a hurgar en las vidas de quienes piden ayudas p¨²blicas y que sus datos pueden recopilarse sin pudor. La tecnolog¨ªa ha creado una asimetr¨ªa brutal en la vigilancia y el control de riesgo: presupone que los que menos tienen son m¨¢s ego¨ªstas, menos cuidadosos con el gasto, que van a atender peor a sus hijos y a exprimir al sistema en cuanto puedan.
Poco a poco vamos tomando conciencia de lo b¨¢sico, como que las plataformas como Facebook, Twitter o Tik Tok usan nuestros datos para ganar dinero, o que las dictaduras vigilan a sus disidentes a trav¨¦s de internet. El siguiente paso es comprender que la porquer¨ªa no solo salpica a empresas privadas y a Estados autoritarios. Las democracias que presumen de garantistas tambi¨¦n utilizan a los pobres como cobayas para probar tecnolog¨ªa invasiva. El a?o pasado, un tribunal en Holanda emiti¨® una sentencia in¨¦dita en Europa que dec¨ªa que el sistema de su Gobierno para detectar posibles fraudes violaba la privacidad y los derechos humanos de los afectados, que eran personas sin recursos e inmigrantes. Sobre la base de datos que hab¨ªan recopilado las administraciones sobre su renta, el tipo de casa en el que viv¨ªan, si ten¨ªan multas o deudas pendientes, entre otros, un algoritmo estimaba las posibilidades que ten¨ªan de cometer fraude.
Lo de mirar con lupa en qu¨¦ gastan dinero los pobres lleva ocurriendo desde el siglo XIX, pero la inteligencia artificial intensifica esta pr¨¢ctica. Virginia Eubanks, autora de La automatizaci¨®n de la desigualdad (Capit¨¢n Swing, 2021), cree que las antiguas casas para pobres en las que se atend¨ªa (y encerraba) a los desamparados que ped¨ªan ayuda hoy se han trasladado al ¨¢mbito digital. Eubanks lleva dos d¨¦cadas documentando c¨®mo en Estados Unidos cuando una persona pide una ayuda p¨²blica, vive en un barrio con m¨¢s control policial o cruza una frontera nacional se expone a un nivel mayor de recopilaci¨®n de sus datos.
Los algoritmos permiten trabajar con much¨ªsima informaci¨®n de manera eficaz, pero no necesariamente as¨¦ptica. Aunque parezcan herramientas m¨¢s objetivas, menos desviadas, m¨¢s limpias, perpet¨²an los sesgos que hay en la sociedad. Como dice Eubanks, el juicio moral al pobre es una tradici¨®n americana que viene de lejos: no tienes dinero porque no te has esforzado lo suficiente, porque no vales, no por la manera en la que hemos organizado nuestra econom¨ªa y nuestra convivencia. Se desperdician muchos recursos, tambi¨¦n digitales, haciendo que la gente acredite que es lo suficientemente pobre para recibir ayuda. Y que moralmente la merece.
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