Periodista en Cuba
Los veteranos se habituaron a las prohibiciones y a la simulaci¨®n de convicci¨®n ideol¨®gica si la perdieron, pero los reporteros j¨®venes sufren el secretismo miliciano de 1960
Los periodistas extranjeros acreditados en Cuba practican frecuentemente el funambulismo de La Codorniz (1941-1978), que se defin¨ªa como la revista m¨¢s audaz para el lector m¨¢s inteligente y satirizaba con dibujos y literatura burlesca para eludir las leyes de prensa del franquismo. Mutatis mutandis, el sentido del humor no es se?a de identidad de las autoridades cubanas cuando se abordan asuntos contrarrevolu...
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Los periodistas extranjeros acreditados en Cuba practican frecuentemente el funambulismo de La Codorniz (1941-1978), que se defin¨ªa como la revista m¨¢s audaz para el lector m¨¢s inteligente y satirizaba con dibujos y literatura burlesca para eludir las leyes de prensa del franquismo. Mutatis mutandis, el sentido del humor no es se?a de identidad de las autoridades cubanas cuando se abordan asuntos contrarrevolucionarios, as¨ª que la omisi¨®n, la autocensura o la p¨¦rdida de acreditaci¨®n son las alternativas. Si no hay vocaci¨®n de h¨¦roe, puede optarse tambi¨¦n por el estilo gallin¨¢ceo: a veces gallo, a veces gallina, siguiendo las indicaciones de la aguja de marear.
La cuerda floja es el h¨¢bitat de la prensa extranjera cr¨ªtica, pero el dilema de la nacional en n¨®mina es m¨¢s peliagudo porque arriesga el pellejo si publica realidades subversivas sin el pl¨¢cet del comisariado encargado de los contenidos, atento, a su vez, a las ¨®rdenes del departamento de orientaci¨®n revolucionaria del Comit¨¦ Central. Cristina Escobar, emergente periodista revolucionaria del Instituto Cubano de Radio y Televisi¨®n, lament¨®, en una reuni¨®n de comunicadores con el jefe de Gobierno, que las c¨¢maras no hubieran salido a cubrir las protestas del 11 de julio, que solo hicieran autopsia.
¡°La narrativa la ponen ellos. El cuento tiene que ser nuestro, sin tener que estar reaccionando o defendi¨¦ndonos¡±, dijo Escobar. Pide peras al olmo porque informar verazmente sobre aquella pueblada y el despliegue policial del d¨ªa 15 hubiera sido hacerle el juego a Estados Unidos, contrarrevolucionario, y a la contrarrevoluci¨®n se la combate con el C¨®digo Penal.
Los veteranos se habituaron a las prohibiciones y a la simulaci¨®n de convicci¨®n ideol¨®gica si la perdieron, pero los reporteros j¨®venes, entre los que se encuentra Escobar, sufren el secretismo miliciano de 1960, que parte de la antigualla conceptual de no dar armas al enemigo puesto que el pa¨ªs vive en estado de sitio; por eso, Cuba no inform¨® sobre la llegada del hombre a la Luna; mejor, temas agropecuarios.
Encadenada a la complacencia y los dogmas irrevocables, la prensa oficialista perdi¨® audiencia a raudales, sumergida por la censura, la autocensura, la propaganda y el aburrimiento, sobrepasada por las estructuras de internet opositoras y el cubano digital. Las plantillas de los medios p¨²blicos, no hay otros, trabajan agobiadas por la imprecisi¨®n de sus l¨ªmites, las arbitrariedades de los centinelas del partido y el miedo a meter la pata.
A la espera de democracia, este siglo o el que viene, la profesi¨®n agradecer¨ªa la emancipaci¨®n de los art¨ªculos constitucionales y decretos que reconocen la libertad de expresi¨®n solo si se ejercen de conformidad con el socialismo cubano. Tampoco molestar¨ªa, como afanosamente sugiri¨® Escobar, sacar de la oreja a la calle a los dirigentes pol¨ªticos para que debatan con la gente. Muchos preferir¨ªan perder la oreja al careo con la realidad.