Lecciones de Benedetta
El estreno de la ¨²ltima pel¨ªcula de Paul Verhoeven puede ser una excusa para recuperar las mejores investigaciones sobre el homoerotismo hisp¨¢nico o para incentivar otras nuevas en nuestros archivos
El estreno del ¨²ltimo largometraje de Paul Verhoeven, durante el pasado Festival de Cannes, ha vuelto a entusiasmar a sus seguidores y a enfurecer a sus detractores. No es para menos: Benedetta combina a la perfecci¨®n muchas de las filias y fobias tem¨¢ticas y visuales de este director, quien reparte a unos y a otros toda la carne y toda la carnaza que desean, manteniendo vivas las brasas de una filmograf¨ªa longeva, con t¨ªtulos tan emblem¨¢ticos como Delicias turcas, Instinto b¨¢sico o Showgirls. Su estreno en Espa?a, en el Festival de San Sebasti¨¢n, tampoco ha pasado desapercibido, por id¨¦ntica ecuaci¨®n. Esta pel¨ªcula no me parece deslumbrante desde mi modesta perspectiva cin¨¦fila; s¨ª que me parece muy interesante, en cambio, para reflexionar sobre homoerotismos menos conocidos de cuanto debieran.
Que esta cinta no sea un guion original ni la adaptaci¨®n de una novela, sino que se base en una investigaci¨®n acad¨¦mica, se antoja un motor singular. Su punto de partida es Immodest acts: The life of a lesbian nun in renaissance Italy, una monograf¨ªa de la profesora Judith C. Brown que public¨® Oxford University Press en 1986 y que obtuvo una notable repercusi¨®n, tanto en Estados Unidos como en Europa (pues fue traducida a diversas lenguas, entre otras la nuestra, con un t¨ªtulo tan curioso como Afectos vergonzosos: Sor Benedetta, entre santa y lesbiana). Resulta pertinente constatar que un realizador como Verhoeven haya echado mano de un texto tan erudito como v¨ªa para sugerir que la realidad del siglo XVII ¡ªexhumada azarosamente por Brown en los archivos florentinos¡ª puede superar la mejor ficci¨®n. Es bien cierto.
El largometraje no se titula como la monograf¨ªa. Parece muy revelador, pues logra que todo el protagonismo recaiga sobre el nombre de pila de su protagonista: sor Benedetta Carlini, abadesa de un convento en la Toscana. La relevancia no deriva en primera instancia de su condici¨®n religiosa, ni del linaje de su apellido ni de una pr¨¢ctica sexual concreta. Verhoeven seculariza impl¨ªcitamente a su hero¨ªna y, de paso, la moderniza; evita confusiones y erosiona cierto elemento identitario. Benedetta es un punto menos l¨¦sbica y un punto m¨¢s queer que su fuente, seg¨²n como se mire. No resulta desacertado.
Algunas de las cr¨ªticas negativas que recibi¨® el libro de Brown, hace m¨¢s de tres d¨¦cadas, derivaron de cuanto su t¨ªtulo explicita, fuera por cuestiones morales ¡ªpues habr¨¢ quien siga pensando que es pecaminoso imaginar a una religiosa con vida sexual del tipo que sea¡ª, fuera porque considerasen que el concepto lesbiana dif¨ªcilmente puede definir a mujeres del siglo XVII. Pocos a?os antes de la aparici¨®n de Immodest acts hab¨ªan visto la luz aportaciones feministas de indudable calado sobre esta cuesti¨®n (como las que giran en torno al ¡°continuum l¨¦sbico¡± de Adrienne Rich) e investigaciones muy sesudas (como las del medievalista John Boswell) que propiciaron una revisi¨®n ambiciosa sobre los homoerotismos anteriores al siglo XX. En ese contexto se entiende el valor a?adido del trabajo de Brown, ya que sirvi¨®, junto a varios otros, para vindicar un campo de estudio casi virginal hasta entonces. Fue muy saludable.
El estreno de la pel¨ªcula ha vuelto a poner sobre la mesa id¨¦nticas cuestiones, aunque el debate se cerrase hace ya mucho. La miop¨ªa sigue existiendo entre quienes se empecinan en contemplar la realidad con filtros morales. En segundo lugar, tras d¨¦cadas de investigaci¨®n, puede afirmarse que los homoerotismos femeninos siempre han estado presentes en la cultura occidental, aunque en tantos momentos su representaci¨®n o enunciaci¨®n haya sido marginada, disfrazada o vetada por el obvio tab¨². Es lo que hay.
Por supuesto, lo mismo sucede en tierras hisp¨¢nicas a lo largo de los siglos. No caigamos en la tentaci¨®n de pensar que cuanto se lee en la monograf¨ªa de Brown y se transforma, l¨®gicamente, en la pel¨ªcula de Verhoeven es, si acaso, la excepci¨®n que confirma la regla. No creamos que la experiencia de Benedetta es ex¨®tica y ajena a las pr¨¢cticas de tantas mujeres, antes del siglo XX, por estos lares, pues las confirman testimonios literarios, religiosos, m¨¦dicos o judiciales. Desde la Edad Media, y sin interrupciones, hasta el d¨ªa de hoy, aunque no suela explicarse en nuestras escuelas, institutos o universidades. ?Por qu¨¦ ser¨¢?
Benedetta pudiera ser un acicate para abordar y erradicar el lastre del pecado nefando de nuestra Historia y, sobre todo, de nuestra historiograf¨ªa, pasada y presente, o de nuestros planes de estudio. Puede ser una excusa para recuperar las mejores investigaciones sobre el homoerotismo hisp¨¢nico, a un lado y a otro del Oc¨¦ano, o para incentivar otras nuevas en nuestros archivos. Tambi¨¦n puede ser una oportunidad para leer una novela, ahora s¨ª, con una prosa deslumbrante, como fue, y sigue siendo, Extramuros (1978), de Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos. No ser¨ªa moco de pavo.
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