Los a?os de Maduro
El presidente de Venezuela no necesitar¨¢ llegar a los extremos de D¨ªaz-Canel para asegurarse la primac¨ªa y prolongar su dictadura, acaso indefinidamente
Daniel Ortega ¡°gana¡± una elecci¨®n presidencial encarcelando a los candidatos opositores y en la Cuba de Ra¨²l Castro extienden, como lo har¨ªa Christo con sus s¨¢banas conceptuales, la bandera nacional sobre todo un edificio para ocultar a los ojos ¡ª ?de qui¨¦n? ¡ª a un hombre libre y sonriente.
Nicol¨¢s Maduro no necesitar¨¢ llegar a esos extremos para asegurarse la primac¨ªa y prolongar su dictadura, acaso indefinidamente. Maduro tiene desde hace tiempo lo que no tienen Ortega y la Gorgona Murillo; Maduro tiene un ach¨¦ que no asiste a D¨ªaz-Canel: Maduro cuenta con la oposici¨®n venezolana.
Cuando se cumpla en Venezuela la pantomima electoral del 21 de noviembre, luego de ocho a?os de haber sido elegido por primera vez a la presidencia, comenzar¨¢ uno de esos periodos de predominio, atropello y verg¨¹enza que, desde que fuimos independientes, hemos apellidado seg¨²n se llame el tirano y siempre con el sufijo ato: el monagato, el guzmanato, el gomezato, el perezjimenato. As¨ª, la Navidad de 2021, ser¨¢ la primera Pascua del madurato, rizoma de otro rizoma, el chavezato.
Estos a?os que terminar¨¢n el fin de semana pr¨®ximo se contar¨¢n tan solo como los del aprendizaje en el arte de tiranizar. Ser¨¢n, para los Mommsen criollos, los a?os del hundimiento de la industria petrolera y del ¨¦xodo de lo que pronto ser¨¢ el veinticinco por ciento de cuantos ¨¦ramos en 2014. Sin embargo, no constituir¨¢n la era primordial del madurato.
El madurato, propiamente dicho, comenzar¨¢ la semana que viene, y habr¨¢ contado para lograrlo con la mezquina estupidez de la clase pol¨ªtica.
Ya me parece estar viendo a los candidatos a gobernaciones y alcald¨ªas, postulantes de las setenta veces siete oposiciones derrotadas por el may¨²sculo fraude, afirmar en los programas de entrevistas de Globovisi¨®n, que ha comenzado la recuperaci¨®n del voto como arma. Les gusta esa imagen, el voto como arma; la dejan escapar a cada rato.
Una muestra¡ªun cachito, no m¨¢s¡ªde su da?ina necedad y de su aborrecible mezquindad se aprecia en el silencio que sobre las elecciones de Nicaragua observa la delegaci¨®n negociadora en la mesa de di¨¢logos noruegos que cada tanto firma un memor¨¢ndum de reglas de terreno con el ministro Jorge Rodr¨ªguez.
Se me dir¨¢ que las altas miras de la mesa negociadora¡ª asegurar una elecci¨®n presidencial en 2024 para el jefe pol¨ªtico de Juan Guaid¨®¡ªimponen mesura diplom¨¢tica, no vaya a ser que Maduro se enfade y nos quedemos, en este tremedal municipal y andino, sin presupuesto para la alcald¨ªa de San Francisco de Tiznados, donde, qui¨¦n quita, puede comenzar la recuperaci¨®n del esp¨ªritu de combate.
Lo mismo vale para el caso de Cuba: al fin y al cabo, D¨ªaz Canel es aliado de Maduro, el bigotazos tiene su corazoncito fidelista, ?a qu¨¦ ofenderlo ahora que estamos otra vez en la ruta constitucional, pac¨ªfica y electoral?
Es ya un t¨®pico de sobremesa despachar estas cosas con benevolencia, haciendo ver, como lo hizo Jos¨¦ Rafael Pocaterra en Memorias de un venezolano de la decandenia, que nuestros compatriotas no tienen sentimiento tr¨¢gico alguno. Que por eso se nos puede proponer el viernes una salida militar para ma?ana s¨¢bado en C¨²cuta y el domingo una romer¨ªa electorera en Caracas sin que a nadie le ruede la peluca ni se le caiga el ojo de vidrio. De ser eso cierto, no habr¨ªa mucho qu¨¦ pedir.
Con todo, y ya que estamos alojados en el hotel de las negociaciones inconducentes, nada cuesta, digo yo, modificar el orden de prioridades declarativas, transponer algunos p¨¢rrafos y exigir primeramente, por ejemplo, la libertad inmediata de todos los presos pol¨ªticos y, ahora que hemos alcanzado los 700.000 barriles diarios, un programa humanitario de petr¨®leo por alimentos.
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