El terror est¨¢ en casa
La violencia contra la mujer es, con diferencia, el mayor problema de criminalidad de Espa?a y el que peor pron¨®stico tiene, quiz¨¢ porque la mayor¨ªa de los delitos se cometen en el hogar
Los balances trimestrales de criminalidad del Ministerio del Interior son una de las peores noticias que puedan leer algunos pol¨ªticos, y no porque retraten un mundo sin ley, como el que hab¨ªa al oeste del r¨ªo Pecos, sino porque nunca hemos estado tan al este de aquel r¨ªo. La criminalidad acaba de registrar su m¨ªnimo hist¨®rico, lo que deber¨ªa celebrarse como una gesta nacional. En el ¨²ltimo informe bajan todos los delitos graves salvo (y es un salvo enorme al que le vienen peque?as las may¨²sculas) las agresiones sexuales y el tr¨¢fico de drogas.
La violencia contra la mujer es, con diferencia, el mayor problema de criminalidad de Espa?a y el que peor pron¨®stico tiene, quiz¨¢ porque, como se?ala el Informe sobre violencia contra la mujer que elabor¨® el Gobierno (con datos de 2015 a 2019), la mayor¨ªa de los delitos se cometen en el hogar. El miedo no est¨¢ en las calles, sino en las cocinas y en los dormitorios, lo cual destruye la propaganda filofascista y los argumentos de las empresas de seguridad, que prometen protegernos de peligros improbables acorazando los domicilios, tantas veces escenarios de terrores reales.
Todo esto son noticias p¨¦simas para los pol¨ªticos que utilizan el miedo como agitador de masas. Con unas calles donde el crimen es casi anecd¨®tico, hay que mentir much¨ªsimo para convencer a los votantes de que viven un apocalipsis de menas asesinos, como hace Vox. Hay que mentir tanto y tan groseramente, que solo los paranoicos m¨¢s marginales y los racistas m¨¢s contumaces compran la mercanc¨ªa. Pero tambi¨¦n son malas noticias para quienes inciden en la inseguridad callejera de las mujeres, porque ocho de cada diez agresiones son obra de las parejas, exparejas o familiares de las v¨ªctimas, y casi siete de cada diez suceden en casa. El Estado es bastante eficaz contra la violencia en los lugares p¨²blicos, que representa una parte menor de la que sufren las mujeres, pero no puede poner guardias en los domicilios.
Cuando la violencia se vuelve irrelevante en las calles y, a la vez, se repliega, invisible, tras las ventanas cerradas, adquiere una textura pol¨ªtica muy sutil. Ya no se resuelve a palos, con eso que los juristas llaman desde Max Weber el monopolio leg¨ªtimo de la violencia por parte del Estado. Los problemas sutiles requieren debates igualmente sutiles, ajenos al ruido mitinero. Por eso estos informes son las peores noticias que puede leer un pol¨ªtico: al no caber la soluci¨®n en un tuit, no sabe qu¨¦ carajos hacer con ellas.
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