Cara al sol por error
Casado lleva tiempo coqueteando con un electorado al que no le parecer¨ªa escandaloso ni raro que su candidato lanzara vivas a Franco. Al final, de tanto buscar a ciertos votantes, acabas comulgando con ellos
Una amiga hortera de cuyo mal gusto a¨²n no est¨¢bamos informados nos recomend¨® un restaurante ideal para una cena ¨ªntima, y all¨¢ fuimos mi pareja y yo. Nos mosque¨® que fuera un sal¨®n desangelado con unas mesas largu¨ªsimas para mil comensales. La nuestra era la ¨²nica mesa para dos y estaba arrinconada en una pared. Debimos habernos marchado entonces, pero nos sentamos y pedimos lo menos horrible que ofrec¨ªa la carta mientras cientos de chicas disfrazadas con penes de goma por sombrero irrumpieron al comp¨¢s de una borrachera que cultivaban desde primera hora de la ma?ana. Sin escapatoria posible, nos vimos asediados por varias despedidas de soltera que hab¨ªan encargado un men¨² er¨®tico donde los platos ten¨ªan formas genitales. Mi pareja y yo superamos aquella noche y fortalecimos nuestra relaci¨®n, porque los traumas unen mucho, como saben los soldados que se hacen amigos en la batalla.
Cuento esta an¨¦cdota en solidaridad con Pablo Casado, sin ¨¢nimo de comparar mi despiste con el suyo: es mucho peor cenar junto a una despedida de soltera que colarte por error en una misa por Franco en el aniversario de su muerte. Es tan absurdo y obsceno que hay que dar por buenas las explicaciones de su equipo, dignas de un episodio de Vamos Juan o una tira de Iv¨¤: cre¨ªa que era una misa normal, sin caralsoles ni fascistas. Acepto esta versi¨®n con el estoicismo que derrochaba Maki Navaja en su muletilla: ¡°Pos bueno, pos fale, pos malegro¡±. Yo te creo, Pablo, y s¨¦ que los c¨¢nticos franquistas de esa noche resonar¨¢n en tus pesadillas como en las m¨ªas se bambolean a¨²n los penes de goma de aquella despedida de soltera, tantos a?os despu¨¦s. Te creo porque la hip¨®tesis contraria no hace gracia y no cabr¨ªa en un guion de Vamos Juan o Maki Navaja.
Casado se recuperar¨¢ de este l¨ªo por dos razones. La primera tiene que ver con lo que Iv¨¢n Redondo llamaba la ¡°econom¨ªa de la atenci¨®n¡±: en un mundo hiperestimulado, todos los esc¨¢ndalos duran un par de d¨ªas. Ya estar¨¢ casi olvidado cuando se publique esta columna. La segunda raz¨®n es m¨¢s triste y preocupante: Pablo Casado lleva tiempo coqueteando con un electorado al que no le parecer¨ªa escandaloso ni raro que su candidato lanzara vivas a Franco. Al final, de tanto buscar a ciertos votantes, acabas comulgando con ellos. Literalmente, como dicen los j¨®venes. No querr¨ªa juntarse con ellos, pero la inercia le ha llevado hasta all¨ª, como los caballos sin jinete que reconocen el camino a casa por puro instinto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.