La gran estafa
Al frente de la manifestaci¨®n se ha exhibido un ecologismo ficticio para asegurarse de que no lleva a ninguna parte
Primero se rechazaba la idea misma del cambio clim¨¢tico. Luego que tuviera que ver con la actividad humana y con la industrializaci¨®n. Interesaba desculpabilizar a los extractores de combustibles f¨®siles. A la vista de los hechos comprobados, m¨¢s tarde se trat¨® de combatir las pol¨ªticas medioambientales: o eran err¨®neas o demasiado caras, m¨¢s costosas que los perjuicios que pudiera producir el aumento de temperatura del planeta. Ante la doble evidencia cient¨ªfica, sobre el incremento de temperaturas y sobre la capacidad para frenarlo, todo se centra ahora en evitar las medidas dr¨¢sticas que pudieran da?ar los enormes intereses, especialmente de los productores de petr¨®leo, gas y carb¨®n. O al menos aplazarlas, para sacar provecho de las reservas existentes. Hasta agotarlas si es posible, de forma que el cambio de modelo energ¨¦tico sea entonces obligado y aceptable.
Mientras tanto, hay que defender las actuales subvenciones, sostener los precios de los combustibles, aprovechar las oportunidades de negocios de la era descarbonizada ¡ªplacas solares, nucleares, coche el¨¦ctrico, explotaci¨®n del ?rtico¡ª y prevenir las demandas indemnizatorias que puedan surgir, cuando se compruebe que han obstaculizado las pol¨ªticas de mitigaci¨®n del cambio clim¨¢tico para defender sus intereses m¨¢s cortoplacistas, como hicieron las tabaqueras en su d¨ªa. La mayor delegaci¨®n de Glasgow era la formada por los grupos de presi¨®n de los productores de combustibles f¨®siles, m¨¢s de 500 personas. Observadores perspicaces han se?alado el cambio de perfil de los asistentes: si en Par¨ªs en 2015 eran sobre todo ministros, cient¨ªficos y militantes, en Glasgow son l¨ªderes empresariales, financieros y banqueros centrales.
El aumento insostenible de la temperatura del planeta se da ya por descontado. Ahora solo se trata de negocios. De los que proporcione el cambio de ¨¦poca, mientras se exprime el lim¨®n de la ¨¦poca que termina. De lo que den de s¨ª las transferencias de los pa¨ªses ricos que ya han consumido su cuota de emisiones a los pobres que todav¨ªa necesitan crecer. Y de evitar las indemnizaciones exigibles a los contaminantes que han enga?ado y aplazado decisiones con su negacionismo doloso.
As¨ª es como en Glasgow se ha exhibido un ecologismo ficticio, abri¨¦ndose el paso a codazos hasta el frente de la manifestaci¨®n para asegurarse de que no lleva a ninguna parte. Es el greenwashing, en el que de una forma u otra todos participan, empezando por China y Estados Unidos cuando aseguran con todo el aplomo que trabajar¨¢n para que la temperatura del planeta no aumente m¨¢s all¨¢ de dos grados, sin entrar en obligaciones concretas de reducci¨®n de emisiones. Acuerdos no vinculantes, objetivos indeterminados, datos falsificados y opacos, calendarios a largo plazo que posponen la medici¨®n y el control de los resultados, vagos compromisos financieros, todo esto forma parte del perverso lavado de cara verde, de la gran estafa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.